lunes, 16 de abril de 2018

LA TARDE QUE EL DIRECTOR GENERAL DE CONECULTA-CHIAPAS ME ENVIÓ AL COSTAL DE “LOS OTROS”




Rosario Castellanos cumplió noventa años en 2015. Dada la relevancia de la vida y de la obra de la escritora, varias instituciones oficiales editaron un libro para conmemorar tal fecha. El libro se llama “Poesía fuiste tú. A 90 años de Rosario Castellanos”.
No es casualidad que nueve escritores aparezcan en dicho libro. No lo es, porque, quienes imaginaron dicho libro, tienen conocimiento de que “Balún-Canán” significa “Nueve guardianes o nueve luceros”. Comitán, pueblo-herencia de Rosario, lugar donde ella vivió su niñez y parte de su adolescencia, y que fue la luz para el proceso creativo de dicha novela, está señalado por ese simbólico número nueve.
Un día, de manera generosa, recibí la invitación para participar con un texto. Lo escribí y lo envié. Mi textillo se llama: “Un rosario para Rosario, desde Comitán”. El texto apareció publicado al lado de los otros ocho, con lo que el Nueve dio forma a la figura simbólica.
¿Cuáles son los otros ocho textos que aparecen en el libro? Aparece un texto de Guadalupe Loaeza, que se llama “Aquellos ojos tristes de una tal Rosario”; se reproduce una entrevista que Rosario concedió a Emmanuel Carballo; la poeta Dolores Castro dividió en dos su aportación, la primera se llama “Caminando con Rosario Castellanos” y la segunda es un acercamiento a la obra de su amiga que tituló “La poesía de Rosario Castellanos”; Beatriz Espejo envió un texto que se llama “Rosario Castellanos: sus juegos creadores”; Pável Granados se enfocó en el trabajo periodístico de la escritora, su texto tiene el siguiente título “Rosario Castellanos, periodista”; El narrador David Martín de Campo escribió “El espejo de Rosario”; Lauri García Dueñas se concentró en la personalidad nubosa y tituló su texto de la siguiente manera: “Rosario Castellanos: Destino, fatalidad y amor desoído”; y el texto que cierra el libro se llama “Rosario Castellanos y Jerusalén”, de María Teresa Miaja.
Los simbólicos nueve textos son piezas de un mínimo rompecabezas que aportan una imagen de la escritora. El libro tiene un plus (mojol de lujo): incluye los discursos de quienes han recibido la Medalla Rosario Castellanos (hasta 2015).
En la presentación que redactó Juan Carlos Cal y Mayor Franco, Director General de CONECULTA-Chiapas, dice que el libro “…es una edición que nos permite reflexionar en torno a su vida y su obra a través de algunos de los grandes autores de las letras mexicanas: Guadalupe Loaeza, Emmanuel Carballo, Dolores Castro, Beatriz Espejo, David Martín del Campo, entre otros.”
Sí, yo entiendo que los cinco escritores mencionados por el licenciado Cal y Mayor Franco son “grandes autores de las letras mexicanas” y los otros cuatro (que nos envió al costal de “los otros”) no pertenecemos a tal categoría.
Lo menos que puedo decir de mi destacado paisano es que no fue inclusivo, usó un rasero discriminatorio, cuando la calidad del libro exigía un rasgo mínimo de diplomacia, donde los nueve autores estuviéramos incluidos sin distingos, tal como aparecemos en la publicación.
Y entonces pensé, sólo como juego, qué pensaría él (Director General de CONECULTA-Chiapas) que alguien empleara su mismo método en un texto de presentación donde aparecieran los treinta y tantos directores de los institutos de cultura de la república mexicana. ¿En dónde aparecería él? ¿En el apartado de “grandes intelectuales” o en el costal de los otros?
Y sólo como mero juego busqué en el Internet, el nombre del Director de Cultura de Yucatán y hallé que es Roger Metri Duarte, y en su mínima biografía encontré que es narrador, poeta y ensayista, premio nacional de poesía y premio estatal de literatura.
Y luego, sólo como mero juego, busqué en Google, el nombre del Director General del Instituto Veracruzano de la Cultura y hallé que es Enrique Manuel Márquez Almazán, único violinista mexicano que ha debutado en Carnegie Hall y es graduado de la Universidad de Harvard.
Y luego, sólo para seguir el juego, escribí el nombre de Juan Carlos Cal y Mayor Franco, en el buscador, y hallé que estudió la licenciatura en Derecho, en la Universidad de Guadalajara, que ha sido diputado local y que ha ocupado diferentes cargos en la administración pública.
Y pensé que si yo debiera redactar un texto que mencionara a los treinta y tantos directores de cultura de los estados, a todos, ¡de veras!, los metería en el mismo costal, porque (a pesar de las abismales diferencias intelectuales) todos tienen cargos semejantes.
En el libro “Poesía fuiste tú. A 90 años de Rosario Castellanos” aparecemos nueve escritores. El director general de la cultura de mi estado nos mandó a cuatro en el costal “de los otros”. Le faltó, digo yo, un poco de tacto, un poco de diplomacia, un poco de respeto al trabajo “de los otros”.