lunes, 5 de septiembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON AGUA DE DOS RÍOS

Querida Mariana: Vicky me envió un mensaje por WhatsApp, a las 4:41 de la tarde, el 3 de septiembre de 2022. El mensaje era lacónico, pero impactante: “el día de hoy, en Cocoyoc, Morelos, falleció el comiteco Leopoldo Borrás Sánchez, periodista, vos lo conociste”. ¿Qué se dice como respuesta a ese chiflón que bota todos los papeles sobre el escritorio en cuanto abrís la ventana? Mi respuesta fue lo que se pide en casos de fallecimiento: descanse en paz. Falleció en Cocoyoc, Morelos, así lo dijo Vicky. Cocoyoc fue el lugar que eligió para vivir. El 2 de julio de 2013, a las 7:34 de la noche, como respuesta a alguien que preguntó por él en el blog personal de Alfonso Pedraza, donde publica ficciones aparecidas en la revista el Cuento, de Edmundo Valadés, Polo escribió: “Vivo en el Estado de Morelos en un lugar maravilloso que se llama Cocoyoc y alejado del mundanal ruido y di clases 35 años en la UNAM y rompí record al impartir en todos esos años nada menos que 23 materias diferentes en la carrera de Ciencias de la Comunicación. Sigo escribiendo en diarios de Chiapas, mi tierra natal y, preparo un nuevo libro de cuentos y otro de poesía. Cumplí 72 años de edad en marzo de 2013. Vivo de dar recitales y conferencias, cursos de periodismo y literatura en la provincia”. Esto lo escribió Polo en 2013, cuarenta años después de la publicación de su libro de cuentos: “Un millón de fantasmas. Alucinaciones y otros textos”, editado por el INJUVE, en 1973. Sí, conocí a Polo Borrás, primero a través, precisamente, de este libro de cuentos y luego ya en forma personal. El libro de cuentos estaba en la biblioteca personal de don Roge Román, papá de mis amigos Roge, Juan, Anita, Laurita y Miguel (en paz descanse). No sabía quién era Polo, pero como vi que era un libro de cuentos lo tomé, vi que estaba dedicado por su autor para el papá de mis amigos. El libro es, como lo deja entrever su título: alucinante. Desde entonces le seguí la pista a Polo. Polo fue amigo personal de Mario Uvence y Mario lo invitaba para ser jurado de los concursos de oratoria, celebrados en Comitán, lo vi llegar varias veces al pueblo; en 2009, durante la gestión municipal de quien hoy es senador de la república, Eduardo Ramírez, Polo creó la Escuela Nacional de Oratoria. En el número 3 del Kujchil, Comitán honró a Polo Borrás dedicándole la portada. Kujchil fue una publicación que inició con dos mil ejemplares mensuales y llegó a una distribución de diez mil ejemplares mensuales, en forma gratuita, durante la administración de Luis Ignacio Avendaño Bermúdez. Ahí, en una entrevista que le hizo Paty Espinosa Vázquez, Polo expresó lo siguiente: “Comitán me hace sentir que soy. Eso se llama existencialidad. Yo sé que soy, a partir de que sé que soy comiteco. Soy comiteco, pero no sólo porque nací en Comitán; mi ser se nutre, fundamentalmente, del lugar donde estoy (…) No pierdo mi existencialidad, aunque me muera ¡seguiré siendo comiteco!” Al final de esa entrevista, Paty le preguntó si volvería a Comitán, Polo dijo que sí, que acá estaba enterrado su mushuk y que cuando muriera pedía que lo incineraran y que hicieran dos montoncitos: “un montoncito para mi Comitán y otro montoncito para que lo tiren justamente en el lugar que era mi preferido: Yayagüita”. Posdata: Igual que muchos paisanos, conocí a Polo. Cuando abrí el mensaje con la noticia infausta de su fallecimiento lamenté su partida y pensé si cumplirán su deseo. Un puñito de sus cenizas debe ser regado en las aguas de ese hermoso río de Chicomuselo, en La Junta, donde confluyen dos brazos de agua y se vuelven un solo afluente, y el otro puñito en algún rincón de su Comitán. El espíritu de Polo, demiurgo de Yayagüita, ya se reunió con el otro brazo y ya es uno en el universo, por siempre. Descanse en paz, lo escribo el 4 de septiembre de 2022, a las 4:32 de la madrugada.