martes, 4 de mayo de 2010

EL DORADO


Las tardes se desgranan en oro. Algo como una capa fina de trigo se extiende sobre la sala. El sol fragua lento en el horizonte y se cuela a la casa, como en todas las casas del pueblo. Así, lento, llega un recuerdo. En la casa de mi infancia había un juego de "sacabocados". Corro a la cocina y pregunto. Mi mamá dice que el juego era de ella. "¿Querías hacer papel picado?". No, dice ella. Me siento y, mientras mi mamá corta la fruta, escucho. Un día vino un hombre de Guatemala y me enseñó a marcar tela. Con el sacabocado yo marcaba la tela y hacía flores. Quedaba realzado. No sé dónde quedó el juego. Así como no sé dónde quedó un torsal de plata que me regaló tu papá. Me lo trajo de México, aún éramos novios.
Uno no sabe dónde quedan muchas cosas. Esta tarde, a mí -como a mi mamá también- me bastó hurgar en mi memoria para sacar un juego de "sacabocados". ¡Qué bonita imagen! Saqué algo que sirve para "sacar". Luego, sin que, aparentemente, tenga relación, mi mamá dice: A tu papá le mandaban barras de oro para los joyeros. Don Carlitos Escobar le compraba mucho.
Todo tiene relación, es como si los recuerdos estuvieran unidos por un fino hilo de plata o de oro o de luz. Mi mamá dice que, a veces, aparecía en la caja fuerte una barra de oro que llegaban a comprar los joyeros. Imagino la escena, que se me hace increíble, sobre todo en estos tiempos de escasez. Mi papá abría la caja, aparecía un resplandor como de Sol, tomaba ese resplandor entre sus manos y lo entregaba. El comprador le daba, a cambio, un bonche de billetes grises y sucios. Pareciera un trato injusto, pero luego se repetía, el joyero entregaba el resplandor al cliente y se quedaba con billetes sucios; el cliente, luego, lo entregaba al Monte de Piedad y así hasta el infinito. Debo decir que mi papá fue corresponsal del Banco Nacional de México (lo que ahora es Banamex), por ello sucedía esto. Cuando dejó de ser corresponsal, las barras de oro se fueron a otra parte, junto con la Caja Fuerte. Lo único que era de mi papá era la base de madera que sostenía la caja y que por ahí anduvo rondando en la casa durante mucho tiempo. Igual que mi mamá lamenta, ahora digo con nostalgia: ¿en dónde quedaría esa base?
Tal vez el recuerdo de El Dorado se dio a través de estos rayos de Sol que entran como pequeños hilos de oro para vestir la tarde con filigrana.
No sé si ahora los joyeros compren oro en los bancos. Veo negocios que compran pedacería y tal vez estos negocios surten a quienes trabajan este oficio que nos viene desde la época prehispánica. El oro representaba al Sol.
Regreso a la sala y dos minutos después llega mi mamá y me dice: En Huixtla, el cinco de mayo, "las juchas" celebraban un desfile. Iban vestidas con hermosos trajes y llevaban aretes y medallones de filigrana de oro puro. Mujeres hermosas con xicalpestles llenos de banderitas, repartían fruta. No sé por qué celebraban esa fecha. Mi mamá calla, prende la televisión, toma el tejido y comienza a tejer la filigrana más hermosa del mundo. Es como si pepenara esos hilos de luz para bordarlos en la trama del aire.
Esta tarde hemos pepenado recuerdos recubiertos con un polvo fino, parecen laminillas de oro.