martes, 3 de abril de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE ESTÁ ROMEO




Querida Mariana: En esta fotografía está Romeo. La foto, en plan de juego, en lugar de representar el clásico Romeo y Julieta, bien pudiera llamarse Romeo y Rosario (o bien las dos erres). Esto es así, porque mi ex compañero de la preparatoria, Romeo Ruiz Gordillo, está al lado del mural donde aparece Rosario Castellanos.
¿Me creerías si te digo que Romeo caminó estos corredores en 1974, siendo alumno de la preparatoria? Así es, en ese año concluimos la preparatoria y muchos viajamos a la ciudad de México para estudiar. La mayoría de esos muchos con el sueño de entrar a la Universidad Nacional Autónoma de México. Romeo presentó examen y entró a la UNAM.
¿Cuál fue la diferencia entre Romeo y los demás? Que Romeo, no sé por qué circunstancia, ya no regresó a Comitán. Bueno, sí sé el motivo: Él, junto con sus hermanos, tenía la encomienda divina de representar a Comitán en aquella mega ciudad. Su encomienda era trepar el sonido de la marimba en lo más alto de la Torre Latinoamericana; que se derramara en los mármoles exteriores del Palacio de las Bellas Artes; que levitara por encima del agua del lago de Chapultepec y se columpiara en los árboles del bosque del mismo Chapultepec.
Para que tengás el contexto te cuento que Romeo (junto con sus hermanos) fue integrante de la Marimba Orquesta Maderas de Comitán, grupo musical que fundó y dirigió su papá, don Ricardo Ruiz Soto. Medio mundo de Comitán, de los años sesenta, recuerda con emoción la presencia del papá de Romeo. Era, además de un excelente ejecutante de marimba, un hombre espectáculo, porque, entre melodía y melodía, hacía un entreacto donde declamaba un texto que se hizo famoso.
¡No, no!, por favor, querida Mariana, no me exijás que te diga con precisión el texto. No lo recuerdo. Apenas tengo escrito el final en una libreta. Lo copio para que veás por dónde iba el asunto. La marimba hacía una pausa y don Rica declamaba y, en las últimas líneas, decía: “…Entonces el cadáver se levanta y me dice: Ah, chingüengüenchón, me has matado a traición, indio jetón”. Era el momento de catarsis, porque todos los que estaban en la fiesta se botaban de la risa y aplaudían. En el siguiente festejo le pedían a don Rica que declamara el texto y el papá de Romeo los complacía.
¿Mirás por dónde iba el asunto del texto? Su columna vertebral era la contradicción. ¿Cómo que el cadáver se levantó y habló? Recuerdo otra línea que, más o menos, decía: “…una pistola, sin cacha, ni balas”. Sí, ya te diste cuenta de la hilaridad que provocaba. Sobre todo, porque don Ricardo lo decía con gracia especial, gracia que heredaron sus hijos. Don Ricardo fue todo un personaje en el pueblo, y sus hijos también. Existe registro de otras familias que se han incorporado a la música, pero una de las más reconocidas fue la de don Ricardo y sus hijos. La luz de la tradición fue tan intensa que los herederos la han continuado. En la ciudad de México ellos siguen interpretando la marimba en diversos actos sociales y culturales.
Sí, por eso, Romeo ya no regresó a Comitán, como sí lo hicimos muchos. Tenía la encomienda divina de colgar los sonidos de la marimba en los cielos llenos de smog de aquella megalópolis.
Por eso, cuando, el pasado febrero, lo encontré en los corredores donde nos conocimos y donde estudiamos supe que su hilo de identidad es intenso y fuerte.
¿Qué pasó, Romeo, cómo estás?, fue mi pregunta, y él dijo que había viajado a Comitán, junto con su esposa, para acudir al templo de San Caralampio.
Pensé entonces que así como muchos realizan el Camino de Santiago, en España, él realiza, de vez en vez, el Camino a La Pila, porque sabe que el agua de los chorros y el aire de la Ciénega son los elementos que fortalecen su espíritu. Vino a bañarse con la lluvia de las flores del tenocté, a tomar un vaso de atol de granillo, a comer un pan compuesto, a recibir la bendición infinita del santo, a escuchar el sonido del aire que, desde siempre, lleva en sus nubes el canto de las tiucas y el sonido de la madera del hormiguillo.
Romeo y sus hermanos se quedaron en la ciudad de México porque tenían la encomienda de honrar a su padre, a través del sonido de la marimba.
Comitán no se ha dado cuenta cabal, pero alguna tarde debía nombrar a los hermanos Ruiz Gordillo Hijos Predilectos de este pueblo, porque han llevado la tradición de la marimba comiteca hasta aquellas regiones donde otros sonidos son los que predominan.
A manera de juego podía nombrar esta foto como la foto de Romeo y Rosario, porque ambos han puesto el nombre de Comitán en lo alto de la liana. Rosario en la literatura y Romeo (con sus hermanos) en la música.
Cuando Jorge Domínguez saluda a Mario (hermano de Romeo) siempre le dice: “Electrocútame, espántame, asústame”. No sé, pero quiero pensar que es, también, alguna forma coloquial con la que el papá de Romeo saludaba a la audiencia.
Romeo vino a llenarse con los eques de la enrama del templo de San Caralampio, vino a caminar por los corredores del Centro Cultural que, en 1974, lo vio graduarse de bachiller.
Posdata: Ahí lo hallé, ahí lo saludé, ahí lo vi, al lado de Rosario. Supe entonces que si, como dijo la nana de la novela “Balún-Canán”, el viento es uno de los guardianes de este pueblo, otro guardián es la música, la música con tambor y pito y la música con ¡marimba!
¡Electrocútame!