sábado, 16 de marzo de 2019

CARTA A MARIANA, CON AROMA DE HORMIGUILLO




Querida Mariana: Hoy hablaré de marimbas; es decir, hablaré de un pájaro maravilloso que tiene su nido en esta parte del mundo. Agustín Lara escribió una canción en la que nos sugiere escuchar la marimba, ¡escucharla! Don Tin Larín dice: “Oye la marimba / cómo se cimbra / cuando canta para ti…”
¿Mirás? (bueno, ¿oís?). Don Agustín dice que la marimba ¡canta!, canta para vos, para mí, ¡para todos! Para todos los que están dispuestos a escuchar, una práctica que ahora está en desuso. Los jóvenes de ahora ya no oyen la música. Recuerdo a mi abuelo Enrique limpiar con una franela un disco de acetato, colocarlo en la consola y sentarse en su mecedora para escuchar la melodía. Se veía en su mirada cómo la música colocaba lucecitas en sus ojos. Mi abuelo escuchaba, oía, disfrutaba la música. Muchos de sus discos contenían música en marimba, de los grandes grupos musicales de Chiapas y de Guatemala.
Y ahora que digo Chiapas y Guatemala recuerdo lo que el poeta Roberto López Moreno vino a entregarnos la semana pasada, cuando estuvo en Comitán. Roberto trajo dos libros, uno de poesía y otro que se llama “Entre el invento y el “origen”. La marimba”. Con este libro nos da un sacudón, nos dice que los habitantes de esta región debemos sentirnos orgullosos de ese instrumento musical y debemos reconocer que la gloria del invento de la marimba le corresponde a Chiapas y a Guatemala; en Chiapas, don Corazón Borraz fue el inventor de la marimba, la inventó en aquella maravillosa tierra que se llama Venustiano Carranza; en Guatemala, don Sebastián Hurtado fue la persona que descubrió este instrumento. López Moreno nos habla de finales del siglo XIX.
Sí, el poeta nos vino a decir que erradiquemos la idea colonialista de que la marimba llegó de África, nos recomendó que cimentemos la idea nacionalista de que la marimba es producto de esta tierra, tierra en la que sigue siendo el instrumento que nos identifica, que viste de lujo nuestro tejido cultural. Roberto nos vino a decir que la marimba que escuchamos en las fiestas, en los entierros, en los actos cívicos y religiosos, y en todos los guateques, no está construida en África, está construida en Chiapas y en Guatemala.
Sí, querida mía, mi abuelo escuchaba discos de los Hurtado, de Guatemala, y de los Nandayapa, de Chiapas.
Pero esto que cuento fue la semana pasada, ocurrió cuando López Moreno estuvo en el Centro Cultural Rosario Castellanos y compartió su palabra y su pensamiento con la audiencia que asistió.
Hoy ocurrirá un acto que camina por la misma senda. ¿Coincidencia? Sí, porque es un acto coincidente. Hoy, 16 de marzo, a partir de las seis de la tarde, en el Teatro de la Ciudad, presentarán el libro “Tú puedes hacer una marimba”, del comiteco Ramón Alejandro Palacios De León.
¿Mirás qué fantástica coincidencia? Este libro apuntala la idea de Roberto López Moreno, nos dice que en Chiapas está el bolcojosh donde sale esa hormiga culoncita y bailadora que nos da identidad.
Algo que está fuera de discusión es la importancia que la marimba tiene en nuestras vidas. Es cierto, ahora la marimba ya no se escucha con la profusión de antes, ha perdido su sitio de honor. ¡Es una lástima! A ver, una tarde de éstas fui al cumpleaños de un amigo (fue comida), al entrar vi el salón lleno de gente alegre, comiendo botanitas y tomando cervezas, en honor al festejado. En un esquinero estaba el cantante, encargado de amenizar el guateque, seleccionaba una pista musical y se aventaba sus gorgoritos, afinados, por cierto. Ese mismo día, en la noche, encendí la computadora y entré al Facebook, ahí vi fotografías de la celebración de cumpleaños de un amigo periodista, en San Cristóbal. Su festejo no fue en un salón, él lo preparó en el jardín de su casa, por lo que colocó carpas en donde, igual que en la fiesta de mi amigo comiteco, muchos amigos y familiares de él celebraban con sabrosas botanitas y cervezas un año más de vida del festejado. La diferencia era ¡la marimba! El periodista coleto (oriundo de Yajalón) contrató marimba para que ésta, como dijo Agustín Lara: se cimbrara al cantar para la concurrencia.
