miércoles, 26 de marzo de 2025

CARTA A MARIANA, CON GUATEQUE

Querida Mariana: no hay festejo en el mundo sin la música. La música alegra el alma y el cuerpecito. El día del homenaje al doctor Roberto Gómez Alfaro hubo música. Días antes, mi amigo el doctor Luis Ignacio Avendaño Albores me invitó al homenaje que le rindieron a su amigo y maestro. Él asistiría como médico, como amigo y como artista de la música. Me dijo que al lado de amigos amenizarían el acto; al final del mensaje me dijo cele si no aplaudís. Le envié carita de risa y le dije que aplaudiría mucho, para que no me cayera cele. Y asistí y me emocioné con el acto de reconocimiento que organizó la Federación de Asociaciones y aplaudí fuerte y galán al término de cada actuación del grupo musical, no por la afectuosa amenaza del cele sino porque la música, como todo lo demás, obtuvo notas de excelencia. Ah, qué sabroso guateque. El acto protocolario se llenó de notas excelsas. ¡Cómo no! En una esquina del escenario, al lado de la mesa de honor, cuatro talentosos músicos comitecos soltaron la música, lo hicieron como quien suelta palomas al cielo, como viento moviendo las palmeras y las frondas de los árboles. ¡Galán! ¡Sabroso! Roberto Domínguez, con el sax; Felipe Trujillo, con el teclado; Luis Ignacio Avendaño, con la voz; y la bellísima Stefany Moguel, con la voz, acompañada con la gracia del baile. Ella, siendo maestra de danza tiene la candela y el fuego que contagia a los cuerpos. Estuve pendiente desde mi asiento de gayola, vi la reacción de las personas, la mayoría se veía contenta, algunos movían los pies; alguien de la mesa de honor, con las manos, como si fuera el del bongó, somataba con ternura sus manos sobre la superficie, llevando el ritmo. Porque los cuatro integrantes del grupo musical le pusieron el ritmo al día, al acto sublime. Escuché a una persona decir: “quiénes son, tocan bonito”. Quería saber el nombre del grupo, pero, ay, cómo explicarle que es el grupo sin nombre, que se da de vez en vez sólo por el gusto de la convivencia. Digamos (si me equivoco me cae cele) que es Luis Ignacio quien los convoca, quien los integra, sólo por el gusto de darse el gusto, el gusto de todos. He visto algunas grabaciones con rolas escritas e interpretadas por Luis Ignacio, donde se dan cita los otros tres artistas, amigos, compañeros del mismo ladrillo, de la misma cuchara, del mismo edificio espiritual que levantan. Tocaron bien bonito. Todo mundo agradeció el instante musical, porque, vos lo sabés, la música es bienvenida en todo guateque, no hay festejo sin música. Hasta el más tullido mueve lo que le queda; hasta el más sordo levanta la cabecita como pájaro en busca de comida. Los cuatro artistas dieron la nota de movimiento rítmico al acto. Ah, qué delicia escucharlos, con el mojol de lujo del movimiento de Stefany, quien mueve su cuerpo al ritmo que le impone su alma jacarandosa y rumbera. “¡Jímbalo!”, decía Luis Ignacio y el sonido aparecía. Luis Ignacio dijo que al doctor Roberto Gómez Alfaro le gustan los corridos (musicalmente hablando), por ello le compuso un corrido y ese día lo interpretaron. No podía faltar, por supuesto, la canción “Un buen comiteco sos”, que también le dedicaron al homenajeado, porque cada vez que aparecía el estribillo: ¡un buen comiteco sos!, Luis Ignacio señalaba a su maestro. Sí, el doctor es un buen comiteco, un gran comiteco, un comiteco de excelencia. La letra de “Un buen comiteco sos” es síntesis de lo que Luis Ignacio considera da identidad a los habitantes de este pueblo. Están presentes palabras que designan platillos y bebidas propias de este pueblo, que nombran a personajes y lugares, así como el grito que identifica a los comitecos: ¡cotz! Todo escrito con picardía, con la luz del reconocimiento. Disfruté la actuación musical de estos cuatro artistas. No estuvieron en el centro del escenario, porque el personaje principal era el homenajeado, pero brillaron con luz propia, y esta luz la repartieron en forma generosa para darle un ramo de flores sonoras al doctor Gómez Alfaro. ¡Qué acto tan bonito, tan emotivo, tan sabroso! Posdata: le mandé un mensaje al doctor Luis Ignacio, le dije que había aplaudido un madral, que no me había caído cele. Pensé que los cuatro artistas son buenos comitecos, ilustres, soberbios. ¡Tzatz Comitán!