sábado, 21 de abril de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE VUELAN PALOMAS




Querida Mariana: Luis Aguilar, nuestro escultor comiteco, no lo calculó así; las palomas no tienen conciencia del acto; es decir, a las palomas les da lo mismo estar sobre una escultura, que sobre un dintel, que sobre un tejado o que sobre el piso.
Y digo que Luis Aguilar no lo calculó así, porque la escultura no estuvo pensada para que dos palomas se posaran sobre ella, para que fuera un palomar, ¡no!
La escultura en cuestión está frente a la cafetería “El centro”, muy cerca de donde varias mujeres venden tamales, empanadas, atoles y pozol; y es una de las muchas esculturas que artistas de todo el mundo realizaron en los simposios que promovió Luis, en nuestra ciudad.
Si a las palomas no les importa estar encima de una escultura, entonces, la siguiente pregunta es válida: ¿Para qué, Luis, impulsó los simposios?
Bueno, la respuesta es jabonosa, porque el terreno del arte es subjetivo.
¡Ah!, si todo fuera como las respuestas sencillas. ¿Para qué las mujeres venden los tamales en ese espacio? Pues porque es su manera de sobrevivencia. Ellas cocinan e improvisan sus changarros en el parque central, porque saben que hay personas que necesitan (así, de manera apresurada y de costo bajo) saciar el hambre. No todo mundo tiene suficiente paga para desayunar en un restaurante. Muchas personas piden un pozol y una orden de empanadas, porque el precio es muy asequible. La respuesta es sencilla, casi simple. Pero, cuando la pregunta es: ¿Para qué promovió Luis los simposios de escultura?, la respuesta se complica tantito.
¿Hubo un interés económico de parte suya? ¿Hubo un intento de trascender legando a su pueblo estas obras? ¿Hubo una tentativa de acercar el arte al pueblo y viceversa? ¿Hubo un esfuerzo por hacer que en algunos niños y jóvenes naciera el gusto por ser como ellos, los escultores del mundo? ¿Hubo una intentona por hacer de Comitán una ciudad muy cercana a lo que es, por ejemplo, Florencia?
Como no es una respuesta simple, ya que surgen muchas interrogantes, es aventurado tratar de responder desde afuera.
Lo más sencillo sería acercarse a Luis y pedirle que diera sus razones de tal proyecto. Pero, como (me conocés) me gusta trazar cuerdas donde sólo hay vacío, intento deslizar algunas posibles respuestas. Y mi intromisión la justifico de la siguiente manera: No puedo ser como paloma (ni ser como dicen que es la caca de paloma, que no hiede ni huele). ¡No! Los comitecos sí debemos tener plena conciencia del lugar donde se posan nuestras miradas. No es lo mismo que nuestro espíritu esté posándose sobre una escultura (casi casi como si ese espíritu fuese una paloma divina) o que se pose en el suelo.
¿Ganó dinero Luis con este proyecto? No lo sé. Espero que sí, porque sería ilusorio y utópico que todo fuera como un mero proyecto por amor al arte. Como bien sostienen los artistas ¡nadie come del aire! Los artistas (de manera especial) deberían (en este país) tener los suficientes estímulos para crear el arte que entregan al pueblo. El otro día, querida Mariana, llamó mi atención una frase del escultor Robertoni Gómez, a quien le adeudan el monto de un mural. Robertoni dijo (cito de memoria y mi memoria es pichancha) que en lugar de ser creador andaba de cobrador. Una pena que en Chiapas y en todo el país, la creación no sea bien comprendida.
No tengo la referencia completa de cómo Luis Aguilar logró los apoyos para realizar los simposios. Parece ser que halló eco en la autoridad municipal y ésta financió alguna parte importante, lo que permitió que Luis invitara a amigos escultores de varios lugares del mundo. Muchas personas aún recuerdan las mañanas y tardes en que los artistas trabajaron al aire libre, a la vista de todos. Ese, creo, era uno de los objetivos de Luis (lo que da una posible respuesta a la pregunta de sembrar la pasión por la escultura en niños y jóvenes comitecos). ¿Cómo los creadores realizan su obra? ¡Uf!, muchos de ellos lo hacen en sus estudios y son egoístas en compartir el conocimiento. En los simposios que se realizaron en Comitán, todas las personas pudieron acercarse y contemplar el proceso de creación. El patio de la casa se convirtió en el laboratorio creativo y, sin duda, fue emocionante seguir el proceso donde una simple piedra o un pedazo de metal o un fragmento de mármol o un trozo de madera abandonaban su forma natural y adquirían el rostro de un elemento simbólico.
