viernes, 14 de abril de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN CUESTIONARIO (segunda y última parte)

Querida Mariana: sigo con este privilegio: dar respuesta a mi propio cuestionario, el que aplico a los invitados al Platicatorio, para que compartan sus instantes íntimos, para que hurguen en su interior y encuentren huellas de lo que son, de lo que pueden ser, de lo que serán. 6.- ¿Qué sentís cuando mirás un colibrí? Siento el aire que ellos crean con su aleteo incesante. Los colibríes aparecen en forma frecuente, en la cochera abierta de la casa, que también funciona como patio, como jardín. Mi mamá y mi Paty han sembrado algunas plantas en macetas, de barro o de plástico, hay alguna enredadera que da flores que llaman la atención de los colibríes. En ocasiones, cuando escribo o pinto en la sala, veo a través del ventanal la aparición de un colibrí, siento el aire. A pesar de que es imposible que el aire que ellos crean pase por encima del cristal, ¡siento el aire! El colibrí es aire, y el aire es vida. 7.- ¿Qué soñabas de niño que serías de grande? Eso ¡grande! Pensaba que gozaría de libertades que me estaban vedadas siendo niño. Pobre iluso. Nunca supe que ese sueño no era un sueño agradable, que más bien hiede a pesadilla. A mis sesenta y seis años de vida, ya siendo más que grande, pienso que la pregunta ideal es: ¿qué soñás de grande que serás de niño?, y la respuesta sí me place: eso ¡niño! Debí pensar de niño que de grande sería niño, para que se fortaleciera mi personalidad, mi capacidad de juego infinito. Dichosos los que siguen siendo niños y nunca olvidan su inocencia, que no es sinónimo de pendejada. 8.- ¿Adónde te llevan tus pasos actuales? Quiero que me lleven a lo que respondí en la pregunta anterior: quiero que cada uno de mis días me haga más niño, más juguetón, más inocente, más de mirada intensa pero limpia. 9.- Si te topás con una piedra, ¿qué hacés? En realidad, sólo cuando tengo conciencia de la pregunta advierto que, en la mayoría de ocasiones, ignoro las piedras. ¿Alguien me ha tirado piedras? No lo sé, nunca me han ofendido. Si aparece un perro que me atemorice, hago lo que muchas personas hacen, me inclino hacia el piso, pero hago lo que muchas personas no hacen: sólo hago la finta de levantar una piedra, pienso, qué bobo soy, que el perro advertirá que no debe meterse conmigo porque llevo una piedra que le aventaré. Gracias a Dios, los perros nunca me han atacado, no sé qué haría al tenerlos junto a mí, con sus afilados colmillos. ¿Qué hacer si no levanté la piedra para lanzárselas? ¡Qué piedra soy! 10.- Cuando llegue el último adiós ¿con qué frase te gustaría despedirte del mundo? Amante de las palabras, desde siempre, tal vez me gustaría hacer silencio. Decir nada, que mi silencio diga todo, porque ya seré parte del silencio infinito, parte de la esencia divina, que no es más que una burbuja callada, llena de vacío eterno. Posdata: va. Ya jugué. Me gustó el juego, mi juego. A final de cuentas hace tomar conciencia de algunas esencias. Lo ideal es responder el Cuestionario Mayor, el que nos hace la vida a cada instante. A veces tenemos respuestas sorprendentes. Es bueno que la palabra nos acompañe, nos ayude a dar balbuceos a preguntas que tienen más de mil respuestas. En la escuela primaria nos enseñan que cada pregunta debe ser respondida con la correcta, la única; qué educación tan boba, en realidad, la vida acepta mil y más respuestas y en muchas ocasiones, la más atinada es la que nunca aprendimos en la escuela. ¡Tzatz Comitán!