jueves, 6 de abril de 2023

CARTA A MARIANA, PARA MOVER LOS PIES Y EL ESPÍRITU

Querida Mariana: los bosques son prodigiosos. En los bosques los misterios juegan a las escondidas. A veces camino por el parque central y éste se convierte en un bosque y, cuando menos lo espero, aparece el misterio de la vida. A veces aparece en forma de enigma, a veces en forma de zarigüeya traviesa, a veces, como en la ocasión de esta fotografía, en forma de bendición. Ah, vos sabés que, de todos los instrumentos musicales, el que más me gusta es la batería. Ya te conté que a veces sueño con comprar una batería y cumplir mi deseo de darle batacazos y disfrutar la vida. Pero, hasta el momento sólo la batería de cocina es la que tengo en casa. Lo pienso, porque mi casa es pequeña, pequeñísima. ¿En dónde puedo aislarme para que mi gusto no perjudique la tranquilidad de los míos? No sé cómo lo hacen los bateristas a la hora del ensayo. Investigaré. Pero, mientras tanto, disfruto mucho cuando veo y escucho a alguien que toca el instrumento. Así me pasó la tarde de la fotografía. Pasé por el parque central, iba a la oficina de Arenilla; es decir, el parque sólo era la senda para llegar a mi destino, pero de pronto, el parque se convirtió en el maravilloso bosque en que a veces se vuelve y vi que había un gran templete en medio de árboles y una audiencia que escuchaba la participación de un grupo musical: una cantante, una guitarrista, dos tecladistas (un chico y una chica) y Sofía Ozuna Morales, ¡la baterista! Me detuve, porque nadie puede eludir esos misterios mágicos. Me detuve a un lado del templete y vi y escuché; escuché la voz afinada de la cantante, que era acompañada por un grupo de chicos talentosos. Fue acto organizado por una iglesia cristiana, la mayoría de la audiencia era cristiana, asimismo los integrantes del grupo. Sofía es cristiana. Pensé que esto sólo es posible en el Comitán de 2023, porque frente al templo católico de Santo Domingo y al lado del templo católico de Santo Domingo había manifestaciones de dos iglesias diferentes: una cristiana, que presentaba un espectáculo musical en un templete frente a la fuente del parque; y en el auditorio del Centro Cultural, los Testigos de Jehová presentaron una conferencia acerca de la muerte de Cristo. Ah, ya hubiera querido ver al padre Carlos, en los años cincuenta. Hoy, existe una convivencia de muchas iglesias. La iglesia católica ha perdido muchos fieles, por diversas causas, y estas ovejas extraviadas se han ido a otras iglesias, donde encuentran lo que buscan sus espíritus. Y Sofía le da con todo a la batería, y lo hace muy bien. Disfruté tres o cuatro alabanzas, me maravillé con los movimientos precisos de la baterista, acá un batacazo a una tarola, acá a un tambor y el pie, ah, qué maravilla, el pie dándole con armonía al tambor central. En el mundo hay más bateristas varones que bateristas mujeres. Pero, en Comitán hay una niña linda que anda en los diez años de edad, pronto cumplirá sus once, que es una maravillosa baterista. ¿Sueña con tocar en grandes espacios? Sí, sueña. Entiendo que ella cumple con uno de sus sueños, de sus pasiones, y lo hace en nombre de su Dios. Ya estuvo en un templete en este maravilloso bosque en el que a veces se convierte el parque central de nuestro pueblo. Yo, maravillado, abrí mis ojos, mis oídos, mi espíritu, para llenarme de la luz de ese grupo musical y, sobre todo, del ritmo que Sofía imprimía. Cada quien en su chamba: en el templo católico, un rato después habría misa; luego habría una representación de la muerte de Cristo, por parte de un grupo de Testigos de Jehová, que siempre andan bien guapos, trajeados; y, mientras tanto, este grupo cristiano acariciaba los oídos y las almas de todos los que ahí estábamos. Dije que la mayoría de la audiencia era cristiana, pero había un grupo que no tenía esa religión, yo, por ejemplo, era del grupo de “los otros”, sin embargo, lo que ahí sucedía era para todos: creyentes y no creyentes; era para todo mundo, porque la música es un lenguaje universal, que no hace distingos. Me bañé en la luz de ese grupo musical, el ritmo de Sofía fue caricia para mi espíritu. Y supe que el Dios de los cristianos y el de los Testigos de Jehová y los católicos y de las demás religiones del mundo estaba esa tarde ahí y permitía que, en su nombre, recibiéramos la lluvia que da vida, la que nos permite un poco de sosiego. Posdata: ¿y cómo Sofía se aficionó a la batería? Ah, uno no sabe dónde brinca la liebre. Lo que hemos dicho es que la persona debe toparse con el motivo de lo que será su vocación. Un día me topé con revistas de monitos (cómics) y de ahí di el salto a los libros y estos han sido el motivo central de mi vida. Sofía se topó con el instrumento viendo un programa de caricaturas, en la tele. Vio que un personaje tocaba la batería, fue a reunir tambos en su casa y los armó como pensaba que era una batería y comenzó a darle de batacazos, luego ya se apuntó en una escuela de música en la Pilita Seca, con el maestro David y así comenzó la historia. Su historia comenzó a los cuatro años, ahora ya anda en diez, está a punto de cumplir los once y su historia musical va escribiendo páginas sorprendentes, apenas comienza; apenas inicia y ya es una gran baterista, la ¡baterista de Comitán! Gracias a Dios, a su Dios, al Dios de todos. A veces el parque central del pueblo se convierte en un maravilloso bosque, y podemos ver a los duendes corriendo por entre los árboles. ¡Tzatz Comitán!