miércoles, 20 de mayo de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN PARQUE MÍTICO




Querida Mariana: Alguien subió a redes sociales esta fotografía (le concedo todo el crédito). Te paso copia porque, a pesar de que no tiene buena calidad, te darás una idea de cómo era el parque de La Pila, de Comitán, en los años setenta. La foto está tomada desde lo alto de la escalinata del templo y corresponde a una escena de la película Balún-Canán. Algunas escenas de dicha película fueron filmadas en el pueblo (hace días falleció la gran actriz Pilar Pellicer, “La Choca”, quien participó en dicha película.)
Cuando el tío Edmundo vio la foto me dijo que no, que por ahí no pasaban tantas carretas. Le expliqué que era una recreación cinematográfica, libre.
Nunca, en la realidad real, sucedió esta escena, donde un grupo de carretas va como si fuera una serie de combis en la actualidad.
Te mentiría si dijera que me acuerdo de esta escena en la película. Debo volver a verla. Por ahí tengo una copia de la película que, un día, hizo favor de darme el licenciado David Esponda, actual director del Teatro de la Ciudad.
Lo que sí recuerdo es la escena del panteón municipal que fue filmada en el panteón de nuestro pueblo.
Cuando ocurrió la filmación no estaba en Comitán. Andaba de estudiante de la UNAM, en la Ciudad de México. Por eso, Quique y yo fuimos al Cine México, que estaba en avenida Cuauhtémoc, la tarde de estreno, tarde del año 1977. No podíamos perdernos el privilegio de ver en pantalla grande la adaptación de la novela de Rosario Castellanos; no podíamos dejar de ver a los paisanos que (nos habían platicado desde Comitán) habían participado como extras; no podíamos, sobre todo, dejar de alimentar nuestra nostalgia con las pocas escenas que se grabaron en el pueblo, pero que fueron el puente que nos llevó hasta la tierra amada.
Y así fue, vimos la adaptación cinematográfica, mientras comíamos palomitas. Quique, que había leído con atención la novela de la paisana y que ha sido estudioso de la historia de México, me señalaba, en voz baja, las diferencias del guion cinematográfico, con respecto a lo escrito por Rosario.
Digo que no recuerdo muchas escenas; no recuerdo la escena donde estas carretas desfilan frente al parque de La Pila. ¡Ah!, pero eso sí (dejaría de ser yo) recuerdo la escena donde Pilar Pellicer (que en paz descanse) se desnuda y se acuesta con Ernesto (sobrino del dueño de la hacienda, que fue enviado como maestro, debido a que la ley indicaba que los hacendados debían proporcionar educación gratuita a los hijos de los trabajadores.) Si no recuerdo mal, el actor Fernando Balzaretti fue quien interpretó a Ernesto e hizo travesuras de cama con Pilar.
Lo que quiero mencionar es que, en el año de la filmación, el parque era más pequeño que en la actualidad. La calle donde pasa la carreta en primer plano ya no existe. El parque se amplió y ahora funciona como un generoso atrio para el templo.
No sé vos, pero a mí nunca me ha gustado el parque de La Pila, tal vez porque no tiene vegetación. Si ahora lo veo con pocos árboles, mirá cómo estaba en los años setenta. Salvo la gran ceiba (que acá se ve tantito en una lateral), el parque era una plancha de cemento sin gracia. ¿Quién, digo yo, se sentaba en esas bancas al mediodía? Sólo alguien que estuviera entrenándose para ser faquir y fuera el ensayo previo al de acostarse sobre una cama de clavos.
Los amigos comitecos (a través de cartas) nos platicaron el suceso que significó al pueblo la filmación; de igual manera (esto sí ya no lo contaron) debió ser un acontecimiento sin igual el estreno de la cinta en el Cine Comitán (que era el cine que exhibía las películas mexicanas). Debe haber muchos paisanos de mi generación que recuerdan con emoción dicho momento.
Los amigos nos platicaron que hubo un llamado (no sé bien a bien cómo se dio el proceso) para seleccionar a quienes iban a servir como extras en el panteón (la escena representa el entierro del niño Mario). Los extras comitecos fueron al panteón (vestidos de luto) y recibieron las indicaciones del director, mi tocayo Benito Alazraky.
En ese tiempo no lamenté no estar en Comitán en ese momento histórico. Ahora, si me preguntás, me hubiese gustado estar en la filmación, sólo para ver (aunque fuera de lejos) a ese genio de la fotografía mundial: Gabriel Figueroa.
Sí, don Gabriel estuvo en nuestro pueblo. ¡Ah!, qué visitante tan distinguido.
Posdata: En la foto que te envío se mira el ojo experto de don Gabriel. Insisto, la foto es muy mala, porque, sin duda, está tomada directamente de una pantalla de televisión. El fotograma original debe ser espléndido, porque la toma es espléndida, en primerísimo plano aparece una de las columnas de la entrada al templo y vemos cómo se desplazan las carretas por todo el derredor de la plaza. Se escucha el paso lento de los toros sobre el asfalto y el traqueteo armonioso de las ruedas de las carretas que van cargadas de costales (tal vez -insisto, no recuerdo la escena- llegan del rancho y van a la casa del hacendado, para entregar parte de la cosecha.)
¿Mirás cómo era la plaza en los años setenta?