miércoles, 9 de febrero de 2022

CARTA A MARIANA, CON NOTICIAS AGRADABLES

Querida Mariana: así se hace patria, desde una parcela breve. ¿Ya viste el anuncio? ¡Se venden matas de chulul, llévelas, llévelas, bien baras! El anuncio lo compartió el arquitecto José Gustavo Trujillo Tovar, cronista vitalicio de Comitán. Él inició esta campaña a favor del Medio Ambiente y de la Identidad Comiteca. Uno de los mejores actos de la vida es sembrar (sin albur, mi niña, sin albur). El término siembra alude a la esperanza. Casto me enseñó que muchos de los que siembran saben que la cosecha no será para ellos, sino para los hijos. Hay un acto generoso en ese sencillo movimiento de abrir la tierra, de abrir el aire, para depositar la semilla, semilla que, regada, cuidada, protegida, puede convertirse en un enormísimo árbol. Más tardó el arquitecto Pepe en subir la etiqueta que recibir múltiples respuestas y pedidos, muchas personas hicieron pedidos. ¿Sabés a qué precio vende el arquitecto cada matita? ¡Cincuenta pesos! Pucha, la verdad es que nuestro cronista abre las manos en forma generosa, como siempre lo ha hecho con sus crónicas, para hacer más digno este mundo. El chulul sólo se da por estas tierras. Muchas personas mayores reconocen que actualmente ya no hay tantos árboles de chulul como había antes. Hemos platicado que muchos sitios de las casonas se han perdido y con ello los árboles que ahí estaban sembrados; bueno, con decir que ya no existe el famosísimo árbol de chulul, de doña Lupita, en la calle que es bajada y subida al templo de Guadalupe (doña Lupita fue conocida, precisamente, como doña Lupe, del chulul. ¡Genial!) Se han perdido muchos árboles de chulul, con un simple machete o hacha o una terrorífica motosierra, lo que llevó añísimos para crecer se viene a tierra y desaparece esa mano que tocaba el aire. Pero, ahora, el arquitecto Pepe inició una campaña para llenar de vida la vida de acá, para que nuestro pueblo vuelva a llenarse de este maravilloso fruto. En la serie de comentarios hubo uno que fue pregunta: ¿qué es el chulul? Duda pertinente, no todo mundo lo conoce, ni el árbol ni el fruto. Por la casa hay dos árboles maravillosos: uno está sembrado en el patio de la casa de mi amiga Zoraida y el otro está en el patio de la casa de doña Lupita, la del XXV. Y por ahí hay más, por fortuna, pero ya no hay tantos como antes. Por eso da mucho gusto esta noticia, que los patios de nuestro pueblo se llenen de estas plantitas y se conviertan en enormísimos árboles que fortalezcan nuestra identidad. Mi amigo Roberto Augusto Figueroa hizo favor de pasarme el enlace de un artículo escrito por Antonio Alejandro Zavaleta, con título: “El chulul, un árbol de importancia bicultural”, en dicho texto, Antonio Alejandro dijo que el chulul es un árbol “que puede alcanzar los 20 metros de altura” y que es “nativo del sur de México, Guatemala y Honduras” y “la pulpa es de color rojizo muy parecido al mamey, pero de mucho mejor sabor, según dicen algunas personas”. ¡Ah, no lo sabremos nosotros! Sí, es un fruto de un sabor delicado, riquísimo. El arquitecto Pepe agregó que el chulul “es un árbol frutal de la familia de las zapotaceas, endémica de Comitán, variedad entre el zapote colorado (mamey) y el chicozapote”. Pucha, es familia de las zapotaceas. ¡Qué maravilla! Digo esto, porque el nombre es genial, ¿no? Como dice Sabines: no lo sé de cierto, pero por ahí debe haber en el pueblo alguien que le digan chulul como apodo, no falta. Si alguien le preguntara: oí, vos, hijito de quién sos, bien podría responder: soy familia de las zapotaceas. Posdata: qué buena noticia, para tocar marimba, para regar juncia fresca al paso de quien adquiera una “su” mata de chulul, y la siembre en tierra pródiga, la cuide y la mime. Más marimba como ritual para que la mata tome altura y se convierta, como dice Antonio Alejandro, en un árbol de veinte metros, que dé sombra, aporte oxígeno y, generoso, ofrezca sus riquísimos frutos. La noticia es maravillosa: hay venta de plantas de chulul, llévelas, llévelas, siémbrelas, cuídelas, de vida a la vida. Bien, mi respetado arquitecto Pepe Trujillo, así se hace patria, desde una pequeña parcela.