sábado, 29 de marzo de 2025

CARTA A MARIANA, CON CHUNCHES TECNOLÓGICOS

Querida Mariana: Doña Lolita Albores cuenta que la construcción de la Carretera Panamericana permitió que Comitán se comunicara, por así decirlo, con el mundo. Hasta antes de 1950, Comitán era un pueblo aislado, como muchas otras comunidades de Chiapas. Los chavos comitecos de estos tiempos no logran imaginar cómo fue el pueblo en el pasado; bueno, ni quieren hacerlo, ellos ven hacia el futuro. En cambio, los de mi generación caminan en una línea delgada, territorio donde el pasado es nostalgia de todos los días y el futuro es algo que se lleva como un bolso indeseable pero necesario. Hoy, todo mundo tiene un teléfono celular, ya los sabios visionarios habían advertido que el futuro estaría definido por este chunche. Muchas actividades se harían a través de él. Bueno, el futuro ya está acá, en nuestras manos. Los viejos hemos tenido que adaptarnos a la modernidad. Hay amigos que se han rebelado ante tal adaptación, no les ha funcionado, porque hoy todo, todo, se realiza con dichos aparatos tecnológicos. Las transacciones bancarias se hacen a través de plataformas que los bancos han diseñado. Imaginemos a un lector que, como yo, nació en los años cincuenta del siglo pasado, ¡del siglo pasado! Él creció con un libro impreso en las manos, lo palpó, lo conservó en un librero, procuró que no se empolvara, que no se mojara, que no se quemara. Como este lector se aficionó tanto a los libros, poco a poco, adquirió varios y luego más y más. Así que tuvo que ir con un carpintero, de allá por el barrio de La Pilita Seca y encargó un librero hecho con madera de cedro, bien barnizado, bonito. Pero un día, consecuencia lógica, el librero resultó insuficiente, porque el amigo lector compraba más y más libros, así que repitió el ritual y solicitó otro librero y así. Conforme pasó el tiempo, la habitación se volvió como un bosque lleno de libros, era un paisaje donde el lector se sentía a gusto, era su lugar favorito. Más un día, una conmoción llegó en forma de noticia. Ya no sólo había libros impresos, lejos estaba el soberbio hallazgo de Gutenberg, la tecnología logró abrir una ventana difícil de comprender: había ya e-books, libros electrónicos, y con dicha noticia llegó otra: había dispositivos que servían para almacenar libros electrónicos y para leerlos. Los más conservadores lectores se negaron a dar paso a la innovación tecnológica y defendieron su derecho de continuar leyendo libros impresos, que era la forma tradicional, la forma “antigüita”. Un sector, donde está incluido el lector del que hablamos, abrió la puerta a la novedad. Nuestro amigo compró un Kindle (chunche donde se almacenan los libros digitales y dispositivo que permite leerlos), buscó en las librerías “virtuales” un libro de su interés y lo adquirió, lo adquirió en forma facilísima, lo pidió y pagó con la tarjeta de crédito (todo este proceso hecho en el teléfono celular), un minuto después la empresa le informó que el libro adquirido ya estaba en su Kindle. Sin creerlo del todo, el lector prendió el Kindle y ¡halló el libro solicitado! Le bastaron dos minutos para adquirir un libro electrónico. Desde ese momento, el lector comenzó a comprar más libros electrónicos, era tan sencillo, tan práctico. Comitán ya no estaba a mil kilómetros de distancia de una librería con miles de libros, ya no, estaba a dos minutos de distancia. Y ahora, el lector, quien nació en los años cincuenta del siglo XX, adquiere libros electrónicos, los lee, los disfruta y los conserva en su Kindle, aparato que tiene la capacidad de almacenar hasta cinco mil ejemplares. Se olvidó del carpintero comiteco, ya no necesita libreros, le basta el chunche electrónico que es el mayor librero que jamás tuvo, porque tiene una gran capacidad de almacenamiento y es un chunche que mide lo mismo que mide un libro. Esto que acabo de relatar es un sencillo ejemplo de cómo la vida comiteca se ha transformado. No todo es miel sobre hojuelas, ¡no!, como en todo suceso mundial que transforma la realidad ¡la aparición de estos chunches tecnológicos tiene sus desventajas! Muchas, desde las que mencionan los maestros, porque los alumnos ya no llevan libretas al salón ni toman notas, ahora, el maestro escribe en el pizarrón y los