sábado, 27 de agosto de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA MAÑANA LUMINOSA

Querida Mariana: una mañana estuve al lado del general Absalón Castellanos Domínguez, ex gobernador de Chiapas. Para que creás que no es mentira, ahora te comparto una fotografía que es fiel testimonio. No, no es una foto arreglada con Photoshop, ¡no! Es una foto auténtica. Te cuento: un día de estos, mi respetado Luis Leal, hijo de don Lepoldo Leal, ex presidente municipal de Comitán, me envió un mensaje por inbox que acompañó con dos fotografías. Dijo: “mi mamá encontró estas fotos, te las envío acompañadas de un abrazo”. ¡Ah, saludo y envío genial! Sí, acá está la evidencia que estuve al lado del ex gobernador, un comiteco a quien hace falta hacer el recuento del cariño que le prodigó a su tierra, porque en su periodo mandó a construir una serie de obras que hoy hacen más digno a nuestro pueblo, un ejemplo es el espacio donde estuve con él, el día de inauguración de la Biblioteca Pública Rosario Castellanos Figueroa. Hoy, la biblioteca está en el edificio que ocupó la Escuela Primaria Federal Belisario Domínguez, comparte espacio con el Museo Arqueológico de Comitán. Pero cuando se inauguró la biblioteca ocupaba la parte baja y el mezzanine del edificio donde ahora está Cablevisión y estuvo el Videocentro. No sé qué señalo, pero el general está pendiente de lo que digo, lo mismo doña Albita de León, quien aparece detrás. Perdón, niña mía, no he dicho quiénes estamos en la fotografía ni he dicho el año. Como dicen los clásicos pies de fotografía, de izquierda a derecha estamos: don Polito Leal, doña Elsy Herrerías (esposa del general Absalón), el del bigotito es el doctor José Antonio Alfonzo Pinto, luego el general, doña Albita León de Leal, el arenillero y el maestro Roberto Thompson, quien era el coordinador estatal de las bibliotecas públicas. Y es una fotografía de 1987; es decir, en ese instante soy un “chavo” que tiene treinta años de edad. Cumplí treinta el 4 de abril de ese año, la fotografía es de dos o tres meses después. Ya sabés que soy muy malo para fechas. ¿Cuándo fue el día de la inauguración oficial? No lo sé. Sin duda que Raúl Espinosa Mijangos, el caricaturista de Comitán, tiene la fecha precisa, porque él fue un asistente asiduo y luego, después de Paco Flores, y de Marco Puig Albores, llegó a ser el director de la Biblioteca Pública Regional Rosario Castellanos, uno de los que más tiempo dilató en ese cargo. A mí me cupo el honor de ser el primer director, por eso acá estoy como anfitrión y en nombre del pueblo comiteco atiendo al gobernador de Chiapas y a su esposa. No aparece en esta fotografía quien era el presidente municipal de Comitán y a quien cupo el honor de ser el gestor de este maravilloso espacio cultural, el licenciado Gonzalo Ruiz Albores, que en paz descanse. El ayuntamiento comiteco se comprometió a buscar un local y proporcionar mesas y sillas; la Dirección General de Bibliotecas Públicas envió los estantes, demás mobiliario y, por supuesto, el acervo bibliográfico que fue amplísimo, generoso, para llenar las diversas salas. Recuerdo la sala general, la sala de consulta y, ¡ah, qué maravilla!, la sala infantil. A Comitán llegaron miles de libros, nuevecitos, de paquete. El personal de la Ciudad de México y el de Comitán colocaron el mobiliario, sacaron los libros de las cajas, los acomodaron en el lugar preciso, de acuerdo a la catalogación, y para el mes de mayo la biblioteca ¡estaba lista! Subimos a la oficina del presidente y ahí se firmó el acta de entrega recepción. Comitán ya tenía una hermosa biblioteca pública. Ah, qué momento tan brillante. Los compas de la Ciudad de México se despidieron, tenían la encomienda de ir a instalar otra biblioteca en otra ciudad. Y nosotros, ya con la suficiente capacitación, nos declaramos listos para iniciar el servicio. Sí, se nos quemaban las habas para iniciar. Platiqué con el licenciado Gonzalo y me dijo que checarían la agenda del gobernador y ya me diría cuándo sería la inauguración. Sí, muy bien, le dije, pero abramos ya. ¿Cómo? Sí, los muchachos entrarán a periodo de exámenes y si usted pone esta biblioteca a su servicio será de gran beneficio. Me encantó ver que el presidente, en su sillón, me vio fijamente y dijo: sí, tienes razón. Ah, qué bendición. Le di las gracias, bajé a decir a mis compañeras de trabajo que se prepararan, porque al día siguiente abriríamos. En la tarde fui a la XEUI, estación radiofónica, y me permitieron dar a conocer la noticia: de 9 de la mañana a dos de la tarde y de cuatro de la tarde a ocho de la noche, estaría la biblioteca al servicio de Comitán. Expliqué que era una biblioteca de estantería