domingo, 13 de febrero de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE YO SÍ CONOCÍ A LOLITA ALBORES (Parte 18)

Querida Mariana: seguimos con el testimonio que doña Lolita nos compartió acerca de su amistad con la gran escritora Rosario Castellanos. Al paso del tiempo, los comitecos reconocemos la grandeza de Rosario y la de doña Lolita, cronista vitalicia de Comitán. Por fortuna, doña Lolita dejó su testimonio por escrito. Los lectores de estos tiempos podemos hallar ese recuerdo, recuerdo de primera mano, porque no cualquier persona tiene cercanía con los grandes personajes de la historia mundial. Doña Lolita vivió en casa de la familia Castellanos Figueroa, en la Ciudad de México, ahí conoció detalles que fueron vedados para los demás mortales. Rosario, lo sabemos, se enamoró perdidamente de Ricardo Guerra, con quien se casó y fue el padre de su hijo Gabriel, pero ¿sólo Ricardo movió su corazoncito? En forma tan apasionada ¡sí!, pero, por supuesto, Rosario tuvo otras relaciones anteriores. En Comitán sabemos que en su etapa de adolescente fue novia de Guillermo Robles Domínguez; luego, ya en la Ciudad de México, la propia Rosario dijo que tuvo relaciones (castas y distantes) con un deportista. Por ahí debe haber algunos más. Doña Lolita nos dejó un testimonio cercano acerca de la vida sentimental de Rosario, antes, mucho antes de que viajara a España y regresara a México, donde, años después se casó con Ricardo. Leé lo que contó doña Lolita: “Decía [Rosario] que no tenía nada de malo declarar su amor a un hombre si a una mujer le gustaba, motivo por el cual doña Adriana siempre estaba con ese temor de que lo hiciera, y me comentaba que igual pensaba su hermana Elena, una mujer muy bonita que se casó con un doctor guatemalteco y que murió muy joven. Otro motivo de angustia de la mamá de Rosario, fue cuando la enamoraba Wilberto Cantón y que había escrito algo sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, comentando que no era un milagro y daba sus puntos de vista sobre esto; motivo por el cual doña Adriana -profundamente católica- se escandalizó mucho y le prohibió ese noviazgo. Desde luego esto no influyó en ella para nada; no le gustó Wilberto por otros motivos y así nunca fue un noviazgo formal. Con los dos primos Fernando Castillo Nájera y Guillermo Castillo Mena sí recuerdo que tuvo noviazgos cortos y a las manos de Anselmo Castillo Mena dedicó un soneto del cual solo recuerdo esto: Blancas, aristocráticas y finas expresivas y fuertes son tus manos, hechas para mandar, como tiranos, cortar las rosas y dejar espinas”. Doña Lolita poseía una memoria sorprendente, así lo demuestra la memorización de estos cuatro versos que, sin duda, leyó Rosario y los aprendió nuestra cronista. Pero, bueno, la memoria no es infinita, a doña Lolita ya no le alcanzó para aprender los otros diez versos. Sin duda que estos cuatro versos no están publicados en libros de poesía de Rosario, sólo doña Lolita los tuvo en las manos y nos los compartió. Que no es exacto, porque, para hacer la rima, Rosario, volvió tiranos a quienes, por razón de género, les correspondía ser tiranas. Y digo eso, porque sabemos que Rosario fue feminista y doña Lolita confirma que era de pensamiento liberal. ¿Una chica está enamorada y quiere declarar su amor al chico? ¡Adelante!, decía Rosario, cuando los mayores pensaban que eso era inconcebible, las mujeres debían esperar que fueran los chicos quienes se declararan. Doña Adriana no vio con buenos ojos que Rosario estuviera con el dramaturgo Wilberto Cantón, quien nació en Yucatán y era de la misma edad de nuestra paisana, porque, como lo dice doña Lolita, él había escrito en contra de las apariciones de la Guadalupana, pero Rosario ignoró la prohibición de su mamá. Doña Lolita dice que la relación no prosperó por otros motivos. Acá sí nos falló doña Lolita, ya no contó el chisme completo. Tal vez la causa de la ruptura es lo que contó la maestra Florecita Esponda, quien dice que cuando Rosario se enfermó de tuberculosis: “…hasta el novio, que en ese entonces era Wilberto Cantón, desapareció”. Posdata: doña Lolita contribuyó a dar datos de la vida de Rosario. Su testimonio nos ayuda a recomponer la figura de la escritora.