jueves, 27 de abril de 2023

CARTA A MARIANA, CON PRESENTACIÓN

Querida Mariana: acá está Jorge Mandujano, mi querido y admirado amigo. Te pregunté ayer si lo conocías y dijiste que no. Él nada pierde si no lo conocés, vos te lo perdés, porque como te dije Jorge, igual que vos, ama el cine, es experto en el llamado séptimo arte, y experto en literatura, narrador exquisito. Jorge es mi amigo, es mi privilegio. Admiro su talento. Uno de sus libros de cuentos más reciente tiene el siguiente título: “El día que nos prometieron el fin del mundo”. ¡Pucha! Es un titulazo. Si en el 2030 se hace un concurso internacional del mejor título de libros de cuentos, el de Jorge casi casi está predestinado a estar entre los tres primeros lugares. Hoy te lo presento, con una fotografía de hace algunos añitos, ya está más crecidito, hablo de su intelecto. El día de la foto estaba en la Puebla de sus primos hermanos: Puebla de Los Ángeles. Jorge ha crecido intelectualmente en forma brillante. Lo conocí en Tuxtla Gutiérrez en los años noventa, cuando yo estudiaba literatura en la UNACH. Una tarde se acercó y me invitó a ser comentarista de un libro de cuentos que estaba por presentar. ¿Yo? ¿No se habrá equivocado? No, no se había equivocado, con afecto me invitaba a compartir con él ese instante prodigioso. La presentación de su libro fue en el vestíbulo del Congreso Estatal y la sala se llenó con amigos y admiradores de su obra. De ese tiempo para acá hemos coincidido en otras mesas de presentación, de libros y de cervecitas bien helodias. Hace algunos días celebró su cumpleaños número tal y tal y al agradecer las muestras de afecto de sus amigos en las redes sociales escribió un textillo que, sin duda, te dará una idea cercana de su personalidad y de su talento literario. Va copia: “Hay dos diagnósticos inequívocos que establecen como pruebas palmarias que has comenzado a envejecer: cuando te ves al espejo y adviertes, no sin cierta pena, a ratos con ternura o tal vez en el reclamo, que te pareces a tu padre o a tu madre; y cuando el catálogo de tus conocimientos comienza felizmente a traducirse en sabiduría. “Sí, volver a los nombres de los árboles, de las flores, de los pájaros, de los ríos. Saber de cierto cuándo va a llover y cuándo va a escampar. “Mis padres me enseñaron que tres son los acontecimientos vertebrales que te confieren no sólo razón de vivir sino amorosos motivos para la convocatoria amorosa: cuando naces, cuando cumples años y cuando mueres. “Así también aprendí de ellos que las cosas más importantes en la vida no son las cosas: son los seres que quieres y quienes te bienquieren. “Dentro de esta vastedad de buenaventura, las y los amigos, amistades eternas construidas sobre la singladura de la vida en mitad del desvelo y de los sueños diurnos, llenos de luz y necedades compartidas. “A todas y a todos, gracias eternas por haber distraído un tiempo entre sus tiempos para decirme de cosas en mi cumpleaños; dibujar líneas que abonaron con mucho a festejar felizmente mi día. Con el corazón en la mano”. Posdata: ¿cómo no querer a un tipazo así? En cuanto vos y yo nos miremos lo comentamos, ¿te parece? Hay tantas líneas de luz que, sin que seamos de la Comisión Federal de Electricidad, están pidiendo comentarlas, darles continuidad. Celebro la vida de los amigos, celebro la vida de mi querido Jorge. ¡Tzatz Comitán!