lunes, 2 de noviembre de 2009

LADIES AND GENTLEMEN


El maestro Juan es plomero y vive a media cuadra de la casa. El otro día, justo a la hora que Paty y yo salíamos para ir al trabajo, pasó en la banqueta de enfrente y nos saludó: "Buenos días, señores". "Buenos días", respondimos.
En el lenguaje de Fox esto se hubiese complicado, pero en el lenguaje llano de nuestro pueblo, comprendimos perfectamente que en ese "señores" estábamos incluídos los dos. En el lenguaje Foxiano el saludo debió especificar: "Buenos días, señora y señor" (o algo semejante).
Pero esta especificidad la he escuchado en actos masivos, en una inauguración de Juegos Olímpicos, por ejemplo. Las trompetas suenan, las delegaciones aparecen, el público aplaude y el locutor anuncia: "Ladies and gentlemen; madames et monsieurs; señoras y señores...".
¿Entonces? ¿Dónde queda lo de :"Chiquillos y chiquillas; ratones y ratitas; caramelos y caramelitas"?
El profesor Víctor Manuel Aranda León, director de mi escuela primaria "Fray Matías de Córdoba", se paraba a mitad del patio y con un altavoz saludaba: "Buenos días, niños", y las niñas sabían que ellas estaban incluídas. Y sabían, porque así es nuestro carácter, que ellas estaban incluidas en primer lugar (no es gratuito aquéllo de: Las damas primero); sabían que el maestro no podía decir: "Buenos días, niñas", porque entonces excluiría a los niños. Y medio mundo de la escuela sabía que si el maestro saludaba: "Buenos días, niñas; buenos días, niños", nos llevaríamos medio día en saludos.
Cuando decimos "Niños" incluímos a todos los chiquitíos y a todas las chiquitías. Cuando el maestro Víctor nos decía: "Díganle a sus papás", sabíamos que ahí nuestras mamás estaban incluídas.
En ese "Buenos días, señores", Paty y yo supimos que estábamos incluídos los dos y que ella estaba en primer lugar. Supimos que no había necesidad de especificar porque nuestro lenguaje es generoso e incluyente.
Salvo feministas recalcitrantes que insisten en complicar el lenguaje aduciendo que nuestros modos de hablar son "machistas", todo mundo entiende que cuando decimos jóvenes están incluídos las chavas y los chavos.
Una de las virtudes del Buen Decir es la economía. Los merolicos seducen con el malabarismo de mil palabras; por el contrario, los poetas forman cielos prodigiosos con pocas nubes.
Cuando el maestro Juan saludó: "Buenos días, señores" fue generoso porque no sólo nos saludó a ambos, además nos deseó días buenos. ¿Cuántos? Tantos como nosotros queramos hacer la conversión. Los ingleses son más codos y sólo expresan el deseo por un día, ¡no más! "Buena mañana" desean los gringos, "Buena tarde" o "Buena noche"; lo mismo sucede con los italianos: "Buonna notte".
Los castellanos son más generosos, más espléndidos. Con esto basta. Antes que a hombres y mujeres saludamos al individuo que pertenece al género humano; es decir -según Fox- a las humanas y a los humanos.