lunes, 7 de febrero de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN GLOBO LLENO DE AIRE

Querida Mariana: me encantan los globos, chunches planos y apachurrados que, con un poco de aire, se inflan hermosos, balones prodigiosos. Ah, pero debés tener cuidado, porque si te pasás de aire hacés que explote como chicharra. Esto que digo no pensés que es idea mía, una vez me lo dijo la tía Adriana, quien miraba que yo leía todas las tardes. Me dijo que no estaba bueno, que debería moderar ese “vicio”, así lo dijo. Cuando le dije que eso era aire para mi espíritu, ella dijo: “Por eso, tené cuidado, si te pasás de aire explotará tu llanta y te irás al vacío”. Pucha, me volvió auto, en ese momento. Reí, cerré el libro y la abracé y prometí que moderaría mi vicio. Ahora soy moderado, pero no hay día de Dios sin lectura, porque, desde que tengo uso de razón, los libros han sido aire esencial para mi vida, bueno, para nuestra vida, porque vos también sos una gran lectora, así como hay millones de buenos lectores en el mundo. ¿Por qué la gente tiene ese “vicio” de la lectura? Porque es placentera. Los millones de cinéfilos en el mundo que acuden a las salas o ven cine en las pantallas de su casa, lo hacen porque les causa placer. ¿Recordás lo que dijo el gran Emilio García Riera, el gran investigador del cine mexicano? Él dijo, en un momento luminoso: “El cine es mejor que la vida” Ayer terminé de leer “La esposa joven”, de Alessandro Baricco, escritor italiano (¡ah, la gran Italia!). Ahí, en una línea, Baricco hace que el narrador diga algo semejante: “La literatura es mejor que la vida”. ¿Mirás qué coincidencia de opiniones? Claro, esto puede llevarse a otras pasiones. No faltará por ahí el futbolista que también lo aplique, la danzante, el músico, incluso, el jugador de billar. Sí, hay gente que bien podría decir: “El billar es mejor que la vida”; aunque, por supuesto, el billar no está en la categoría del cine o de la literatura, que son esencias que resumen lo mejor y peor de la vida, que, incluso, la superan, por eso la contundencia de las declaraciones de García Riera y de Baricco. Vos sabés que no practico el fútbol, como muchos amigos, ni soy apasionado para sentarme dos horas y ver un partido (lo hago de vez en vez), ni soy apasionado al billar, como muchos de mis amigos, asistí al billar del “Nevelandia” o el de Rayón, cuando estudiaba la prepa, pero con Rayón nos ganaba la tentación y terminábamos bebiendo tequila en una mesita que tenía en la parte trasera del local, ya en el patio de su casa; pero de lo que sí soy apasionado, desde niño, es del cine y de la literatura y, con todo respeto a la vida, digo con García Riera y con Baricco que ambas ramas del arte son, mil veces, ¡mejor que la vida! Por supuesto, sin el árbol de la vida, no existen las otras ramas, pero el cine y la literatura superan con mucho lo plano de la vida. La vida es tediosa, cansada, fastidiosa, a veces, inútil. Por esto, las personas buscan otras avenidas, para otorgarle un poco de sentido. Hay muchas personas que se dedican en cuerpo y alma al fomento de su fe, las mirás rezando todo el día, no les alcanza el tiempo para rezarle a todos los santos y a todas las vírgenes; no tienen sosiego si no acuden a escuchar su misa. ¿Por qué tal pasión? Porque la vida terrenal no les alcanza, creen, ¡firmemente lo creen!, que existe otra vida. ¿Mirás, otra vida? Una vida que será placentera y no se igualará a este mar de lágrimas, a este infierno. He vivido muy satisfecho, porque, desde niño, encontré esas dos ramas, mientras mis amigos jugaban pelota o iban a los zanjones a revolcarse en el barro, yo abría un libro y vivía lo que los escritores de ficción ponían ante mis ojos; acudía a misa primera todos los domingos, porque era el pase obligado para que mis papás me dieran la entrada para la matiné del Cine Comitán. Pucha, tres películas geniales, de las diez de la mañana a las dos de la tarde; regresar a casa, comer rapidito, y prepararme para ir con mis papás a la función de la tarde. Mis domingos eran completos, porque siempre supe (mucho antes que lo dijera García Riera) que el cine es mejor que la vida. Posdata: el cine y la literatura han sido el aire para mi globo. Sigo sin reventar como sapo. Brinco de gusto como pajarito sobre esas ramas. Soy un convencido, el arte ¡es mejor que la vida! La vida es tan simple, tan plana, tan monótona, tan cruel, tan espina, tan alambre de púas. Cuando leo o veo cine algo como una burbuja llena de aire limpio me cubre, me protege, ayuda a darme vida. En esos instantes prodigiosos agradezco a la vida, tan simple, tan boba, que el genio humano haya descubierto esas disciplinas artísticas y las ponga ante mis ojos, ante mis manos, ante mi espíritu. Sabines pidió que “Dios bendiga a Dios”, yo pido a la vida que bendiga la vida, la vida con cine y con libros.