abierta, los usuarios tenían acceso libre a todo el acervo y la modalidad que les permitía llevarse libros a casa. Así como ahora todo mundo está pendiente de las redes sociales, en ese tiempo, todo Comitán escuchaba la XEUI, así que, al día siguiente, muy temprano llegaron algunas personas para conocer la biblioteca. Todo transcurrió en forma armoniosa. A las dos cerramos las puertas de cristal y cada uno de los empleados fue a comer a su casita. Nos vemos quince antes de las cuatro, fue mi recomendación. Todos llegamos al cuarto para las cuatro, me dio alegría ver a un grupito de muchachos que ya esperaba entrar. ¡Ah, Comitán recibía con emoción su biblioteca! Les dijimos que a las cuatro abriríamos, entramos para preparar nuestros espacios. Dentro de las indicaciones recibidas estaba la de que cada usuario, en una libreta de esas de contabilidad, debía anotar su nombre, edad y ocupación. Abrimos las puertas, el grupito había crecido, hicieron una fila y comenzaron a firmar la libreta y luego ya entraron a conocer el espacio y hacer uso de los libros. No, mi niña, no lo creerás, a las cuatro y cuarto, la fila era inmensa, daba vuelta, llegaba hasta donde ahora está el acceso de las oficinas de televisión por cable. Y la fila se amplió y el grupo se volvió multitud. El director de Obras Públicas llegó a su oficina y me llamó: ¿qué están regalando?, preguntó. Cultura, le dije, conocimiento. Todos estábamos felices. Al día siguiente le agradecí al licenciado Gonzalo por permitir que abriéramos antes de la inauguración oficial. Cuando la agenda del gobernador lo permitió vino a Comitán para cortar el listón oficial. De ese día es la fotografía que acá te paso copia. Don Polito Leal y el doctor Alfonzo Pinto eran colaboradores de la administración del licenciado Gonzalo Ruiz Albores. Un día Comitán se despertó con la noticia de que el gobernador Absalón invitó al licenciado Ruiz Albores para integrarse a su equipo de trabajo; Gonzalo fue a Tuxtla y don Polito asumió la presidencia municipal de Comitán. Antes de ser nombrado director de la biblioteca yo había hecho la solicitud ante EDUCAL para abrir una librería en el pueblo, en un local que teníamos en el Pasaje Morales. Un mes después de la inauguración de la biblioteca mi Paty me dijo que en el local me estaban esperando unas personas de EDUCAL, fui y, después de hacer una inspección al local, dijeron que mi solicitud había sido aceptada y quince o veinte días después volví a estar frente a muchas cajas con libros que nos enviaron. ¿Mirás qué periodo tan intenso para el pueblo? En la biblioteca había miles de libros para su consulta, en forma gratuita; y en la librería un fondo de cientos de libros para su venta. Con toda la pena del mundo me presenté ante don Polito, ya presidente municipal, para agradecer su apoyo y le presenté mi renuncia. Mi querido amigo Paco Flores Medina quedó en mi lugar y yo fui a apoyar a Paty en esa aventura comercial que, como advertís, no era sencilla, porque una cosa es vender chinculguajes y jocoatol y otra vender libros, productos culturales que casi no se consumen. ¿Cuánta gente invierte paga en comprar libros? No mucha. Ahora, por fortuna, ya te conté el otro día, Comitán cuenta con tres librerías y los lectores han crecido. Parte de ese crecimiento, digo yo, se debe a que en 1987 Comitán tuvo una biblioteca pública hermosa, lugar donde muchos niños descubrieron el mundo de la imaginación a través de libros sensacionales. Recuerdo con emoción unos libros que al abrirlos brotaban dibujos en tercera dimensión. Ah, era maravilloso ver las caritas de los niños cuando abrían esos libros y aparecían árboles y mariposas que se formaban en medio del aire. Esto fue la biblioteca pública para Comitán, esto sigue siendo: un enormísimo árbol que ha regado su savia a este pueblo sabio. Estoy seguro que muchos niños de 1987, adultos hoy, recuerdan ese instante donde se formaron en una gran fila para entrar a la biblioteca. Fue uno de los momentos más bellos de este pueblo. Posdata: ¿qué le decía al general Absalón? Quién sabe, pero él sonríe y doña Albita de León también, estamos contentos. Fue el día del protocolo oficial, el día que el ilustre comiteco, nieto del doctor Belisario Domínguez, llegó a su pueblo, para inaugurar la Biblioteca Pública Rosario Castellanos Figueroa, que luego se volvió regional. El licenciado Gonzalo Ruiz Albores dijo que se colocaran los dos apellidos de Rosario, porque en un inicio alguien comentó que podría llamarse Rosario Castellanos. El presidente municipal de Comitán dijo que era el nombre adecuado, pero se debía agregar el apellido materno. Y así fue, es y será por los siglos de los siglos.