jueves, 8 de abril de 2021

CARTA A MARIANA, CON EL CONCEPTO PERMANENTE

Querida Mariana: Adrián me preguntó si votaré en las llamadas elecciones más grandes de la historia de México. Mi respuesta fue positiva. Bueno, siempre y cuando me aseguren que los demás votantes irán con cubrebocas y procurarán la sana distancia; siempre y cuando los encargados abran las casillas a la hora indicada (ya mirás que no faltan los que retardan la apertura y provocan amontonamientos). Ejerceré mi derecho al voto, siempre y cuando garanticen mi derecho a la salud; seré responsable y acudiré a votar, siempre y cuando las autoridades sean responsables y garanticen un proceso limpio. Sólo como broma le enseñé esta credencial a Adrián y dije que con esa votaría. Si mirás el encabezado dice: Credencial permanente de elector, y, según yo, lo que es permanente es para siempre. Mi nombre, por fortuna, no es como pastilla Mejoral, que caduca en un determinado tiempo, ¡no!, mi nombre es permanente como permanente rezaba el encabezado de esta credencial que me fue otorgada en 1978; es decir, cuando tenía 21 años. Antes de 1969 la ley otorgaba la ciudadanía hasta cumplir los veintiún años; después de ese año, y hasta la fecha, obtuvimos la ciudadanía a partir de los 18 años. ¿Por qué, entonces, saqué la credencial cuando tenía 21? Porque quise ser responsable y votar en las elecciones de 1979, pero como en esos años no estaba en Comitán sino en el entonces llamado Distrito Federal hice allá mi trámite. Como mirás, mi domicilio estaba en la avenida Cuauhtémoc, de la colonia Narvarte. Ahí, en un edificio de varios departamentos, vivíamos Miguel, Enrique, César, Rodolfo, Rogerio y yo. Nosotros ocupábamos el departamento 201. Ahora veo que la Credencial permanente de elector, no fue permanente. Ahora las credenciales tienen muchos candados para que no sea posible la reproducción ilícita; ahora las credenciales contienen la fotografía de los votantes y dichas credenciales no sólo sirven para ejercer el voto sino, sobre todo, como documento de identidad. Las autoridades, muy listas, han obligado a que en cualquier trámite sea requisito necesario presentar la credencial del ahora INE. En 1978, el organismo encargado de expedir las credenciales “permanentes” de elector era la Comisión Federal Electoral; en 1990 se creó el IFE (Instituto Federal Electoral), que tenía el objetivo de ser un órgano imparcial para el proceso electoral, aunque el presidente del Consejo General fue Fernando Gutiérrez Barrios, secretario de gobernación en ese momento. ¡Gutiérrez Barrios! ¡Bendito Dios! Y bueno, ahora la instancia encargada de expedir las credenciales se llama INE (Instituto Nacional Electoral) y es el organismo que sancionará las llamadas elecciones más grandes de la historia de México. Sí, votaré. Cuando lo haga pensaré en mi pueblo amado. En Comitán, como nunca en la historia cívica de este municipio, los electores elegiremos a uno de once candidatos. ¡Once candidatos! Los nombres de nueve hombres y dos mujeres, representantes de diversos partidos y coaliciones, aparecerán en la boleta y el votante deberá elegir el nombre de su preferencia. La persona que obtenga el triunfo en las urnas, gobernará nuestro municipio durante el trienio 2021 – 2024. Posdata: en el siguiente trienio, en el 2024-2017, conmemoraremos, ¡celebraremos!, el centenario del nacimiento de la comiteca Rosario Castellanos. 2025 será un año grande. Resultó que mi credencial permanente no es permanente. Todo se modifica, todo cambia, todo perece. Bueno, con decir que la huella que puse en un recuadro ya no es la misma. Ahora, durante todo este año de pandemia, el constante lavado de manos ha hecho que mi huella se borre, se ha modificado. ¡Pucha! Ni siquiera mi huella digital es permanente. ¿Cómo están tus manos con tanto lavarlas? ¿Cambió tu huella? En el banco exigen colocar el dedo en un chunche electrónico, detector de huellas. ¿Qué sucede ahora que muchas huellas se han modificado? Mi huella perdió su huella. Tal vez sólo mi afecto por vos es inmodificable en el tiempo. Espero que la credencial de nuestra amistad dure lo que dura el universo, que sí sea ¡permanente!