martes, 27 de abril de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN AVIÓN

Querida Mariana: el avión quedó atorado en las ramas del árbol. Doña Lolita Albores, en sus crónicas, recuerda que antes los papalotes quedaban atorados en los árboles o en los cables de la luz. Sí. Lo que es motivo de diversión se vuelve desaliento. Los niños que tenían la estampa de la alegría en sus caritas de pronto se ven envueltos en el desaliento. Entiendo a los mayores cuando ven una fotografía del Comitán actual. Sus miradas se topan ante tanto cable. En los años cincuenta no había tantos cables como ahora. Comitán ganó en cables y perdió arboleda. No fue buen cambio. Lo ideal sería revertir esa tendencia. Lo ideal sería sembrar muchos árboles y eliminar el cablerío. Hay ciudades en el mundo (en México también) donde el cablerío es subterráneo, para que las miradas de las personas no terminen atoradas, como este avión. Las miradas se traban en el cablerío. Hay televisión de paga que se llama precisamente Cablevisión. La señal llega a los usuarios a través de cables y éstos se conectan a unas enormes cajas de registro. La energía eléctrica nos llega a través de cables. Lo mismo sucede con la telefonía. Los tres servicios que he mencionado son necesarios. ¿Imaginás lo que sería nuestra vida sin energía eléctrica, sin teléfono, sin Internet, sin televisión por cable? Nuestra vida estaría limitada. En este tiempo de pandemia estos servicios se han vuelto indispensables. Mi mamá, católica desde chiquitía, acostumbraba ir a su misa de doce, en el templo de Santo Domingo, en confinamiento ha optado por escuchar la misa por televisión, en el canal de María Visión. Este servicio lo tiene gracias al cable. Ahora ya no sólo ve y escucha misa los domingos, ahora ya se picó y todas las tardes, muy seriecita, se sienta y escucha misa. Mientras yo escribo o pinto o dibujo, la escucho cantar: aleluya, aleluya, aleluya… y a la hora que el cura dice a los fieles que se den el saludo de la paz, mi mamá me busca con su mirada de canario y me hace el símbolo de amor y paz, la v de la victoria con el dedo índice y el medio, como si fuera una chica sicodélica de los años setenta. ¿Cómo trabajamos ARENILLA-Revista? ¿Cómo redacto y envío tus cartas? Con el Internet. En los últimos tiempos el servicio falla en casa, pero, a pesar de los inconvenientes, continúo trabajando, sirviendo a la patria. No creía lo que me sugirió una señorita muy amable del centro de servicio proveedor del Internet. Cuando llamé diciendo que tenía problemas de conexión, que el Netflix me botaba al ver un documental (veía el documental que ganó el Óscar, el del pulpo, que es una genialidad) e indicaba que el ancho de banda de mi Internet no permitía el streaming, ella hizo pruebas e indicó que quitáramos el wifi de los demás dispositivos (el celular y la computadora de mi Paty, mi celular) y me quedara sólo con el de mi computadora. Hicimos juntos el test de velocidad y comprobamos, ambos, que llegaban los diez megas contratados. ¡No tiene problema!, me dijo. Está llegando a satisfacción el servicio contratado. Así que su sugerencia fue que cuando mi Paty haga uso del Youtube yo me desconecte y cuando yo entre al Facebook ella se desconecte. Un poco como el juego del baño único. Ahora me toca a mí y mientras tanto vos te aguantás. ¡Increíble! Como si estuviéramos en país de tercer mundo. Uf. A veces, no sólo los cielos naturales están llenos de cables, también los cielos virtuales están llenos de telarañas. A veces no podemos hacer los vuelos rutinarios, los cotidianos. Este avioncito azul volaba libre por el cielo, pero el piloto (niño de ocho años) de pronto no calculó bien la velocidad del viento y el avión hizo un giro extraño, se desvió de su ruta de vuelo y fue a ensartarse en las ramas de este ciprés. “Torre de control, torre de control, acá el vuelo 230 reporta que chocamos con un OVNI (Objeto Vivo No Ignorado)”. Y la torre de control activó el servicio de emergencia, llamó al padre del niño y él, con una pelota, comenzó a hacer tiros para impactar el avión trabado, pero la mamá dijo que eso haría que la pelota hiciera compañía al avión, por lo que llevó un palo, de esos que sirven para cortar aguacates, y con un movimiento preciso enganchó al avión y logró desprenderlo de las alturas y que aterrizara (es cierto, fuera de la pista, pero a salvo). Posdata: doña Lolita Albores cuenta en sus crónicas que antes, los domingos, muchas personas iban a los llanitos de Yalcoc, Nicalococ y Cumpatá para volar papalotes. Pero, ahora, esos llanitos están llenos de casas. El viento, que antes corrió libre, se topa con muros y se queda trabado en cables o antenas de televisión. Comitán ha crecido. Con este crecimiento han llegado necesidades vitales: telefonía, televisión por cable, energía eléctrica. Lo ideal sería que este cablerío fuera subterráneo y que toda la ciudadanía sembrara más arbolitos y los regara y los cuidara. Además, sería bueno que muchos papás construyeran papalotes para sus hijos. Antes, dice doña Lolita, los hacían con tejamanil, papel de china y engrudo. Es necesario eliminar telarañas virtuales de las cabecitas de los chiquitíos.