alumnos (los responsables) se paran de sus asientos y toman una fotografía del apunte. Esto, que es una gran ventaja, también es algo negativo, porque los chicos y chicas ya no escriben. Un amigo maestro dice que llegará el día que los jóvenes olvidarán escribir, se convertirán en redactores analfabetos. Además, los críticos de los avances tecnológicos, dicen que nuestro cuerpo comienza a tener malformaciones en la espalda, en el cuello, en los dedos. Igual que vos he visto amigos que llevan unas cintas en las manos, esas cintas les fueron colocadas por médicos expertos para curar dolores musculares. Estos dolores no se daban antes, porque los dedos nunca fueron sometidos a tal actividad repetitiva. Estadísticas nacionales indican que muchos accidentes vehiculares suceden porque los automovilistas ven el celular mientras conducen. Sí, los he visto en nuestro pueblo. El otro día me senté en una grada del parque central, cerca del busto de Rosario y vi el comportamiento de los conductores, más de cinco, ¡de verdad!, manejaban con una mano mientras en la otra llevaban el celular abierto, hacían lo mismo, bajaban la vista, checaban la pantalla y luego subían la vista para ver qué tenían adelante. Esto me pareció un verdadero peligro. Bueno, me cuentan que hay conductores que hacen lo mismo cuando conducen en carreteras de alta velocidad. ¡Dios mío! Qué osadía. Nuestra sociedad se ha transformado. Si hacemos un repaso histórico del avance mundial constatamos que jamás se había dado una transformación tan radical, tan impresionante. Ahora nos alertan acerca de la intromisión de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas diarias. El otro día (en redes sociales) quedé asombrado por la posibilidad de esta herramienta. El poeta, gran maestro de mi generación y de otras más recientes, Óscar Oliva leyó un poema suyo en francés, todo hecho con inteligencia artificial, la pronunciación es exacta, el movimiento de sus labios es preciso. Días antes, su hija Aurora Oliva, artista experta en danza, quien llevó un curso de IA, leyó un ensayo propio en una lengua asiática. Imaginé que ella jugaba, que ella no tiene el conocimiento de dicha lengua, leyó su texto en castellano y una aplicación digital logró que el video diera la impresión, muy real, de que hablaba dicha lengua, por la pronunciación fidedigna y el movimiento exquisito de sus labios. Alguien pudo pensar que, en efecto, ella estaba hablando en esa lengua asiática. Y digo que esto es como un sencillo juego. La Inteligencia Artificial, nos advierten los sabios, cada vez avanzará más. Y todo esto que parece ciencia ficción también se da en nuestro pueblo, el pueblito que estaba incomunicado en los años cincuenta del siglo pasado. En este siglo XXI todo Comitán tiene acceso al mundo entero. Conozco gente que realiza estudios de posgrado “en línea”, que ha aprendido a hablar inglés u otros idiomas a través del Internet. ¿Qué nos depara el futuro? Por el momento digo que los viejos, los de mi generación, debemos estar abiertos a la posibilidad de integrarnos a tal avance tecnológico, si bien no con la rapidez con que lo hacen ustedes, los chavos, cuando menos para advertir los avances y procurar adaptarlos a nuestra vida diaria. Yo, igual que nuestro amigo lector, acepté que los libros digitales fueran parte de mi vida, hoy los disfruto; asimismo, me suscribí a varias plataformas cinematográficas y veo cine todas las tardes en mi teléfono celular. Pensé lo que todo mundo decía: “El cine se ve mejor en el cine”, es decir en la sala cinematográfica; hoy pienso que el cine se ve mejor en mi celular, porque ahí tengo a mi disposición cientos y cientos de cintas de todo el mundo. Jamás pensé que en mi pueblito podría tener a mi disposición esta gran posibilidad. Posdata: hoy todo mundo tiene celular, entra a las redes sociales, se divierte en el TikTok, da opiniones en el Facebook, hace transferencias bancarias, solicita taxis (acá no tenemos servicio de UBER, pero sí solicitamos un taxi a través de una llamada telefónica). Comitán está inserto en la modernidad, mucha gente hace compras “en línea”, puede ser que algún producto no exista en tiendas comitecas, ahora existe la posibilidad de pedir dicho producto en cientos de tiendas del mundo entero. ¡Tzatz Comitán!