miércoles, 14 de abril de 2021

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO ROSARIO CASTELLANOS SIGUE PRESENTE EN LA UNAM

Querida Mariana: Rosario estudió en la UNAM, su licenciatura y su maestría; luego dio cátedra y, también, trabajó como funcionaria, cuando Ignacio Chávez fue rector. Y ahora, muchos años después de esa presencia real, sigue estando en el pensamiento y en la obra creativa de la universidad. El periódico La Jornada dio a conocer que la Gaceta Oficial de la UNAM publicó la siguiente noticia: “se crean dos nuevas cátedras extraordinarias: Inés Amor, en Gestión Cultural; y Rosario Castellanos, de Arte y Género”. Noticia genial. ¿Y con qué se comerá la cátedra Rosario Castellanos? Ah, la Gaceta explica: “se crea como un espacio para la investigación en arte y género, así como para promover el legado de la escritora mediante las artes, la cultura y la reflexión académica”. ¿Mirás? Ah, el espectro es amplio. Cada una de esas ramas hará más fuerte el árbol que Rosario cultivó. Lo cultivó con tal disciplina que sigue dando sombra, dando frutos. Nuestra paisana se sentirá muy honrada. La mera verdad, esta cátedra tiene más valor que, por ejemplo, una medalla con su nombre. La medalla con su nombre distingue a quienes la reciben, pero esta cátedra sí la honra a ella, porque, tal como lo establece el acuerdo de creación de cátedras, fomentará la participación de artistas, creadores y académicos para que rieguen el árbol llamado Rosario. Qué buena noticia. La UNAM honra a una mujer que estuvo amarrada a esa institución durante muchos años. Fue su Alma Mater; es decir, su alma nutricia. Y porque Comitán también fue la chichi de donde mamó luz y esencia, los comitecos nos sentimos chentos con esta noticia. Las creaciones más sublimes del mundo deben ser espulgadas, analizadas, estudiadas, promovidas. Esta cátedra permitirá que se haga una reflexión seria y lúdica de la vida y obra de Rosario. Y digo lúdica, porque su ironía demanda que muchas reflexiones sean juguetonas, saltarinas, sin restar seriedad al estudio formal. El análisis y estudio de la obra de nuestra paisana también significa poner a la cultura comiteca en el sitial de honor que le corresponde. El otro día platicamos acerca de la pertinencia de llamar Ciclo Comitán a toda la obra narrativa que tiene como elemento esencial el entorno de nuestro pueblo. Hablo de su obra de ficción; porque Comitán también aparece en sus ensayos y en las cartas que le envió a Ricardo. Comitán estuvo siempre presente en su pensamiento y en su nostalgia; esa agua la volvió río en su proceso creativo. Ahora, en la cátedra Rosario Castellanos, de Arte y Género, Comitán estará presente. Así como se dice que Comitán es la tierra de la libertad de expresión, porque esta tierra fue cuna de Belisario Domínguez; de igual manera puede decirse que es tierra de la igualdad de género, ya que Rosario fue una de las primeras promotoras del empoderamiento de la mujer. Ya en 1950 ella reflexionaba acerca de la cultura femenina y se preguntaba si ésta existía en una sociedad con roles tradicionales machistas. La UNAM, no podía ser de otra manera, honra a Rosario, a través de su obra creativa (arte) y de sus causas sociales (género). Echemos cuetes en el pueblo, cuetes virtuales, toquemos marimba, bailemos sobre la juncia fresca en el parque central, prendamos veladoras en su busto y, en forma más modesta, pero con igual pasión, rindamos un reconocimiento con la lectura de su obra. Una certeza es que en ningún otro lugar del mundo se lee y se comprende mejor la obra de Rosario que en Comitán. Cuando algún lector del norte del país lee la palabra cashlán puede dudar y el lector de otro país necesita una explicación acerca del término. Nosotros, los comitecos, no dudamos, cuando leemos la palabra cashlán o la palabra kerem sabemos a quiénes se refiere Rosario. Ella habló el mismo lenguaje que hablamos en Comitán, pepenó sus modismos y los incorporó al corpus de su obra. Posdata: la presente administración honró a Rosario colocando su imagen en el logotipo institucional. Hace tiempo alguien propuso que el Museo Rosario Castellanos no sólo fuera un mero muestrario de objetos, sino que se convirtiera en un espacio de reflexión, de creación, de estudio de la obra de la paisana. Tal vez algún día. Mientras tanto, va pitutazo de comiteco para festejar la creación de la cátedra con su nombre, en la máxima casa de estudios del país. Pucha, ¡nadita!