Los seres humanos no somos palomas, por lo tanto, nuestra posición ante una escultura difiere mucho. No obstante, he visto (en dos o tres esculturas) cómo los niños suben a ellas y las montan como si fueran caballos y se deslizan como si fueran toboganes. Los niños juegan y esto es bueno. Esto, tal vez, responde a otra pregunta, Luis logró con esos simposios que el arte estuviera en el paso del peatón y fuera motivo de juego. Los artistas (se ha dicho desde siempre) juegan cuando crean, son como niños. Por esto, no hay cosa más hermosa que un grupo de niños observando un cuadro en un museo, tratando de acercarse y tocarlo. Porque los niños no se conforman con tocar con la mirada, necesitan hacerlo con todos sus sentidos. En el juego, los niños tocan, huelen, besan, comen. El objetivo mayor del arte es precisamente ese: Que el espectador se coma la obra con todos sus sentidos, que no deje residuos, que sea un comensal satisfecho.
A la segunda pregunta digo que sí. Luis ha legado un acervo artístico al pueblo. Donde no había más que aire, Luis colocó un busto de Rosario Castellanos o un grupo de músicos. ¿Ha ganado dinero con ello? Por supuesto que sí, pero ha sido una manera muy honesta y honrosa de hacerlo. Ganan más dinero todos los que, en esta temporada electoral, se dedicarán a tapizar las calles del pueblo con pendones de plástico promocionando los rostros de los candidatos y estos pendones sólo causarán basura. La propuesta estética de Luis, por el contrario, llena de luz los espacios y los hace más agradables, más confortables, más dignos.
¿Hubo un intento por hacer de Comitán una ciudad artística? ¡Por supuesto que sí! Luis pensó en llenar con arte las calles.
No lo aquilatamos de manera suficiente, pero los simposios y la cesión de las obras por parte de los artistas que participaron le dieron un rostro más pleno a nuestra ciudad. Conozco muchas ciudades que están plagadas de placas donde los gobernantes, de manera ególatra, promocionan como suyas obras que construyeron con dinero del erario. Conozco pocas ciudades que, como Comitán, tengan corredores con espacios escultóricos. A Comitán (habrá que decirlo) le falta valorar tales obras y colocarlas de tal manera que la gente sepa que eso hace diferencia. Luis se molestó un día que dije que los comitecos no sabíamos qué hacer con esos “armatostes”, el término que empleé (lo dije en su momento) no lo había dicho yo, lo había dicho una persona que (con razón) había mencionado que las esculturas estaban como amontonadas sin criterio estético. Luis explicó, después, que el proyecto contemplaba la construcción de un espacio escultórico que albergara las obras, como sucede, por ejemplo, en la ciudad de Xalapa, donde existe un jardín hermoso para que la gente camine, descanse, platique y conviva en medio de esculturas y de una zona arbolada maravillosa. Por desgracia, en Comitán tal proyecto no se concretó. Es un pendiente cultural. En una fotografía que Manolo Morante subió al Facebook se ve un andador con esculturas, en Campeche.
Comitán es pueblo mágico. No creo que en la carpeta de bondades hayan incluido las piezas escultóricas, pero debieron hacerlo, porque hace diferencia positiva.

Posdata: Estas palomas no reconocen la diferencia. Para ellas es lo mismo estar sobre la rama de un árbol que sobre una escultura (Juan dice que las cagan igual). Estas palomas no saben (no pueden saberlo) que en la explanada del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey existe la escultura en bronce de una enorme paloma. La escultura es de Juan Soriano, talentosísimo artista mexicano. Estas palomas no saben que allá (¡mirá qué prodigio!) una tarde, alguna paloma viva se posa sobre la cabeza de una paloma de bronce y sostienen un diálogo insólito e infinito, gracias al arte.
No sé bien a bien qué piensan los comitecos de ahora con respecto a esas esculturas. ¿Detienen tantito su paso y las ven? ¿Las aprecian? ¿Les dan ganas de grafitearlas? ¿Creen que vale la pena alterar el espacio con esas obras? ¿Las siguen viendo como armatostes? Digo que no lo sé. Lo único que sé es que yo puedo decir que en mi pueblo las palomas no sólo se detienen en pretiles o en balcones o en tejados; puedo decir que, en Comitán, las palomas sobrevuelan el parque central y se mojan en la fuente y se posan sobre esculturas, objetos de arte, objetos que esperan lecturas inteligentes de ocasionales espectadores.
Comitán es pueblo mágico por una infinidad de dones. Un mojol es el hecho de que en sus plazas hay esculturas realizadas por artistas de todo el mundo, quienes, una tarde, llegaron a este pueblo y las trabajaron y las donaron para que nuestro entorno fuera más amistoso, más de vuelo de paloma.