lunes, 15 de agosto de 2022

CARTA A MARIANA, CON CHISGUETES

Querida Mariana: los de mi generación crecimos escuchando canciones de Pedro Infante, viendo sus películas. Por ahí, en el Cine Comitán vimos la clásica de “Nosotros los pobres”, donde Pedrito (así le decían las tías) interpreta el papel de un carpintero, de un carpintero humilde que, como si fuera toro de lidia, a cada rato recibe estocadas que le infringe la vida. Ay, qué película tan dramática. Crecimos escuchando eso de “Yo tenía un chorro de voz (…), pero del chorro de voz sólo me quedó un chisguete…” Yo estaba acostumbrado a escuchar la palabra chorro, porque siempre que pasaba por el parque de La Pila, para ir a casa de la tía Juanita y del tío Guillermo, mi mamá señalaba los chorros y caminaba con cuidado por la calle del Resbalón, donde corría, como niño alegre, el agua que se desparramaba de esos chorros. ¿Y qué le pasó al compa que tenía un chorro de voz y que se quedó con un chisguete? Ah, bueno, Pedrito contaba que eso le pasó al compa chisguetero porque era muy parrandero, se dedicó a beber y a fumar, esto hizo que sus capacidades vocales mermaran y del gran chorro de voz sólo le quedó un chisguete. Los de mi generación crecimos viendo los chorros de La Pila y escuchando el estruendo de la hermosa caída de agua. Ah, con qué generosidad se desparramaba el agua, como canto permanente a la vida; pero, ahora, ay, Pedrito agorero, de aquel chorro de agua sólo queda un chisguete. A veces, los chorros están sin cantar, la sequía enmudece sus gargantas. Una mañana de agosto de 2022 pasé por ahí y mi corazón brincó de gusto al ver que ahí estaba el agua, ahí los chorros, sobreviviendo, brincando la cuerda hermosa de la vida. Sí, a veces paso por el parque de La Pila y miro que el agua ya no mana con la generosidad de antes. ¿Qué pasó con aquel chorro de agua? Pues habla de algo que ya los científicos advirtieron desde hace tiempo, este maravilloso recurso se agota. Pucha, los legos no lo advertimos. En los años setenta hubo un mensaje de gobierno que decía: “De gota en gota ¡el agua se agota!”, nos advertía que tuviéramos cuidado, como me advertía mi papá: “Cuida los centavos, que los pesos se cuidan solos”, cuando miraba que dilapidaba mi paguita. Los centavos hacen pesos (eso lo saben los millonarios, por eso mirás que muchos son bien marros, saben que de grano en grano se llena el cuch, de la alcancía); las gotas de agua hacen los lagos, los ríos, las lagunas. ¿Ya miraste la escasez de agua en el norte del país? ¿Recordás la película Mad Max? Esta película fue estrenada cuando vos no eras ni proyecto de vida, pero un día la vimos en la televisión de tu casa. Parece que esa cinta fue de las primeras que advirtieron lo que pronto será una realidad dramática: las luchas de pandillas por la posesión del agua. Ya nos han dicho que el Río Grande comiteco, no el que divide México con USA , nunca fue río ni fue grande, pero afectuosamente así le seguimos llamando. Por ahí circulan fotografías de los años sesenta donde se ve que era un canal de agua limpia y generosa en su flujo; muchos amigos de mi generación iban con sus familias de día de campo y ahí se bañaban. Hace pocos años se secó, lo vimos como se ven las presas del norte del país. ¡Dios mío, qué situación tan tremenda, tan apocalíptica! Muchos chorros se han diluido. El chorro de respeto hacia los adultos, el de las tardes tranquilas, el de la vida sosegada. Ahora hay muchos canales secos, vacíos, llenos de ratas. ¿En qué momento las cascadas de armonía se secaron? Nos hemos quedado sin esa brisa esperanzadora. Posdata: el personaje de la canción que canta Pedrito se quedó sin el chorro de voz por el exceso de trago y de cigarro. Los excesos agotan los chorros. Luego quedan los chisguetes. El mundo vive ahora con chisguetes. Los agoreros señalan que si las personas no cambiamos nuestro proceder, pronto cantaremos: “Yo tenía un chisguete de voz (…) pero del chisguete de voz ya nada me quedó”. ¡Tzatz Comitán!