sábado, 29 de abril de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN EJEMPLO DE VIDA

Querida Mariana: rindo homenaje a las vidas supremas. Mientras muchas personas se rinden, por alguna eventualidad, hay personas que son ejemplo de vida. Me conocés, salgo poco de casa, aunque sé que la vida camina en las calles y en las plazas y a mí me encanta la vida; por eso, desde hace muchísimos años he buscado el sustituto ideal: el arte. Desde casa procuro vivir con intensidad, leo mucho y veo mucho cine, porque en estas manifestaciones artísticas está concentrada la vida. Pero el otro día fui al parque de San Sebastián y me topé con el prodigio de la vida; hallé una vida suprema. El mundo se rinde ante el genio de Messi, maravilloso futbolista, que realiza unas gambetas increíbles. Pues en Messi pensé cuando vi a Don Romeo Villatoro dando vueltas al parque, pateando un dado. Don Romeo tiene actualmente 75 años y me contó que hace como veinte le dio lo que él llama “ambolio”. Sí, mi niña, una mañana (¡ah, destino jodón!), a don Romeo le dio una embolia y su cuerpo perdió cierta movilidad. Messi es un futbolista genial, que hace jugadas increíbles en las canchas del mundo. Don Romeo nunca fue Messi, pero sí jugó fútbol, lo que se llama fútbol llanero. Jugó durante mucho tiempo, su cuerpo y espíritu están acostumbrados a correr detrás de un balón, pero cuando asomó la enfermedad ya no pudo ir al campo a jugar el fútbol soccer. No sé vos, pero he conocido a muchas personas con dificultad para moverse que no se dejan, hacen una serie de terapias para seguir dándole a la vida. Don Romeo tiene cierta dificultad para caminar y para los movimientos de su cuerpo, en general, pero ya dije que una mañana lo encontré dando vueltas en el parque de San Sebastián pateando un dado de plástico, el movimiento que hace es ¡magistral!, en serio. Ya dije que Messi es un genio en la cancha, él goza de todas sus capacidades físicas; Don Romeo tiene algunas facultades físicas disminuidas y, sin embargo, se mueve con destreza en “la cancha” del parque de San Sebastián. Digo cancha porque eso lo ha vuelto. ¡Es genial! Su esposa lo lleva al parque y ahí lo deja. Por lo regular, Don Romeo da unas siete vueltas al parque. Cuando, más o menos, ya termina su ruta, la esposa llega de nuevo y lo acompaña para llegar a casa. Vive como a tres o cuatro cuadras del parque, no sé bien, pero es vecino del barrio. Don Romeo Villatoro es un comiteco excepcional, un gran ser humano. El destino le atravesó el pie hace veinte años, pero él logró levantarse y desde entonces es un hombre maravilloso, un gran ejemplo de vida. Él nos dice, cada vez que camina pateando el dado, que quienes gozan de salud, quienes tienen la facultad de caminar sin trabas, deben ser agradecidos con la vida y reconocer las bendiciones de la salud total y completa. Hace veinte años le dio la enfermedad, desde entonces su vida cambió. La dolencia lo obligó a modificar su rutina. Pero, ¡oh, prodigio!, hace como cinco años, se dio cuenta que cuando caminaba en la calle y se topaba con alguna cosa su cuerpo lo impelía a darle una patadita, porque los músculos recuerdan, dice mi querido Maestro Temo. Don Romeo se dio cuenta que al patear el bote o la botella de plástico o el papel en la calle, su cerebro se agilizaba, recibía estímulos que lo hacían sentir bien. ¿Mirás qué prodigio, querida Mariana? Sintió que su cerebro se agilizaba. Esto es maravilloso, así que pensó que debía agilizar más a su cerebro, que se activara y como el fútbol fue un divertimento antes de su enfermedad pensó que debía hallar un lugar donde “jugara” el soccer. ¿En dónde? Ah, pues en el parque. Ahí estaba dispuesto un hermoso espacio para que él practicara el fútbol y su cerebro se agilizara, así que una mañana su esposa lo llevó al parque. Pero como no podía ir pateando un papel o un bote llevó un dado de plástico. Esta jugada maravillosa no la haría ni Messi, sólo nuestro hermoso Don Romeo fue capaz de hacerlo. ¿Una pelota de plástico? No, jamás. ¿No mirás que