domingo, 9 de mayo de 2010

ETERNIDAD


Lo importante es que la vida continúa. Una de estas tardes murió La Tasha, la perrita que nos acompañó más de diez años. Ella era poblana y se volvió comiteca. Se fue como llegó: de improviso. En la mañana le di su fruta (todas las mañanas celebraba que le aventara trozos de mi desayuno. Ah, nunca vi a alguien celebrar tanto el maná que le llegaba del cielo), pero cuando regresamos del trabajo la encontramos mala. Paty me dijo que estaba fría. La llevamos con el veterinario y éste nos dijo que, en efecto, estaba muy mala. En la noche el veterinario nos habló para decirnos que había muerto. Nos pusimos tristes en casa. Ayer, Paty trajo a La Pigosa, una perrita que es cruza de chihuahueño con maltés, bien comiteca, tanto que su ladrido, por el momento, tiene el cantadito que tenemos los comitecos cuando hablamos. Como es perrita de esta generación, cuando crezca se le quitará el cantadito y adoptará el tono con que los jóvenes hablan el día de hoy. Todos estamos contentos en casa, menos El Misha, nuestro gato que también nació en Puebla. El Misha está "chipi", en una rara mezcla de asombro, nostalgia y encabronamiento. Vio invadido su territorio, de la noche a la mañana. Ahora que escribo esta Arenilla, La Pigo juega en la sala con un muñeco de peluche que pretende ser el sustituto de su perra madre, mientras El Misha ya salió al patio para ver qué novedades le depara el día, aunque (no podrá ignorarla) la novedad es la perrita. Tal vez algún día se hagan "compas" como compas fueron La Tashita y él. Mientras tanto la vida continúa y esto es la maravilla que encontramos en el patio esta mañana.