sábado, 17 de septiembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON TOQUINES Y TOCADAS

Querida Mariana: Migue Ortiz hizo favor de enviarme estos carteles. Adriana Fernández dice que estaban diseñados en Word Art. Estos carteles promocionales son de los años 2000 y 2001. Son carteles históricos; son referencia de las actividades que realizan los chavos comitecos en el inicio del tercer milenio. Cuando Migue subió estos carteles a las redes sociales etiquetó a Paco Ruiz Guillén, Aleks Trujillo, Martín Cruz, Vicente Estive y Aleks Culebro. Deduzco que los etiquetó porque ellos fueron, igual que él, parte importante de estos sucesos musicales, sucesos que nos hablan ahora de las tocadas que organizaban. Chavos estudiantes de bachillerato eran los organizadores, las mentes que activaron estas geniales convivencias que continuaban con la tradición iniciada en los años sesenta. A ver, miremos qué onda con los años cincuenta en Comitán. Las crónicas relatan que nuestro pueblo era una sociedad poseedora de una gran tradición musical. Los peatones escuchaban con frecuencia música culta que salía de las salas de casas donde había pianos y maravillosos ejecutantes. La historia musical cuenta que, en esa década, el mundo está recibiendo una música revolucionaria: el rock. A Comitán todo llegaba un poco más tarde. En los años sesenta, los chavos comitecos conocieron algo que cambió la historia del pueblo y de todo el mundo, un cuarteto de chavos de Liverpool revolucionó la música: Los Beatles hicieron su aparición. La chaviza, ya en tocadiscos portátiles, no en las grandes consolas de los abuelos, escuchaban las rolas que interpretaban esos maravillosos chavos. Muchos chavos no eran aficionados a la música, pero sí a otras manifestaciones artísticas, como la literatura. En esta disciplina también hubo un movimiento revolucionario en el país: la aparición de la literatura de La onda. Los autores de esta generación abrieron nuevas ventanas en la forma de expresión. Los lectores hallamos una nueva manera de decir las cosas, una forma más libre, menos pedante, un poco, como diría Julio Cortázar, en mangas de camisa. Entre los autores de La onda apareció José Agustín, quien, por fortuna, aún vive, en Cuautla. Su proceso creativo se entorpeció por un accidente que sufrió cuando cayó en el foso de un escenario de Puebla, ciudad a la que había llegado para una presentación. El tumulto de fanáticos lo obligó a hacerse para atrás sin darse cuenta del foso. Cayó y esto le modificó la vida. Qué pena. Pero, todos sus libros son manifestación plena de la transformación en el lenguaje. José Agustín es un experto en el género musical que convocó a los chavos comitecos en el 2000: el rock. Su literatura está plagada de guiños hacia los grandes grupos de rock. Migue me platicó que las Tocadas tenían la finalidad de recaudar fondos para la fiesta de graduación. Sí, pero además de la paguita advierto que era una manera de disfrutar la vida a través de la convivencia y del disfrute del rock con grupos musicales de estas tierras. Ellos continuaron con la tradición musical juvenil. Los chavos de los años setenta recuerdan los toquines que se daban en el Café Intermezzo y, ¡maravilla!, las misas juveniles en el templo de El Calvario donde el grupo integrado por Roberto González, Fernando Escárcega y Enrique Penagos, acompañaba el ritual católico. Esto fue un momento brillante en la historia local. Los fieles, acostumbrados a la música sacra, pegaron el grito en el cielo cuando el Padre Nuestro fue interpretado con un ritmo moderno y guitarras eléctricas. Pero como en el cielo estaba su Dios pronto se diluyó el asombro y cierto enojo cuando vieron que la chaviza (renuente a las misas) acudía todos los domingos, porque esas celebraciones eran chidas. José Agustín nos habla de los toquines y de los toques, porque cuando se efectuó el gran toquín en Avándaro, estado de México, hubo una concentración de miles y miles de jóvenes que disfrutaron el toquín con un toque de mariguana. Fue tan impresionante esa manifestación que el gobierno federal prohibió los conciertos de rock. Por fortuna, en el 2000 esa prohibición ya era obsoleta y los chavos comitecos organizaron estas Tocadas, que, sin duda, fueron festejos maravillosos. Le dije que a mí esta manifestación me parecía un acto maravilloso y él me dijo que no sabía si lo que hicieron fue maravilloso, pero lo que sí fue una maravilla fue lo que sentían al estar tocando con sus