¡Ah, la marimba! Te he platicado que antes los enamorados llevaban serenatas a sus amadas, ¡con marimba! Una tarde (gris, en el plano espiritual y en la senda de identidad) a alguien se le ocurrió llevar serenata con mariachi (maravilloso grupo musical, cuyo nido está afincado en Jalisco) y todo sonó bonito y (¡codos!) resultó más barato. Los enamorados (¡marros!) colocaron el amor en una balanza, en el otro platillo ¡el dinero! Hicieron cuentas y dijeron que la serenata con mariachi salía ¡más barato! ¡Ah, nunca lo hubieran hecho! Porque de ahí en adelante todo fue más económico: dieron serenatas con casetes, desde el auto; y dieron serenatas con tecladistas, ¡con tecladistas, Dios mío!, o con cantantes que seleccionan pistas musicales. Hoy, la marimba sobrevive gracias a algunos románticos que son amantes a la antigua y que como bien dice Roberto Carlos, cantautor brasileño: “…suelen todavía mandar flores…”. La marimba sobrevive (¡Qué prodigio!) por las autoridades que mantienen la marimba municipal y estimulan las tardeadas en que muchos danzantes botan la polilla en el parque central. La marimba sobrevive gracias a las corporaciones religiosas que en las novenas de vírgenes y santos pagan la audición en los atrios. La marimba sobrevive gracias a los melómanos que están apasionados con este instrumento musical chiapaneco y siguen escuchando los discos en sus casas. La marimba sobrevive, gracias a las estaciones de radio que tienen programas especiales. La marimba sobrevive cuando se menciona la palabra marimba, cuando ésta pasea, baila y corre por los patios de las casas, por los valles de las rancherías y por las plazas iluminadas.
Los dos libros mencionados son actos de generosidad. Roberto nos entrega un libro lúcido en el que explica el concepto de invento y nos conmina a reconocernos en la genialidad, a aceptarnos como seres dotados de creatividad. Roberto nos dice, en su libro, que aceptemos la grandeza de nuestra gente chiapaneca. Alejandro, por su parte, nos entrega un libro con su experiencia, él no es un experto en construcción de marimbas, pero un día se atrevió a construir una. En este libro trasmite, generoso, esta experiencia.
En Chiapas ya no hay más de treinta constructores de marimbas (marimberos). El conocimiento puede extraviarse. Alejandro consultó en Internet y encontró muy poca información para conseguir su deseo; Alejandro se topó con una natural y equivocada actitud en los maestros constructores, un celo que los lleva, como muchas cocineras tradicionales, a guardarse la receta y, si el destino obliga, a llevársela a la tumba.
Por esto digo que estos dos libros vienen a dar luz al callejón cultural de Chiapas. Ambos libros nos hablan de un orgullo, nos mueven a reconocer a la marimba como un elemento fundamental de identidad.
Roberto nos dice que en Oaxaca se escucha marimba, pero este instrumento no es el hilo que da cuerda a su emoción, los oaxaqueños tienen a la banda como su motivo fundamental de vida. La música de banda es la línea de luz que ilumina el corazón de los oaxaqueños. De igual manera debemos reconocer que la música de marimba es la liana en la que los chiapanecos ponemos nuestro corazón a cabalgar.
Imaginemos tantito, sólo tantito, qué pasaría si desapareciera la marimba en Chiapas. Imaginemos tantito, sólo tantito, que todas nuestras pachangas y nuestros rituales religiosos y cívicos y los bautizos y las bodas y los entierros estuvieran acompañados por tecladistas o por cantantes con pistas musicales. Imaginemos tantito, sólo tantito, que, a mitad del patio central de una casa comiteca, bellísima, con piso de ladrillo y corredores llenos de helechos, alguien se parara y, en lugar del grito festivo de: “Cotz para los marimberos”, tuviera que decir: “Cotz para el tecladista”. ¿Qué pasaría a la hora de la diana, diana, conchinchín? ¿Qué a la hora que se va la luz y el tecladista se queda vacío de tan vacío?
Roberto López Moreno estuvo en Comitán la semana pasada y nos dejó su libro “Entre el invento y el “origen”. La marimba”, para que recordemos que no es casualidad que el constructor de la marimba se llamó Corazón; no es casualidad, porque cada chiapaneco tiene, en su corazón, savia de este instrumento maravilloso.
Posdata: Hoy, R. Alejandro Palacios De León hará lo propio, entregará el libro a su pueblo, para decir que en Comitán también hace aire y que la madera no sólo sirve para hacer cruces o para hacer bancas, que también se emplea para construir instrumentos que otorgan vida, mucha vida. Yo que vos, voy al Teatro, en la tarde.