viernes, 1 de marzo de 2019

LLENO DE LUZ, DE SOL, DE HILO DE AGUA




Imaginá que te llamás patio, que sos patio. Podés elegir entre ser patio de casa moderna o patio de aquellas casas comitecas, con cuatro corredores y sitio en la parte posterior.
Podés elegir entre tener un domo o ser un patio desnudo, abierto al cielo, al aire, a la bendición de la lluvia, a la luz del sol y del reflejo de la luna.
Si sos patio serás apreciado por todos los de casa y por los invitados, porque a éstos les resultará muy agradable reunirse al lado de tus ojos y boca, encima de tu panza. Podrás ver cómo, todas las mañanas, a la hora en que el sol ya dejó de ser tierno, los nietos sacarán al abuelo, lo sentarán en una mecedora, le colocarán una frazada en sus piernas y dejarán que el sol caliente sus huesos que se preparan para deshacerse, en tres o cuatro años, cuando ya duerma en la tumba.
Podrás ver cómo los niños, después de hacer su tarea, todas las tardes sacan sus juguetes de las cajas y juegan encima de tu pecho, ahí, sobre el corcel de tu corazón, se realizarán las más asombrosas guerras galácticas y no faltarán algunos niños románticos que jugarán a los clásicos juegos entre policías y ladrones, o federales contra narcos. Las niñas, como lo han hecho desde siempre, desde el inicio de los tiempos, jugarán a la comidita o arrullarán a muñecas o jugarán a la doctora y a la enfermera o saltarán la cuerda y platicarán acerca de niños y jugarán a besar su mano, imaginando que besan los labios del niño de sus sueños.
Podrás ver cómo los colibríes llegan como nubes en tormenta calurosa y mueven sus alas como si éstas fueran un muestrario de deseos o una retahíla de reclamos divinos. Verás cómo los colibríes liban la miel de esas flores que nacen de la planta llamada nube, de esas flores que son hijas de la planta que se llama lavanda. Los verás aletear los sueños, saber que, como dice la leyenda, cuando un colibrí bese tus ladrillos algún espíritu cercano te visita, posa sus pies alados para recordarte que la vida es un continuo, una fila de piedritas que forman el sendero.
Si elegís ser patio de casa señorial comiteca podrás oler cada mañana el aroma de los ladrillos húmedos, a la hora que la señora de la casa riegue las buganvilias y los helechos. Sentirás el aleteo de las chinitas, el murmullo de los grillos, la alharaca de los loros y la bulla de los chuchos que se somatan en la puerta cada vez que la mujer que vende atol toca con su mano calluda.
Imaginá que sos patio, que en vos se concentra la luz del día, el agua de la lluvia infinita, la oscuridad de la noche eterna. Serás testigo de los misterios que se enredan cada vez que la niña bonita de casa se esconde detrás de un pilar y permite que su chico, por debajo de la blusa, libere los canarios que están prisioneros en las copas de un sostén.
Las casas tienen muchos espacios maravillosos, cada uno tiene funciones vitales: La recámara, la sala, el oratorio, el baño, la cocina. Los mencionados son espacios, digamos, privados, íntimos. No todo mundo entra a la recámara de los papás, no todo mundo tiene acceso a la cocina. Por el contrario, si vos elegís ser patio ¡serás aire para todos!, para los de casa y para los ajenos. Tus arterias dan vida a todos los corazones que se acercan con pies alterados o pies cautelosos.
Imaginá que te llamás patio, que sos patio, que sos la cuerda en que se enreda el aire, en que saltan las niñas con sonrisa de colibrí, con pechitos dulce de durazno.