sábado, 2 de mayo de 2020

CARTA A MARIANA, DONDE SE ESCUCHAN LAS VOCES DE JAIME Y LA DE ÓSCAR




Querida Mariana: Paco Ruiz Vera entrevistó a Óscar Bonifaz, el día miércoles 25 de marzo de 2020, lo hizo en compañía de Gaby y Olivia, hijas del poeta comiteco. Ese día, todo mundo lo sabe, Chiapas conmemoró el cumpleaños 94 de Jaime Sabines, quien nació el 25 de marzo de 1926. Óscar nació el 4 de septiembre de 1925, mismo año de nacimiento de su amiga Rosario Castellanos. Bonifaz nació 6 meses antes que naciera Jaime. Le llevaba un poquito de tiempo, casi nada.
En la entrevista que Paco le hizo a Bonifaz estuvo presente, como un murmullo, el recuerdo de Sabines, porque, los lectores lo saben, es difícil no tener presente a Oliva cuando mencionamos a Buñuel; es difícil que no aparezca Laco cuando mencionamos a Labastida; es difícil que no aparezca Rosario cuando mencionamos a Garduño; es difícil que no aparezca Sabines cuando mencionamos Comitán y es difícil que no aparezca Tuxtla cuando mencionamos a Cancino Casahonda. Hoy, será muy difícil que mencionemos a Bonifaz y no aparezca Sabines, porque, Paco entrevistó a Óscar el día que Jaime cumplió 94 años. La entrevista fue una celebración a la poesía, al creador, al poeta.
No fue casualidad que Paco eligiera esa fecha para la entrevista, Paco, destacado locutor que ha incursionado en la política, sabía que esa mañana se celebraba el cumpleaños de Sabines. Se trataba de unir lazos poéticos; es decir, se trataba de lanzar un hilo de luz entre Comitán y Tuxtla Gutiérrez, ente Horal y un Grito sin espacio; se trataba de dejar constancia de que ambos poetas se enredaron en la juncia de la zona de los Lagos de Montebello, porque Óscar tiene en aquella zona un rancho, que se llama Mónaco; y Jaime tuvo un rancho, muy cerca de Mónaco. El rancho de Sabines se llamó Yuria, igual que el poemario que escribió, poemario donde explicó qué era Yuria: “Yuria no quiere decir nda. Es todo: es el amor, es el viento, es la noche, es el amanecer. Podría ser también un país: ustedes están en Yuria. O bien una enfermedad: hace tiempo que padecen yuria. Yuria es una copa en la que podrían caber otros poemas. Pero es ésta, con este licor maltratado, la que les ofrece Jaime.”
¿Y qué es Mónaco? ¿Qué lugar es ese donde Bonifaz acude de vez en vez y huele el aroma de los cafetos y se baña con el color de las orquídeas que se abren generosas sobre los árboles?
Paco platicó de manera inteligente y sabrosa con Óscar, pero, sobre todo, platicó con las hijas del poeta. Fueron ellas quienes hablaron del padre, y fue el poeta quien habló del hijo y del espíritu santo.
Y, como siempre sucede en las pláticas donde intervienen más de dos, la luz se coló por algunas hendijas que no eran visibles.
Antes, debo decir que Bonifaz tiene un libro que fue publicado en 2017 y que lleva el título de “Entrecasa”. Un título que alude a la intimidad y se aplica a todo aquello que no sale al exterior. Hay, por ejemplo, zapatos de entrecasa, vestidos de entrecasa, diálogos de entrecasa y miradas de entrecasa. Estas sustancias sólo son conocidas por los que están cerca del entorno, los ajenos jamás tienen acceso a esos aromas. La personalidad de Bonifaz es tan de ventana abierta que ha permitido que sus lectores se metan como Pedro por su casa y hurguen un poco en su intimidad (un poco, porque hay cosas donde Óscar es un muro impenetrable). Así pues, cada vez que Bonifaz concede una entrevista hay algún detalle oculto que sale a la luz. Y en esta entrevista, Paco logró un testimonio poco conocido, un testimonio del cual Bonifaz casi no habla, o más bien no habla, nunca lo había hecho. Y en esta entrevista tampoco lo hizo, porque fue su hija Olivia quien contó algo que muy pocos conocen.
