miércoles, 12 de abril de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN CUESTIONARIO (primera parte)

Querida Mariana: un proyecto de Arenilla Revista es el Platicatorio, que, como su nombre indica, es un lugar para platicar. Hemos tenido muchos invitados, los Platicatorios ya se convirtieron en un referente. Por fortuna, muchas personas lo ven en redes sociales. Vos sabés que el final de cada Platicatorio es el Cuestionario Molinari, donde nuestro invitado responde a las diez preguntas. El otro día, Alicia me dijo que le gustaría someterme al Cuestionario Molinari, dijo que sería un juego bonito que el autor respondiera las diez preguntas; un poco como diciendo: para que mirés que no es tan sencillo. Por supuesto que no es sencillo, en el Cuestionario Molinari invitamos a responder diez preguntas que entran en el terreno de la intimidad, que dan idea de sus personalidades, de sus más entrañables pensamientos y sentimientos. Hoy hago caso a Alicia y me pregunto y me respondo. Pucha, qué juego tan simpático. Los que saben dicen que el famoso escritor Proust respondió al cuestionario que lleva su nombre, pero, agregan, él no fue el autor de las treinta preguntas. En este caso, las diez preguntas del Cuestionario Molinari las planteé y ahora las respondo. Pucha, lo hago para darle gusto a Alicia y para darme gusto a mí. Será como pararme frente al espejo y mirar más allá de mi rostro, hurgar en el espíritu, que es lo que hacen nuestros invitados. Ojalá vos también respondás el Cuestionario Molinari, lástima que no querés aceptar la invitación para que aparezcás en el Platicatorio, pero entiendo tus razones, vaya que las entiendo. Respondelo en tu casita. Bueno, va Cuestionario Molinari para Molinari. Tengo la ventaja de no responder al bote pronto, sino que lo hago a través del tiempo de la escritura, es mi privilegio. 1.- ¿Con qué fruto comparás a tu papá? Con el durazno. Los duraznos más ricos que he probado en mi vida son los de San Cristóbal. He visto cómo, antes de comerlos, muchas personas toman los duraznos, de matices perfectos, los limpian en las mangas de la camisa, para quitarles un ligero bigotito que tienen y los comen. Mi papá era un durazno, chapeadito, su semilla rugosa siempre tenía caminitos maravillosos, indescifrables. 2.- ¿Cuál es el aroma con el que identificás a tu mamá? Mi madre huele a una esencia que no la puedo comparar con algo que sea común en la tierra, ¿será porque ella tiene algo de angelical? Huele a lo que huelen muchas otras mujeres, aroma que no todo mundo percibe. Su aroma es casi casi intangible, pero su aroma es como una caricia, como bálsamo. Su verdadero aroma está más allá de los olores de las esencias de la cocina, del campo, del mar. Su aroma es como de esas hierbas que sanan el cuerpo y el espíritu. 3.- ¿Qué rasgo humano te impulsa a ser mejor? La disciplina. Conforme ha pasado el tiempo he advertido que la disciplina es la virtud que mueve al mundo, que la disciplina es el punto de apoyo que pidió el genio para mover el mundo. Los más grandes creadores de todos los tiempos han asegurado que no basta el genio, es necesaria la disciplina, un poco como lo que decía Picasso: que cuando llegue la inspiración te encuentre trabajando. La chispa del acto creativo es la disciplina, el trabajo constante. 4.- ¿Cuál es la palabra más bonita de tu diccionario personal? Siempre he dicho que me gusta la palabra almohada, porque es como una palabra compuesta, de alma y de hada. Ambas entidades son las que conforman el espíritu de la imaginación y la imaginación es otra de las palancas del mundo. Todo lo que actualmente conforma el genio humano, lo que modela nuestra sociedad tuvo su base en la imaginación. Si tenemos televisores, celulares y demás prodigios tecnológicos es porque una mente humana los imaginó. El futuro se diseña en mentes que imaginan. 5. ¿Cuál es tu mejor recuerdo de niño? Respondo en forma inmediata, casi automática, porque es un recuerdo que atesoro con precisión, ya que contiene a dos esencias fundamentales en mi vida: mi papá y el cine: mi papá me abraza en la salida del Cine Comitán. Mis papás me llevaron a ver una película y al salir mi papá, ya de noche, me abrazó y me llevó cargado hasta la casa. La casa estaba a media cuadra del parque central y el cine estaba a media cuadra del parque central, así pues, mi papá me cargó cincuenta metros del cine al parque, luego cruzó el parque anterior, y otros cincuenta metros hasta llegar a casa y depositarme en mi cama. Esa noche tuve el abrazo más hermoso: el del cine y el de mi padre. Mientras mis papás caminaban por el parque, yo sentía el calorcito de los brazos de mi papá, escuchaba los pasos de mi mamá y veía el cielo, limpio, claro, lleno de estrellas. Posdata: sigo mañana. Gracias. ¡Tzatz Comitán!