amigos. Entendí, reconocí esa sensación que toca a los creadores en un instante supremo. No todos los jóvenes son seguidores del rock, se necesita poseer un espíritu especial para volverse fan de este género. En la actualidad existe una campaña mundial mediática que abraza a los jóvenes con música mediocre, siempre ha sido así. En los años setenta conocí a un grupo selecto de amigos que se salía del grueso que escuchaba la mediocre música comercial, ellos escuchaban jazz, blues y, por supuesto, ¡el rock! En el 2000, Migue y sus amigos tuvieron el gusto del rock y esto los hizo dar el siguiente paso: aprender a dominar instrumentos y crear bandas para tocar. Una vez organizados diseñaron las Tocadas. Estaba de moda lo que se dio en llamar Rock en español, así que las bandas rockeras comitecas se aventaban covers de los grupos favoritos de ese momento: Enanitos verdes, Maná, Hombres G, La Ley, Molotov, Héroes del silencio, Caifanes y el Tri. Hubo grupos que estaban en el siguiente escalón e interpretaban rock en inglés. No me atrevo a contar más de estas tocadas, porque no las viví, y, como sabés, soy experto en nada, así que sólo comparto con vos estos carteles y señalo lo que advertí al verlos. Lo primero que advertí es que es una colección maravillosa de esos maravillosos tiempos y lo segundo es que falta que ellos, quienes vivieron esta época y abrieron estos espacios geniales, compartan sus experiencias y testimonios. Mirá el cartel que anuncia una súper tocada para el 6 de mayo, en “El sol y la luna”, espacio que recuerdo estaba en la esquina a media cuadra del Club de Leones. Ese día se presentó “La kripta”, el grupo más popular de la ciudad. Falta la historia de este grupo y de todos los demás, falta que compartan las fotografías de sus toquines. El cartel anuncia que esa noche (el guateque comenzaba a las ocho de la noche) fue el lanzamiento oficial del grupo “Singles”. Muchos chavos de ese tiempo (ya chavos de cuarenta ahora) deben recordar con emoción esa noche maravillosa, donde la audiencia recibió una muppet de bienvenida. El cartel en tono verde es una genialidad. ¿Ya viste en qué términos está la invitación? “¿Has pasado una noche con leones? Asiste este viernes 13 a la gran noche de rock y comprueba lo que pasa”. Genial, simplemente genial. Que nos cuenten qué pasó, que las chicas nos digan qué sensaciones tuvieron al estar en medio de muchos leones. ¿En dónde se dio el toquín? Pues por supuesto que en el Club de Leones. Esa noche el toquín estuvo a cargo de los grupos “Mata verde”, “Santa fe” y “La oruga”. ¡Qué nombres tan bonitos, tan decidores! Y digo que todo esto es histórico porque ahora el Club de Leones es un templo. El espacio cambió su vocación, ahí hubo toquines donde la gente bailaba y tomaba mupets, hoy es un lugar que congrega a fieles para actos religiosos. Migue hizo favor de agregar dos nombres de grupos musicales que no están contemplados en estos carteles: “Doña Macaria” y “El origen”, y agregó que las tocadas eran en bares, salones o cafeterías de moda: “Jarro café”, “Galerías”, “El sol y la luna”, “Club de leones”, “Café Quiptic” y en espacios privados. Siempre he sostenido que los historiadores, investigadores y cronistas han aportado muchos datos para nuestra historia local, pero falta mucho. Todo lo hacemos mejor entre todos. Faltan más testimonios de quienes fueron actores de grandes actos, como en estas tocadas. Migue subió estos carteles y al hacerlo nos obsequió un fragmento importante de la historia de los grupos de rock en Comitán y de la forma en que se realizaban los toquines, comenzando con el precio de entrada, que era de quince o veinte varos. Posdata: en el cartel de color amarillo vemos que la Organización Hellysh Bomb, del CBtis 108 invitó a una súper tocada con la siguiente frase: “¡Ven a sacudirte la maldición del viernes 13, con un súper ambientazo!” para el sábado 14 de octubre de 2000, a partir de las ocho de la noche, en Galerías. Estoy seguro que estos chavos siguen escuchando rock, su gusto musical es más refinado que el de muchos de su generación que se quedaron en una casilla inferior en apreciación musical. Álvaro Enrigue dijo lo siguiente respecto a la creación literaria de José Agustín: “Porque era rock and roll, José Agustín pudo trazar personajes intensamente ambivalentes, dueños de una vitalidad que ni Rosario Castellanos ni Carlos Fuentes habrían podido imaginar”. ¿Mirás?, el rock permite una mirada más amplia, menos ñoña. ¡Tzatz Comitán!