sábado, 23 de mayo de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN TESTIMONIO VALIOSO




Querida Mariana: La semana pasada subieron en redes sociales un video inédito, en color, donde aparece la escritora Rosario Castellanos. El video es una entrevista muy breve que le hace Erika Vexler, corresponsal de Televisa, en Israel. A pesar de ser muy breve, el documento tiene el encanto de presentar a una Rosario en plenitud, en su cargo de embajadora de México en Israel, en un ambiente fuera de la diplomacia; tiene, asimismo, la cuerda ingrata de haber sido realizada en 1974; es decir, el mismo año del fallecimiento de nuestra famosa paisana. En ese momento nadie hubiese intuido el fatal destino que le esperaba a Rosario el 7 de agosto.
La entrevista puede consultarse en Youtube y es parte de los videos del archivo de Televisa News. Es un documento muy valioso, como son valiosos todos los videos que conforman el archivo de Televisa. Hay muchas personas que critican la labor periodística de la empresa Televisa, pero hay que reconocer el valor histórico que tienen los documentos que están en su archivo. Parte importante de la historia del país está consignado en las cintas que conserva. Uno de esos documentos es la entrevista de Erika.
La entrevista está realizada en un restaurante de Tel Aviv y dura, apenas, minuto y medio. Minuto y medio valiosísimo para los fans de la vida y obra de quien está considerada como una de las grandes escritoras de este país en el siglo XX.
Erika está sentada al lado de Rosario y viendo a la cámara dice: “Acá tenemos a la embajada de México en pleno, encabezada por la señora embajadora, doña Rosario Castellanos”, mientras Rosario ve al lado contrario, donde un mesero, vestido de blanco, con un paliacate rojo al cuello (como si estuvieran en Veracruz) le muestra una charola y le ofrece lo que contiene, Rosario toma un pequeño trozo de algo que parece un totopo. Rosario tiene un corte de cabello de salón y, ¡bendito Dios!, en el video se ve que lo tiene de color castaño. ¡Ah, coqueta, nuestra paisana! Ella, la comiteca de cabello color azabache, quien, en su rancho Chapatengo, un día de los años cincuenta se rapó por completo, en Tel Aviv se pinta el cabello con un tono que muestra su cabeza como un campo de trigo oro antiguo.
Su coquetería se extiende a un discreto collar que pende de su cuello y le llega hasta el pecho, y a un discreto par de aretes de plata, de esos que pueden comprarse en Taxco, que llevan una piedra al centro y terminan en la parte inferior con una serie de fragmentos que forman algo como un penacho invertido.
¿Oíste cómo la presentó Erika? “La señora embajadora, doña Rosario Castellanos.” ¡Claro! En Israel es la funcionaria que representa a nuestro país, es, por supuesto, ¡la señora embajadora! Sus amigos comitecos se refieren a ella como Chayito y los múltiples lectores de su obra literaria también la tratan con confianza y le dicen Rosario. Ella misma, por su carácter, se sentía más a gusto sin el status diplomático, pero lo aceptó con gran orgullo y lo desempeñó con gran efectividad. Rosario le sirvió a México, dentro del país y en el exterior.
Digo que en la entrevista, se acerca otro mesero (éste vestido con una camisa floreada, muy al estilo de los setenta), pero Rosario no lo atiende, porque ya vuelve la vista hacia Erika, quien le pregunta: “Rosario, ¿me permite distraer su atención de los manjares? ¿Qué le parece este restaurante mexicano en Israel?” Rosario, quien exhala armonía y tranquilidad, quien sigue con el totopo en la mano derecha, responde: “Me parece una maravilla. No sé quién dijo, debe haber sido una gente muy importante, pero no lo recuerdo, que el único verdadero amor a la patria, era la nostalgia de la comida. Yo creo que en ese sentido, somos los mexicanos muy patriotas. Y ahora esa nostalgia la podemos satisfacer”, e iluminó su rostro con una sonrisa como si recordara un vaso de atol de granillo, que, sin duda, probó en su infancia.
Yo sugiero que entrés a Youtube, que busqués la página del archivo de Televisa News y veás esta maravillosa entrevista. Tarda apenas minuto y medio, pero es riquísima en conceptos.
Un usuario de las redes sociales, al ver el video, comentó que le gustaría ser atendido así en un restaurante, porque, en efecto, todo el personal del restaurante desfila con grandes charolas ante la mesa donde está, como dijo Erika, la embajada de México en pleno.