el circuito del parque está por encima del nivel de las calles y en éstas transitan muchos autos? ¡No! El objeto ideal es un dado de plástico, porque su forma geométrica permite que avance, pero que nunca lo haga más de la cuenta. Cuando vi a Don Romeo me maravillé. Lo observé atentamente. Digo que al principio pensé que era un gran ejemplo de vida, porque sin ayuda alguna se pone frente al dado y lo patea con el pie derecho, el dado avanza tatarateando y Don Romeo camina con lentitud hasta donde quedó el dado y vuelve a darle una patada y así va avanzando por uno de los pasillos del parque. Cuando llega a la esquina da la vueltita y sigue con su juego, así hasta que concluye una vuelta completa e inicia la segunda. La mañana que platiqué con él había una chica haciendo ejercicio en carrera corta, me di cuenta que cuando Don Romeo llegaba a la mitad de su recorrido la chica ya había dado dos vueltas. Ahí comprendí la grandeza del acto de Don Romeo y de la chica. En ambos casos había una enseñanza de vida. La chica hacía ejercicio para mantenerse en salud y Don Romeo jugaba al dado futbolero para lo mismo, como una maravillosa terapia que no le recetó ningún especialista. Como ya dije, una mañana, hace cinco años se dio cuenta que el patear objetos en la calle cuando caminaba con dificultad agilizaba su cerebro. Y desde entonces, desde hace cinco años, su esposa lo lleva al parque y ahí lo deja para que juegue, para que se divierta, para que le dé luz al espacio, a la vida comiteca. ¡Dios bendiga siempre a nuestro Messi comiteco! No sé si en alguna parte del mundo hay alguien que haga un acto similar, lo que Don Ramón hace es ejemplar, es único, es un acto grande, grandísimo, maravilloso. Insisto, don Ramón tiene setenta y cinco años. Tenía cincuenta y cinco cuando le dio “el ambolio”. Su vida se transformó. Él fue agricultor durante muchos años, trabajaba la tierra, la araba y sembraba semillas que crecían y daban frutos. Era un ciclo regular. Cuando la planta crecía él cosechaba. Y el ciclo se repetía. Así se repite el ciclo de la vida, pero a veces, ¡Dios mío!, la planta se seca porque el agua no llegó a vitalizarla. Él era una planta maravillosa que había crecido hermosa, pero a los cincuenta y cinco años una plaga comió algunas de sus hojas y de sus frutos. Pero él no se dejó. Recordá que el gran cantante Joan Manuel Serrat dice que no importa lo que te sucede sino cómo enfrentás eso que te sucede. A Don Ramón le sucedió algo que afectó su salud total, pero él enfrentó esa dificultad, lo convirtió en un reto de vida, y ahora juega el dado futbolero en el parque de San Sebastián en nuestro pueblo mágico. Sí, él es una de las personas que dan brillo a Comitán. Durante un tiempo trabajó con don Memo Villatoro, uno de los sastres más ilustres del pueblo. Por las tardes llegaba al taller y hacía pantalones. Hoy no lo hace más. Lo que sí hace es respirar el aire limpio y puro del parque comiteco. Por cierto, ¿ya te diste cuenta que los héroes pierden la jugada ante los santos católicos en el pueblo? ¿Quién dice que dio vueltas en el parque La Independencia? ¡Nadie! Todo mundo dice que dio vueltas en el parque de Guadalupe. ¿Quién dice que Don Romeo juega el dado futbolero en el parque de La Corregidora? ¡Nadie! Todo mundo dice que él juega en el parque de San Sebastián. El pueblo es sabio, nombra los espacios según el dictado del corazón. Bueno, con decir que nadie dice que anduvo dando vueltas en el parque Benito Juárez, todo mundo dice que dio vueltas en el parque central. Así somos los comitecos, somos especiales, únicos. Así es Don Romeo, es un ser humano especial, único, sensacional, ejemplo de cómo debe enfrentarse la vida cuando nos quiere poner el pie. Posdata: sirvan estas palabras para honrar a Don Romeo, para reconocer que es un hombre sabio. Él no se deja vencer por la dolencia física, su espíritu es superior, es, como dicen en La India, un Alma Grande. Que los dioses del universo le otorguen más fuerza, más años para jugar en el parque. ¡Tzatz Comitán!