jueves, 22 de septiembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON CHOCHERAS SANAS

Querida Mariana: no te riás. Recordá que ya soy una persona de las que, ¡divino eufemismo!, llaman de la tercera edad, viejo, pues. Sabés que en años recientes, antes de la pandemia, mi Paty y yo íbamos al cine los domingos, íbamos a la función matutina, casi casi como lo hacía de niño en la matiné. Pero cuando la pandemia asomó su malhadado rostro nos quedamos en casa. ¿Qué hacer los domingos? Cualquiera habría dicho que podíamos hacer lo mismo: ver cine, en casa. No lo hicimos, Paty se dedicó a tejer amigurumis preciosos y yo me dediqué a pintar cuadros, también preciosos. No hemos vuelto a las salas cinematográficas. Hemos evolucionado, mi Paty ahora borda obras en papel, lindísimas, sigo pintando, pero de once a dos de la tarde, veo un programa de televisión en el canal 11. ¡No te riás! Veo un programa que se llama “Aprender a envejecer”. Sí, me encanta el título y disfruto las diversas secciones. ¿Mirás que acá no hay eufemismos? El título del programa tiene el objetivo de enseñar a las personas a ¡envejecer!, a hacerse viejo con dignidad. Cada vez que lo veo pienso que si hay una tercera edad, por lógica hay una primera y una segunda edades. ¿Vos conocés algún programa que enseñe a aprender a crecer en esas dos primeras edades? Yo no. No existen programas específicos. Es un contrasentido, es como si lleváramos matemáticas III sin estudiar los conocimientos previos. La pregunta que asoma es: ¿se puede aprender a envejecer? La respuesta es ¡sí! A cada rato nos dicen: “No nacemos sabiendo”; es decir, la vida es un proceso constante de aprendizaje. A mí me da urticaria cuando alguien comenta: “Nadie nos enseña a ser papás”, nadie a ser novios, esposos, amigos, alumnos, maestros… Nadie nos enseña a conocer nuestro cuerpo y a conocer el cuerpo de la pareja. Ya te conté la experiencia ingrata que tuve en la adolescencia, de pronto los amigos me aventaron a un cuarto con una prostituta chaparrita, simpática, pero una gran desconocida. ¿Qué iba a hacer si nunca alguien me había dado un curso intensivo de tener relaciones con soberanas desconocidas? Por eso, ahora que ya estoy en edad me encanta ver el programa: “aprender a envejecer”, nunca es tarde cuando la dicha es buena. Si nunca tuve enseñanzas sobre cómo ser un adolescente sano, pienso que Dios me permite ahora recibir enseñanzas para mi vejez. Sé que vos pensás igual que yo, que las parejas deberían aprender a conocerse, aprender a convivir, a tener relaciones. ¿Cómo llegar a la noche de bodas sin tener un conocimiento previo? No, nuestros abuelos tuvieron muchos valores esenciales, pero se equivocaron en el disfrute del cuerpo y del espíritu. Las abuelas sufrieron su cuerpo. ¡Dios mío! Por ahí es argumento sobado el de que el conocimiento de la regla de tres es un absurdo, un tormento chino que provoca aberrar la matemática. ¿Para qué sirve? Al noventa y nueve por ciento de la población mundial le sirve para una nada. ¿No sería mejor que los muchachos del bachillerato recibieran clases dinámicas, simpáticas, esenciales, acerca de “aprender a crecer”? Todo es al ahí se va, aprendemos en la práctica, dice la mayoría. ¿Cómo tener un crecimiento sano si no hay una planeación, si no sabemos cuál es el camino? ¿Cómo los viajeros llegan a San Cristóbal de Las Casas, cómo a nuestro pueblo? Existe una ruta trazada. Cuando uno viaja por primera vez lo hace con menor pericia que quien ya ha realizado varias veces el recorrido. ¿Quiénes son los mejores amantes, los mejores bailadores, los mejores pilotos, los mejores pintores, los mejores escritores, los mejores esposos, los mejores papás? Deberíamos, en esta escuela de la vida, recibir programas para aprender a ser padres, hijos, esposos, amantes. La regaríamos menos. Posdata: veo el programa del canal 11: “Aprender a envejecer”, pepeno enseñanzas de expertos, bajo la conducción de la agradable periodista Paty Kelly. El programa tiene muchas secciones, tengo mis favoritas, la que no me pierdo es la entrevista y los Recuerdos vivos con Emilio, que son entrevistas añejas rescatadas de un archivo sensacional. ¿Sabés quién estuvo este domingo? Nuestro querido escritor Fernando Del Paso. Me encanta que sin eufemismos, Paty diseñó un programa que hace mucho bien a muchos viejos en México y puntos intermedios de Latinoamérica. Aprendo a envejecer, mi niña bonita, a ser viejo, para, cuando menos, regarla menos en este corredor final. ¡Tzatz Comitán!