jueves, 18 de agosto de 2022

MUJER JUEGO NO INVENTADO

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como un tablero de ajedrez, y mujeres que son como juego no inventado. La mujer juego no inventado es maravillosa. Todo en ella es deslumbrante, como regalo de navidad aún no abierto, el que reposa en la base del árbol. Es una mujer inédita. Todos los juegos inventados tienen reglas y miles o millones de seguidores. La mujer juego no inventado es la senda nunca caminada, posee el encanto que tuvo la primera mujer sobre la tierra. Acercarse a ella es como entrar a una burbuja luminosa donde todo es novedoso, donde todo es como una casita afectuosa, pero que contiene misterios que serán prodigiosos. Ella es la cascada donde el agua sube, el escalón que se mueve a los lados, la nube que llueve pétalos, el caracolito que vuela, el cuadro de la Gioconda que ríe a carcajadas, la famosa pintura de El grito donde se escucha lo que dice. Ella es la puerta que nunca admite la oscuridad, su cuerpo es como una casa siempre iluminada. Nada de lo real le es ajeno, pero, de igual manera, ella crea lo que no existe en forma tangible, y lo comparte con una generosidad de niña que toma un helado. Se convierte en reflector cuando el escenario se vuelve un sembradío de nubes; se convierte en cielo cuando hay necesidad de vuelo, abrazo de lluvia, carrera de luz sobre el rostro. Ella es todos los números, incluso aquellos que van más allá del infinito; ella es todas las letras de todos los abecedarios, incluso de aquellos idiomas inexistentes, los que hablan en otras galaxias. Juega a ser cometa o estrella y demuestra cómo la luz es la esencia más traviesa, la que brinca sobre la cuerda del arcoíris, la que, como Midas, ilumina todo lo que toca, todo, el cuerpo y el espíritu del amado. Ella es la que modela lo que está por venir, su mirada es una ventana hacia el futuro, sus labios calientan el frío del tiempo. Toca todos los instrumentos musicales que aún no existen, el acordeómetro que interpreta arias a la hora que vuela, a la hora que, como sábana, se tiende sobre la cama donde ella, la mujer juego no inventado, espera al amante. Es el cielo en la tierra y la tierra llena de nubes, de pájaros que vuelan, de estrellas que son hermosas figuras para jugar algo parecido a un ajedrez universal, donde las casillas son fosos con hermosos obsequios. En su casa tiene miles de libros, cada uno de ellos tiene forma de animales o de casas o de subterráneos o de ríos. Si uno toma el libro mar, por ejemplo, los delfines llevan las palabras en su trompa, las avientan a los peces velas, quienes las convierten en mermelada para que los niños disfruten la lectura. Quien tiene la fortuna de toparse con una mujer juego no inventado debe sentirse satisfecho y estar dispuesto a caminar sobre el aire y morder la base del museo de la vida. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como ventanas donde la luz se inclina, y mujeres que caminan en medio de camiones de rutas indefinidas. ¡Tzatz Comitán!