martes, 8 de febrero de 2022

CARTA A MARIANA, CON LIBROS DE MONITOS

Querida Mariana: sé que esta fotografía pondrá una sonrisa en tu rostro, tal como lo hizo en mi cara de piedra. Vos no conociste estas revistas editadas por Editorial La Prensa, que en los años sesenta fue muy famosa. Esta fotografía me la envió mi amigo Marco Polo. Él, ¡genial!, conserva estas revistas que leyó y disfrutó de chiquitío. Su suegro, quien era un gran encuadernador, encuadernó la colección de “Clásicos infantiles” y ahora Marco Polo la conserva como uno de sus más preciados tesoros. No conociste esta revista, pero el título ya te da pistas de la grandeza que contenía. Gracias a excelentes dibujantes, los lectores (grandes y pequeños) teníamos a la mano y ante la vista los cuentos más reconocidos de la literatura infantil. Pero no sólo eso, La Prensa también publicaba otra serie que se llamaba “Clásicos ilustrados”, que eran versiones ilustradas de las mejores obras de la literatura mundial. ¡Pucha! Estas revistas fueron el primer peldaño para quienes se convirtieron después en grandes lectores. Los monitos (dibujos) ayudaban a hacer más entretenida la lectura. Sí pues, en la de Clásicos infantiles desfilaron ante nosotros los cuentos escritos por los hermanos Grimm, Perrault, Andersen y muchos más. El gran buque de la imaginación llegaba hasta nuestras modestas orillas, trayendo cargamentos luminosos adentro de baúles dorados, como los que se encontraban en los barcos piratas. Asimismo, la serie de Clásicos ilustrados nos entregó La Odisea, Un cuento de navidad, la Iliada, Robinson Crusoe, Ivanhoe, Moby Dick, el Jorobado de Nuestra Señora de París, El Quijote y muchas obras más de Julio Verne, Salgari y demás autores reconocidos. Era una genialidad. Los adultos y los niños disfrutábamos ese banquete literario presentado en forma amena y sencilla. Gracias a estas lecturas de monitos fue muy fácil dar el salto a la lectura de las obras en todo su esplendor, a permitir que fuera nuestra imaginación la que diseñara las imágenes increíbles, únicas, monumentales, fantásticas. Estas revistas nos enseñaron el camino. Millones de lectores las disfrutamos. Por esto, cuando Marco Polo me envió esta fotografía sonreí, mi espíritu se llenó de goce, recordé los momentos sublimes que viví de niño. Debo decir que nunca compré una de estas, pero sí llegué a leerlas, en los puestos que un señor colocaba en la feria de agosto, en el parque central de Comitán. Las revistas estaban todas ajadas, sucias. Era lógico, decenas de manos habían dado vueltas a las páginas. Ese señor se sentaba sobre una caja de madera, que era el baúl donde guardaba las revistas. Él, como si fuera un coleccionista, sacaba revistas viejas, que, tal vez, ya no estaban en circulación y las colocaba en el estante donde los niños las tomábamos para leerlas, en alquiler. Jamás volví a vivir esa sensación de pagar por un préstamo, en ese tiempo, cuando iba a la gloriosa “Proveedora Cultural”, de don Rami Ruiz, daba una moneda y la revista que recibía a cambio era de mi propiedad. Claro, la moneda que le entregaba al señor del puesto de revistas en préstamo era de menor denominación a la que entregaba con don Rami. Un día, en Puebla, no sé el porqué, relacioné la renta de un auto para un viaje a Cuernavaca, con la renta de la revista de monitos. Marco Polo es un tipo sensacional, posee un tesoro de clásicos infantiles; cuando lo desea, con un caballito de tequila, relee lo que leyó de niño, aventuras fabulosas que permitían entrar a esa burbuja maravillosa que se llama imaginación. ¿De qué trata el cuento de La abeja reina? En el Internet hay una historia de los hermanos Grimm, tal vez sea ese, sí, debe ser ese, ya dije que los Clásicos infantiles presentaban cuentos de esos famosos escritores. Posdata: cada vez que los papás de Comitán y la región comparten con sus hijos el cuentito que publicamos en ARENILLA Revista pienso en los instantes fabulosos donde los niños de los años sesenta y setenta, como Marco Polo, abríamos una revista con monitos y viajábamos por el maravilloso mundo de la imaginación. Millones de niños en el mundo, al crecer, nos hicimos grandes lectores gracias a que en nuestra infancia nos topamos con revistas y libros ilustrados, los monitos nos ayudaron a abrir esa maravillosa ventana que da acceso al mundo de la literatura.