viernes, 4 de febrero de 2022

EN VIVO, ALGUNAS VIVAS

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como una transmisión en vivo y directo, y mujeres que mandan mensajes en caduco lenguaje Morse. La mujer transmisión en vivo y directo tiene la ventaja de enviar mensajes en forma instantánea, pero la desventaja de los fallos que siempre tienen las transmisiones realizadas en tiempo presente. Cuando está en un restaurante abraza su bolso y al pasar por la mesa del galán que desea seducir deja caer, como por descuido, un paño de seda. Acá hay un mensaje en tiempo presente y en forma directa, pero, ay, Dios, en ocasiones, o el galán es cegatón y no advierte ese movimiento o sí lo ve, pero con desdén, toma de la mano al hombre que lo acompaña en la mesa y, en voz baja, dice: “Mira esta zorra, pobre”. Como está acostumbrada a enviar mensajes en vivo y en directo, en ocasiones no se da cuenta del entorno desde donde lo hace. ¿A qué mujer se le ocurre soñar con yates, playas, sol, sombrillas, champaña en la Riviera Francesa, cuando viaja en una trajinera en Xochimilco, escuchando al grupo de mariachis (ventrudos todos ellos) y comiendo tacos de carnitas grasosas con salsas picantes? La mujer transmisión en vivo es una equilibrista, siempre camina en el puente de comunicación, a veces este puente es como un puente colgante de esos que hay en tierra caliente, con maderas húmedas y tirantes podridos. Necesita hacer uso de antenas o satélites, en ocasiones las antenas son bien chaparritas y no logran vencer las montañas circundantes, o los satélites ya son chatarra sideral. Sí, lo cierto es que la mujer transmisión en vivo y directo no la tiene fácil en la vida. Su propensión a enviar mensajes instantáneos la lleva a equivocarse en la pronunciación de las palabras o trabarse en la sintaxis. En lugar de enviar mensajes claros manda piedras candentes. Todo mundo sabe que el “Silencio es oro”, ella ignora esto, por eso es pobre, su propensión a ser comunicativa la lleva a ser una simple chismosa. Siempre, como Loret de Mola o como Joaquín López Dóriga, quiere llevarse la nota por ser la primera en comunicar la novedad, el último suceso, pero, se sabe, esto lleva a incorrecciones e inexactitudes y, en no pocos casos, a presentar falsedades. Por eso, a la mujer transmisión en vivo algunos la conocen como Lady Fake News. Antes no tenía tanto problema, soltaba su mensaje y este se diluía en el viento. En este siglo, con los adelantos tecnológicos, todo lo que pronuncia queda grabado en las redes sociales y, por ende, en La Nube. Por esto, ella siempre vive temerosa, se altera cuando el cielo azul, azulísimo, se tiñe de rebaños de nubes oscuras. ¡Odia la lluvia! Cree que La Nube, donde están todas sus equivocaciones, puede soltar su carga y lanzar una tormenta que provoque inundaciones en sus propiedades. No es feliz. A pesar de que no es una mujer ignorante, a pesar de que se matriculó en universidades de prestigio, sabe algo que se aprende en la primaria: El pez por la boca muere. Y ella, no puede evitarlo, va tras todos los anzuelos que la sociedad le avienta. En su intento de poseer riquezas para adquirir autos BMW, joyas, viajes en avión en primera clase, alojamiento en hoteles de lujo, transmite en vivo todas las pasarelas del mundo fifí, sin saber que ese collar de platino con engarces de diamantes puede ser la cuerda que la lleve a la horca. No es feliz, a veces sale al balcón de su pent-house, ve el cielo, pide que siga azul, azulísimo, y recuerda las tardes en que jugaba en el corredor de la vieja casa de la abuela y su única confidente era la muñeca a la que le contaba todos los chismes que las sirvientas llegaban a vomitar en la cocina al regresar del mercado. Era feliz, porque no había redes sociales, tiktok, podcasts, youtube e Instagram. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en mujeres que ofrecen datos a medio mundo, y mujeres que van por el mundo coleccionando datos.