martes, 13 de abril de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA LOLA COMITECA

Querida Mariana: Dolores Castro, Lolita, nació en Aguascalientes, pero su cercanía con nuestro pueblo la hace un poco comiteca. Ella fue íntima amiga de Rosario Castellanos. Ese afecto hizo que Lolita Castro conociera mucho de la cultura comiteca. Ella, por ejemplo, viajó con Rosario al rancho que era propiedad de los Castellanos: Chapatengo; convivió con los amigos chiapanecos de Rosario, incluido su medio hermano: Raúl. Cuando Rosario falleció, Lolita, de inmediato, desechó la idea que comenzaba a circular en medios intelectuales. ¡No!, dijo Lolita, lo de Rosario fue un lamentable accidente. Rosario nació en 1925; Lolita nació en 1923. Lolita era mayor. Este año, ayer precisamente, Lolita cumplió 98 años. Por eso, la Coordinación Nacional de Literatura, del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) le rindió un homenaje, donde participaron Javier Peñalosa, Benjamín Barajas, Gloria Vergara, Mariana Bernárdez, Lucía Rivadeneyra y la poeta homenajeada. Es un privilegio llegar a la edad de 98 años y participar en su homenaje. Un homenaje, por supuesto, que bailó en el aro de la palabra, el aro donde se ha movido Lolita. Dios permita que, dentro de dos años, la república de las letras, y Comitán, celebremos el centenario de esta mujer con voz de agua que llueve despacio. Y digo que tiene algo de comiteca, porque muchos comitecos la aman, muchos han estado cerca de ella, platicado y escuchado sus apreciaciones acerca de la poesía, de Chiapas y, por supuesto, de Rosario. Es inevitable, la presencia de Lolita invoca la presencia de Rosario. Lolita ha vuelto a Comitán ya sin Rosario; ha vuelto porque en su espíritu no sólo brinca la cuerda de su amiga, sino, también, el hilo de este pueblo. Por eso, digo, Comitán se une al festejo por sus 98 años de edad, ¡noventa y ocho años plenos de lucidez! Igual que Sabines, igual que Rosario, igual que muchos poetas, Lolita también habla del aire, el aire tan amado y reconocido en estos tiempos de ahogo. Lolita, en uno de sus poemas, dice: “El aire vuela / y como que canta, / pero algo le duele: del aroma al hedor / algo le duele”. Lolita conoció a Rosario cuando tenía dieciséis años de edad y Rosario catorce. Eran dos ramitas saliendo de la infancia, levantándose en el aire aún incontaminado del Distrito Federal. Si ayer alguien le hubiese hablado de Rosario, Lolita bien pudo haber dicho, con su voz de agua alegre: “La conocí hace 78 años, hace setenta y ocho soles de ámbar”. Los sobrevivientes así contabilizan las ausencias: por soles, éstos pueden ser de ámbar o de sal o de lodo o de aire. Lolita lleva en su espíritu algo de Comitán. En este pueblo muchos la quieren. Ella ha estado presente en varios homenajes que las autoridades han brindado a su amiga Rosario; ha estado sentada en el escenario del Centro Cultural Rosario Castellanos, y en la esquina del parque central donde está el busto de Rosario, creación de Luis Aguilar, escultor comiteco. Lolita fue presentadora del primer libro de poesía de Adolfo Gómez Vives. Lolita fue maestra de Adolfo (mero comiteco, del barrio de San Sebastián) y es su amiga. En el salón de un hotel, en la Ciudad de México, Lolita (dos o tres días después que había estado en Bellas Artes) hizo comentarios al libro del poeta comiteco. Por eso digo que Lolita y Comitán tienen muchos hilos de luz que los amarran, que iluminan sus cinturas y sus mentes. Lolita cumplió ayer sus 98 años de edad y, en la tarde, lo festejó al lado de amigos que le rindieron un homenaje, como debe honrarse a los poetas, con un trago de agua limpia, una bocanada de aire y dos ramitos de palabras. Posdata: ¡Sí! Algún pajarito que canta de vos se asoma en la ventana de Lolita todas las mañanas. Ayer, ese pajarito aleteó ante el cristal de su mirada y le llevó el aire que brota en el pozo de la Ciénega y que como dice al final de su poema ¡canta!, pero algo le duele: del aroma al hedor, algo le duele.