lunes, 25 de marzo de 2019

UNA DE ESCRITORAS




El sábado 23 de marzo presentaron el libro “Primera Antología de Escritoras Mexicanas”, en el Centro Cultural Rosario Castellanos, en Comitán. Y fue así, porque (platicó Elsa D Solórzano) Ana Cristina Liceaga deseó presentar este libro en la tierra donde creció Rosario Castellanos. Algo intuyó Ana Cristina, tal vez tuvo la sensación de que la luz de este pueblo iluminaría el sendero, porque, al término de la presentación, el Vicecónsul de Guatemala, Fernando Castro, le ofreció la posibilidad de presentar el libro en Guatemala.
Elsa y Ana Cristina presentaron la “Primera Antología de Escritoras Mexicanas”, en San Cristóbal de Las Casas y en Tuxtla Gutiérrez, en la gira por Chiapas, y la coordinadora de la antología le dijo a Elsa que debían presentarla en Comitán, y en Comitán, el poeta Arbey Rivera, Director del Centro Cultural, les dio la bienvenida ante una nutrida concurrencia de más de sesenta asistentes.
El vicecónsul de Guatemala es un asistente regular a actos culturales que se ofrecen en la ciudad y entusiasta promotor de la relación de su país con México. La propuesta tomó por sorpresa a las presentadoras. Una hora antes, ellas no imaginaron que su presencia en Comitán hilara esta posibilidad, la de llevar el libro, como dicen los clásicos, allende las fronteras. Aunque, en Comitán se sabe que hay más distancia de México a tierras chiapanecas que de éstas a Guatemala. Acá sabemos, como dijo el poeta, que somos plumas de una misma ala.
Los comentaristas fueron el arquitecto Luis David Ramírez Solórzano, quien dijo que el libro le había parecido un Masaje Mental; la poeta Clara del Carmen Guillén, quien esbozó generalidades acerca del género literario llamado cuento; y la promotora cultural Angélica Altuzar, quien definió al libro como un Manantial de Voces.
Ana Cristina Liceaga Ruiz platicó cómo fue la gestación del libro, dijo que en algún momento se preguntó: ¿Qué escritoras mexicanas hay que no sean las mismas?, ¿cuáles son las nuevas voces femeninas?, y estas preguntas dieron pie al concurso, a la selección de veinticinco textos entre más de cuatrocientos recibidos, al prólogo escrito por Mónica Lavín y a la presentación de la antología en la FIL 2018, de Guadalajara.
Por su parte, Elsa D Solórzano, quien nació en Monterrey, pero radica en Tuxtla Gutiérrez, autora de un texto incluido en el libro, leyó su cuento.
Fue un acto agradable. Siempre es satisfactorio ver un salón lleno de asistentes y presentadores respetuosos. Angélica Altuzar hizo un ejercicio sublime de síntesis. Con una lectura clara y precisa, dio a conocer en dos o tres líneas (no más) su opinión acerca de cada uno de los veinticinco textos. Dijo que lo hizo para motivar a la audiencia a interesarse por el contenido del libro y acercarse a leerlo. ¡Lo logró! Al término de su participación lanzó un remate generoso, dijo que esta antología era “un pozo de agua fresca, limpia y samaritana”. Ah, qué bonita palabra: ¡samaritana! Ella misma se presentó como una buena samaritana.
Mónica Lavín, en el prólogo, fue más estricta, dijo que esta antología “Como todo libro es una apuesta editorial, una estela burbujeante que sólo el tiempo habrá de aquilatar en su justa dimensión.”
A este libro le fue bien en Comitán. Fue recibido por una audiencia magnánima. El vicecónsul de Guatemala, espléndido, abrió una ventana para que vuele por la tierra del quetzal.
Elsa D Solórzano dijo que empleaba un término de moda: visibilizar; dijo que esta antología pretendía hacer visible la escritura de mujeres. Bueno, pues en Comitán se hizo visible en forma espectacular. Fue una buena tarde. La audiencia rio cuando Elsa comentó que el horario de presentación era inusual (cinco y media de la tarde), dijo que era un horario de piñata. Al final de la tarde, quienes estuvieron en la mesa de honor supieron que habían quebrado una piñata llena de frutos celebratorios.
Fue una buena tarde.