viernes, 22 de mayo de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN PRODIGIO DE MIRADA




Querida Mariana: ¿Ya viste este prodigio de fotografía? Ahí está el nombre del lugar: “El parquecito del Cerrillo” y el nombre del estudio fotográfico: “Foto Crócker”.
Esta foto la subió José Sotto, pariente de don Augusto Crócker, maravilloso fotógrafo de Comitán. José mencionó que la fotografía tiene la fecha del 13 de enero de 1939 y está dedicada a Mercedes C. de Utrilla en el día de su santo.
¿Cómo lo mirás? Ya todo está dicho. Bueno, tal vez debo agregar, para que tengás bien el antecedente, que este parquecito está en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
¿Mirás cómo nos ha enriquecido el intercambio cultural que se ha dado desde siempre entre coletos y cositías? El otro día te envié una fotografía que el gran fotógrafo de San Cristóbal, Vicente Kramsky, tomó en Comitán y que fue un regalo, de ese talentoso artista, para los comitecos de todos los tiempos; ahora, los amigos de San Cristóbal de Las Casas tienen un obsequio de parte de un fantástico comiteco.
¡Qué prodigio de fotografía! ¡Qué prodigio de mirada! Don Augusto poseyó el don de la mirada certera, de la mirada inédita. Acá, se trepó en un altito y nos regaló esta sensacional panorámica de un pueblo sensacional (disculpá que me emocione, pero fue el pueblo donde nació mi papá. Ya te he dicho hasta la saciedad que mi papá amó a Comitán y amó a su pueblo natal y a mí me enseñó a amar a la ciudad donde nací, Comitán, y al pueblo donde él nació. Sí, igual que miles y miles de personas, yo también hago elogios de esa ciudad luminosa.)
Este siglo XXI ha avanzado mucho en cuestiones tecnológicas, ahora, los autos están diseñados con formas aerodinámicas y tienen carrocerías especialmente diseñadas para absorber los golpes en caso de un accidente. Los autos de hoy son una maravilla. Pero, yo, sin ser apasionado de los autos, sin saber nada de automovilismo, digo que los dos autos que están en primer plano de esta fotografía son dos verdaderas obras de arte, qué carrocerías tan fuertes, tan sin doblegarse. ¡Qué diseño tan chic! Los expertos podrán señalar el modelo y la marca. Deben ser Ford. No lo sé, pero intuyo que son Ford. Y sin ser experto digo que son autos de los años treinta (qué tramposo. Pues claro, si José dice que la foto es de 1939, los autos son de la década de los treinta.)
Yo, no sé vos, agradezco a José su generosidad al compartir esta maravilla y agradezco a don Augusto Crócker el teodolito perfecto de su mirada. La fotografía nos permite ver, de primer ojo, en primera fila, un instante prodigioso sucedido un día de 1939 en San Cristóbal. Qué armonía de momento. Es un día especial. Esta congregación de personas es porque algo singular se celebra. ¿Ya viste que en las casas del fondo del parque hay una serie de sillas para que la gente, desde ahí, observe lo que sucede en la plaza? En este espacio (donde ahora hay una calle que se llama Comitán) existe un templo. Tal vez el acto que celebran el día de la foto fue un acto religioso; aunque, tal vez fue un acto civil, porque en el kiosco (que está por ser terminado) hay una concentración especial de personas.
La iglesia que se ve al fondo, como corona de la montaña, debe ser el templo de San Cristobalito. Los amigos coletos deben saber bien a bien.
El notable cronista Juan Pedro Viqueira dice que “Para los habitantes de San Cristóbal de Las Casas, la identidad ligada a su barrio de origen sigue teniendo su importancia” y cuenta algo que dice mucho acerca de esa cercanía: “La antropóloga Diana Rus ha narrado la angustia y el dolor de una de sus amigas que tuvo que mudarse de su casa en el barrio de El Cerrillo a otra, distante tan sólo trescientos metros, pero ubicada en el barrio de Mexicanos: Esta sancristobalense temía sentirse como extranjera en su nuevo domicilio ya que no conocía las costumbres del vecino barrio.”
¿Cómo ves? Los seres humanos sabemos de este sentimiento. Los comitecos dudamos cuando debemos radicar en otra ciudad, porque amamos a nuestra ciudad de origen; y en lo más íntimo, cada comiteco tiene una cercanía con el barrio donde creció. Los batanecos aman a su barrio, así como los pileños aman el suyo. Así como somos hijos del barro, somos hijos del barrio.
¡Qué bonito nombre: Cerrillo! Es una palabra modesta, no tiene la rotundez del cerro o del valle. ¡No! El cerrillo es como una terraza discreta, como una paloma sencilla sobre pretil.
Posdata: Don Augusto Crócker, en 1939 (año de inicio de la Segunda Guerra Mundial) estuvo en San Cristóbal de Las Casas y nos heredó una imagen llena de armonía y de placidez.
Larga vida a la memoria de don Augusto; eterna vida a ese pueblo eterno: ¡San Cristóbal!