Quien, sin duda, es el dueño del restaurante, se acerca a Rosario y le presenta la representación de una trajinera de Xochimilco hecha con una sandía y le dice: “Señora, aunque sea una chalupa, mal hechecita, pero de todo corazón”, Rosario aplaude, se entusiasma ante ese platillo y ríe. Los demás comensales se concretan a ser fieles acompañantes, todas las atenciones especiales son para la señora embajadora, quien vuelve a sonreír en el momento que le ofrecen “unos burritos norteños, estilo mero norte.” Detrás de la mesa hay personas de pie, fotógrafos que, igual que Televisa News, hacen eterno el instante, el instante donde la Embajadora de México visitó un restaurante mexicano en Israel.
El camarógrafo hace otras tomas, abandona la mesa principal y muestra a dos muchachas mulatas que tortean, que colocan las tortillas al comal; y muestra a otro grupo de mujeres que sirven bebidas en vasos de cristal; y luego se mete a la cocina y muestra una serie de ollas expuestas al fuego y un muchacho que ralla queso, y antes del final, una serie de charolas ya servidas. El final es un paneo por el restaurante, lleno de comensales que disfrutan el momento. Tan tan.
Para los comitecos es un testimonio muy valioso, porque tenemos la oportunidad de ver a Rosario el mismo año de su fallecimiento. La vemos plena, sonriente, llena de vida.
Dije que el video tarda minuto y medio. Las imágenes donde aparece Rosario apenas se despliegan en un minuto. No tenemos más que un minuto de ella, no más que la declaración de la cual te pasé copia. Pero su comentario está lleno de verdad. Retoma lo dicho por alguien que no recuerda el nombre y afirma que para quienes están lejos de su país, la nostalgia de la comida les hace amar a su patria.
Pensá ahora en los demás comitecos que están lejos de nuestro pueblo, en los que, por múltiples razones, ahora tienen que vivir lejos de su tierra. Pueden alimentar su nostalgia con mensajes a sus amigos y paisanos, entrando a ver imágenes del pueblo en las redes sociales, pero hay algo que no pueden tener cerca de la orilla de su corazón y de su estómago: los antojitos comitecos. El comiteco que radica en alguna ciudad de Japón puede entrar a Google Maps y darse una vueltecita virtual por nuestro pueblo y ver las transformaciones arquitectónicas y urbanísticas; puede, por supuesto que puede, ver fotos de panes compuestos; de paletas de chimbo; de quesadillas con tzisim; de un buen plato de cocido, con un chile siete caldos; de una tortilla con asiento; de una rosquilla chuja; de un platito con butifarras; de un buen hueso de Tío Jul, pero no los puede tener al alcance de su mano y de su paladar.
Rosario, esa noche de 1974, satisfizo su nostalgia por la patria degustando platillos mexicanos. Se preparaba a viajar a México cuando sucedió el accidente. Sus maletas quedaron preparadas. Cuando volvió a su país, el nuestro, lo hizo adentro de un ataúd. ¡Qué pena! Por esto, porque en el video está llena de vida, muy coqueta, muy en su papel de embajadora, el documento de Televisa News ha despertado gran entusiasmo en nuestra comunidad. Rosario es nuestra. Aún está por documentarse la opinión y sentir de los comitecos ante la noticia ingrata de la muerte de Rosario. Olivia, hija de Óscar Bonifaz, nos ha legado un testimonio, también breve, pero intenso, en un documental que la empresa Zarape Films hizo de la vida y obra del amigo de Rosario. Olivia cuenta: “Me acuerdo que sonó el teléfono y… él colgó y fue a su biblioteca, y pasó una hora, dos horas, y no salía, entonces yo estaba como muy angustiada, me acerqué a mi mamá y pregunté ¿qué pasó? Me dijo, déjalo, se murió una amiga muy querida: Rosario Castellanos.”
No se trata de desempolvar el debate de la causa de su muerte. Unos dicen que fue un suicidio, otros dicen que fue un complot y los más sostienen la teoría del accidente, lamentabilísimo accidente. Se trata de descubrir el sentimiento que dejó a los lectores la muerte temprana de una escritora que daba mucho al mundo; se trata de que las mujeres de hoy (las jóvenes, sobre todo) recuperen el ideario de nuestra talentosa paisana acerca de la defensa de los derechos de la mujer, que ella expuso de manera inteligente. Jamás (estaría loca) propuso que el lenguaje fuera incluyente. Ella, amante de las palabras, fue muy respetuosa de la literatura, respetuosa de los códigos con que nos comunicamos. Le hubiese parecido una aberración el uso de arrobas para incluir a los jóvenes y a las jovanas; le hubiese parecido una estupidez escribir todes, por ejemplo, para incluir a todos y todas. Ella supo que el lenguaje, más que suéteres azules o rosas, siempre viste de blanco.
Posdata: Si podés, mirá el video. Ya dije: Entrás a Youtube y buscás Archivo de Televisa News. Ahí está. Sé que lo disfrutarás. Es un minuto con Rosario, con nuestra Rosario.