Óscar contó lo que todo mundo sabe, lo que ha contado muchas veces: Él fue el fundador de la Casa de la Cultura en Comitán, la primera casa de la cultura de todo el estado de Chiapas. ¡Nadita! Y contó cómo, cuando el edificio quedó vacío, porque quienes lo ocupaban, estudiantes y maestros y conserjes y personal administrativo de las escuelas secundaria y preparatoria, lo abandonaron y pasaron a sus nuevos edificios, él tomó posesión del inmueble y creó talleres artísticos, con el apoyo de maestros de música, de danza y de teatro. El maestro Homero Guillén Recinos impartió las clases de pintura, la maestra Dominga Gómez de Coss las de danza y Óscar impartió teatro. Así, de manera modesta, pero grandiosa, Comitán tuvo su casa de cultura. Y Óscar contó que al gobernador de ese entonces, Manuel Velasco Suárez, le fueron con el chisme de que alguien se había adueñado de un inmueble propiedad del estado y en un viaje que el gobernador hizo a Comitán, llegó a amenazar a Bonifaz de meterlo a la cárcel por posesionarse de un edificio del gobierno, pero cuando Óscar contó la historia y contó cuál era el objetivo, el gobernador no sólo no lo envió a la cárcel, sino que lo nombró director de la casa, extendió nombramientos a los otros dos maestros y donó un viejo piano que era propiedad de una de sus hermanas.
Hasta ahí la historia conocida, hasta ahí el reconocimiento a Bonifaz por haber fundado la primera casa de la cultura de Chiapas, pero fue cuando (¡ah, maravilla de maravillas!) Olivia contó una historia de entrecasa que da sustento al hecho de que Bonifaz siempre ha considerado su casa a la casa de la cultura, porque no sólo fue casa para el pueblo sino también casa para él y para Olivia. Olivia contó que en una época de la vida, un lapso apenas, ella y su papá vivieron en la Casa de la Cultura. ¿Qué? Sí, ellos pasaron sus tiliches personales a la casa y la convirtieron en su residencia.
Olivia contó así la anécdota: “Por circunstancias de la vida, estábamos viviendo mi papá y yo en la Casa de la Cultura; estábamos viviendo en los camerinos. Eso era muy poético; para mi papá era un poco dramático, pero él lo convirtió todo en aventura. Entrábamos a dormir a los camerinos y me decía: a ver cuántas ratas contamos, a ver quién gana, ¡el que cuente más ratas!”
Jamás Bonifaz había contado este detalle de entrecasa. Olivia lo contó y dijo que ella tenía en ese tiempo 13 o 14 años de edad. Era una cumusita.
Esta anécdota sensacional fue narrada el día que Chiapas y México todo celebraban el cumpleaños de Jaime.
La historia da para mucho. Tal vez Olivia un día escriba esta historia apasionante. Velasco Suárez no estaba tan equivocado, Bonifaz se había posesionado del edificio. Por “circunstancias de la vida”, a los camerinos los convirtió en habitación para su hija y para él. Parece que Óscar no tuvo más espacio para dormir, así que improvisó una recámara en los camerinos y ahí convivió con su hija. El camerino que continuaba con su vocación original durante la mañana, por obra y gracia de la magia del director de la casa de la cultura y director de teatro se convertía en una habitación.
Todo quedaba entrecasa. Todo era parte de la casa. A nadie se le hacía daño. Al contrario. Se estaba formando una estrella más para la historia de este pueblo. Porque si en este pueblo se fundó la primera casa de la cultura de Chiapas, en esa casa se creó la historia fascinante donde un camerino servía de habitación del director y su hija en las noches. Sólo Olivia tiene el registro preciso de ese tiempo, tiempo en que (uy, qué miedo) al acostarse sobre una cama improvisada miraba correr un ratón trapecista por un travesaño.
Adió jodido, si el presidente de la república tiene su habitación en el Palacio Nacional, ¿por qué no Bonifaz iba a tener su habitación en la casa de la cultura que él había creado? Juárez y su familia vivieron en palacio nacional; López Obrador y su familia viven en palacio nacional; Óscar Bonifaz y su hija Olivia vivieron en la Casa de la Cultura. ¡Qué historias! Por eso, muchas personas reconocen que Bonifaz es único, porque sus historias vuelven único a Comitán. ¿Hay historias semejantes en el mundo? Sí, pero no son comunes, son historias extraordinarias.
Olivia vivió el mundo del teatro desde las entrañas, detrás de bambalinas, oculta en las piernas del escenario. Dice que “por circunstancias de la vida” llegó al camerino y ahí durmió. Este relato, esta confesión pública, esta declaración de entrecasa, apuntala lo que ha sido la vida de Bonifaz: una vida llena de circunstancias.
Desde su negocio (que estaba contra esquina del edificio de la secundaria y preparatoria) vio que el edificio había quedado desierto, sin uso. Decidió tomar el edificio y volverlo un instituto cultural. Eso no fue más que una circunstancia de la vida. Bonifaz no ha hecho más que convertir al mundo en su casa. Vive a sus anchas en las calles y duerme al amparo de los cielos llenos de estrellas.
Posdata: Sólo la intimidad lograda por Paco Ruiz Vera (quien le profesa una estimación especial a Bonifaz) permitió que Olivia narrara este histórico y luminoso pasaje de la vida del poeta. Esto fue narrado el día del cumpleaños de Sabines. ¡Ah!, qué alegre guateque, qué luminoso, qué lleno de argüende sabroso.