martes, 27 de septiembre de 2022

CARTA A MARIANA, RUMBO A QATAR

Querida Mariana: ya estamos a nada de estar en Qatar, los privilegiados en vivo y millones en casa, viendo los partidos por televisión. ¡Me pongo de pie!, decía el genial comentarista Ángel Fernández. Lo mejor del fútbol soccer se dará cita en aquel país que, la mera verdad, no tengo idea en dónde está. Me pongo de pie y luego me siento, con una limonada y cacahuates dorados, en espera del momento en que el balón ruede en la cancha. En los mundiales de fútbol se exacerban los nacionalismos. La mayoría de aficionados se pone la camiseta de la selección de su país; los creyentes prenden veladoras y piden al santo preferido que haga el milagro. En caso de México toda la afición pide el quinto partido. ¿Pedimos el campeonato del mundo? ¡No! El quinto partido; es decir, que México pase la primera ronda, llegue a los octavos y luego cuartos de final. El quinto partido significaría la posibilidad de ser una de las ocho mejores selecciones del mundo. Esa es la gran ilusión de millones de aficionados mexicanos. A un amigo, fanático de este deporte, le pregunté si éste no era un deseo mediocre, conformista, él, con decisión dijo: “No, Álex, somos realistas, nuestro deseo está al par de nuestro fútbol, que, éste sí, es mediocre y conformista”. Pucha, me dio la vuelta bien bonito. Quedé satisfecho con su respuesta. Los fanáticos no esperan más, porque el fútbol mexicano no da para más. Ah, pero ya los quiero ver cuando se dé el milagro del quinto partido. Ya los veo soñando con llegar a la final y volverse campeones. Nunca he sido un fanático de los deportes, ni soy un apasionado nacionalista. Incluso, vos me conocés, siempre que hay un mundial de fútbol pido porque el milagro del quinto partido no se dé. Los amigos me acusan de ser antipatriota. ¡Al contrario! Siempre antepongo a México por encima de la pasión. Vos sabés que cada vez que México juega el país se detiene por muchas horas, no sólo las dos que tarda el partido. Digo que tengo preparado agua de limón (sin azúcar) y los deliciosos cacahuates del Mercado primero de mayo para botanear mientras las patadas se suceden; pero, millones de mexicanos botanean tortillitas con chicharrón, guacamole, un enchilado pico de gallo y varias caguamas. Esto provoca que cuando el partido concluye, los amigos acepten el famoso brindis que responde a la frase “la última y nos vamos”. ¡Esta es la mayor mentira del mundo! La última se convierte en la penúltima, y ésta en la antepenúltima y así hasta que los amigos y compadres entran a la bolera total. ¿Mirás las consecuencias del festejo al que acuden millones de mexicanos? Nunca hemos celebrado un quinto partido. ¡No quiero imaginar lo que esto provocaría! Mejor que la selección mexicana haga el mediocre papel que siempre ha hecho. ¡Total, los aficionados ya están acostumbrados a ponerse tristes y enojarse al ver el fracaso de su selección! Los aficionados no saben lo que significa estar entre los ocho mejores. ¡No puedo imaginar esa euforia, no quiero pensarlo! Ya Octavio Paz nos dijo que los mexicanos festejamos con excesos, la razón la dejamos botada en cualquier esquina y nos trepamos al corcel desenfrenado. Posdata: la carta de hoy fue futbolística, porque el otro día pasé por este campo de fútbol y me maravillé con lo que vi. El partido estaba por iniciar, era el partido inaugural del Campeonato Mundial de Fútbol Soccer de Aves 2022. Como Ángel Fernández me puse de pie y vi cómo el seleccionado de las garzas ya había entrado a la cancha, mientras el seleccionado de las chinitas aún permanecía en los vestidores (el travesaño de una portería) en espera de su estrella: MaraSALVADILLO, prima hermana de MaraDONA. ¿Sabés quién fue el árbitro del partido? Un gavilancillo, que, desde lo alto, se mantenía aleteando en el mero centro del campo, desde donde tenía una perspectiva completa. Todo genial, todo maravilloso. Partido sublime. ¡Tzatz Comitán!