lunes, 12 de abril de 2021

CARTA A MARIANA, CON ERRATAS

Querida Mariana: es difícil que en un texto no existan erratas. ¡No existe el texto perfecto! Los grandes académicos incurren en faltas. Cualquier lector avieso que busque con lupa hallará errores sintácticos y demás ramas torcidas. Admiro a quienes redactan con limpieza. El lenguaje es la vestimenta de la comunicación. Por ahí alguien decía que no era necesario calzar zapatos de marca, sino que estuvieran bien boleados. Todo esto para decir que tolero las erratas en los textos, los dedazos traviesos en la computadora. A veces una letra toma el lugar de otra. Ah, traviesas, juguetonas, perversas. Tengo por norma lo que el maestro Enrique García Cuéllar me dijo en una ocasión, en la cabina radiofónica donde transmitía su programa. La norma dice, más o menos, lo siguiente: se tolera el anuncio con errores ortográficos pintado por un rotulista que no cursó primaria, pero es intolerable un anuncio con faltas, hecho por una persona con estudios superiores. No sé si vos has leído anuncios de empresas importantes con errores ortográficos. Yo sí. ¡No los tolero! No los tolero, porque, se supone, están hechos por gente que se dedica a eso. Los empresarios confían su publicidad a medios dizque profesionales. Bien reza el dicho: zapatero a tus zapatos. Pero, ¿recordás el texto de Arreola donde le reclama a un zapatero el trabajo horrible que realizó con sus zapatos? ¡Ah, cuántos zapateros remendones se hacen pasar por profesionales del calzado! ¿por qué los empresarios prestigiosos no advierten que un mensaje con errores enloda su prestigio? ¿En dónde deben anunciarse las empresas de prestigio? ¡Claro! La respuesta es obvia: en empresas publicitarias de prestigio. Los grandes deben, siempre, estar con los grandes. ¿Ya viste la imagen que anexo? ¡Por el amor de Dios! El mensaje es incompleto, por lo tanto, incomprensible. ¿Cómo permite una empresa de éxito que el empaque de su producto enlode su prestigio? “Por su contenido de fibra y y su consumo regular ayuda a…” ¡Qué poco profesional el supuesto profesional de la comunicación que hizo este trabajo! En todas partes del mundo existen empresas que realizan diseños publicitarios sin tener el conocimiento preciso del lenguaje visual y oral. Lo ideal sería que los zapateros se dedicaran a hacer zapatos y no a realizar campañas publicitarias sucias. Vos y yo, y medio mundo, hemos visto mensajes publicitarios escritos, no con la pata, sino con el dedo equivocado, con la mente ignorante. Insisto, todos tenemos errores, pero sigo el precepto del maestro Enrique. Las empresas de prestigio no deberían permitir que enloden su imagen. El gran escritor italiano Umberto Eco (autor de la maravillosa novela “El nombre de la rosa”) dijo una frase que puede sonar cruel, pero que es exacta: “las redes sociales le dan espacio a legiones de idiotas”. ¿Perdón? Sí, es cierto. Acá también se aplica la norma del maestro Enrique: hay millones de usuarios de redes sociales que son ignorantes. Así que se entiende que escriben con errores. Yo tolero a algún amigo que escribe con las patas, porque sé que no tuvo más estudios. Lo que no tolero son medios que se hacen pasar por profesionales y que escriben con las de caminar. Quienes escribimos a diario y lo hacemos de manera profesional debemos hacerlo con la mínima corrección, por respeto a la audiencia lectora. Sin ser perfectos debemos escribir con cierta limpieza. Las empresas exitosas deben reconocer que sus mensajes deben estar redactados con la mínima limpieza. Si yo fuese el dueño de la empresa productora de ciruela pasa no contrataría los servicios publicitarios de esta empresa con errores tan visibles, tan absurdos. Nadie redacta el texto perfecto, ni los grandes autores universales. Pero lo que sí debemos exigirnos los escritores es un mínimo de limpieza redactora; lo mismo deben exigir los lectores. Claro (no lo digo yo, lo dijo Eco) las legiones de idiotas pueden seguir redactando con las patas. Posdata: Sí, se vale que los bobos se junten con los bobos. Lo que no se vale es que los inteligentes caigan en manos de los bobos. Entonces, ¿para qué les sirve la inteligencia? ¿Cuándo la aplican? Los mejores siempre deben estar con los mejores. ¿Los otros? Si, los otros que se junten con los otros.