domingo, 1 de noviembre de 2009

TEXTILLO QUE LEÍ EN LA PRESENTACIÓN DEL MAPA DEL CARICATURISTA COMITECO



UN BARCO CARGADO DE…

A Colón le hubiera agradado tener un mapa, con él habría llegado antes al continente; es decir, antes que otro le ganara el nombre. Quienes viajan a París, a Roma, a Islamabad o a la dinosáurica ciudad de México no les va mal una guía. Las guías son de gran ayuda para los extraviados, para los desmemoriados y para los extranjeros que visitan por vez primera un territorio.
Comitán, al principio de sus tiempos, no necesitó de guías. Al comiteco le bastaban unos pocos mojones. Cuando alguien quería ir a algún lado aparecía un buen samaritano que, con la mano en alto, indicaba: “Andá derecho y cuando llegués a “La Primavera” torcé a la izquierda”; o “Bajá la bajada y llegá hasta “El Chulul””. Pero ahora esos puntos de referencia se han cancelado. “La Primavera” y “El Chulul” no existen ya más.
Antes nadie se asombraba al escuchar: “Vive a media cuadra de doña Hermila de Coronado” o “El taller está por El Veinticinco”. ¿Doña Hermila de Coronado? “¿Qué serrr eso?”, diría un turista norteamericano, o un chavo de estos tiempos diría: “¡Estás como extraviado, viejo!”.
En efecto ¡estamos como extraviados! Comitán, como si fuese una isla, sigue siendo una pequeña porción de tierra rodeada de agua, pero estas aguas ya no son las míticas transparentes y cantarinas.
La ciudad ha crecido y este crecimiento ha propiciado la llegada de muchos extraños y de visitantes extranjeros. Desde que en 1950 Comitán dejó de ser la Ciudad Misteriosa, nos extraviamos cada vez más. Y hoy, los propios comitecos, como si nos estuviésemos quedando ciegos, necesitamos un lazarillo.
Un día Raúl Espinosa, el caricaturista comiteco, se dio a la tarea de hacer algo como un mapa, algo como una guía de Comitán para propios y extraños.
Hoy presenta la segunda edición de esa guía. Hablando en plata, Raúl no pretende guiar al extranjero, su guía es -no podía ser de otra manera- un homenaje a Armando Alfonzo, un comiteco valioso a quien el autor admira mucho. Por esto Raúl hizo una guía “Sólo para comitecos”.
La característica principal de un mapa es la claridad en su información para guiarnos. Raúl -no podía ser de otra manera- nos presenta un tablero que es como un juego de Serpientes y Escaleras más que una guía. En su obra él nos invita al juego de “Encuentra estos personajes en el mapa”. Esta es la pretensión de Raúl y en esta pretensión encuentro dos rasgos característicos: un cariño a este pueblo y a su gente; y un mostrar su labor de dibujante.
Esta guía, entonces, es como un divertimento donde medio mundo de Comitán se entretiene en descubrir a Dolores Estrada Guillén (Abogada y política) o a Miguel Ángel Argüello Hidalgo (profesor) o a Jorge Constantino Kánter (político y funcionario).
La guía de Raúl es un tablero donde los mojones ya no son El Chulul o El veinticinco. Los referentes de la guía de Raúl son las caricaturas de sus personajes. Nadie se extrañe entonces al oír que el parque central de Comitán está a cuadra y media de doña Tony Carboney o que el templo de la Cruz Grande está a cuadra y media de Katina de la Vega.
El abigarramiento del plano de Raúl es como el crecimiento desmesurado de los jardines comitecos, como la barroca pared de la sala comiteca donde la profusión de fotografías nos da una señal de nuestro carácter. Tenemos el espíritu churrigueresco. El mapa de Raúl no podía ser de otra manera.
Una mañana lo hallé dibujando en su escritorio. Ocultó un poco el trazo que hacía, luego me enseñó lo que dibujaba. Era un dibujo del templo de Santo Domingo. Tiempo después me comentó cuál era el propósito de esa serie de dibujos.
Entiendo el abigarramiento porque debe ser muy difícil tener que elegir entre tanto chunche. Si bien es cierto que todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, resulta difícil, ¡dificilísimo!, privilegiar entre el anuncio comercial (que es lo da de comer al cuerpo) y el trazo artístico (que es el que da de comer al espíritu). Raúl debió priorizar entre sus caricaturas, sus dibujos de edificios, las calles de Comitán y los anuncios de sus patrocinadores. Y como el que paga manda: el orden final resultó el obvio: primero está “La Cama de Piedra”; enseguida César A. García Domínguez (impresor); luego el dibujo del parque central y por último la tercera calle norte poniente. ¿Este es el mejor orden de una guía? No lo sé, ni intento saberlo, ni me corresponde a mí determinarlo. Yo acepto el juego de Raúl y, de vez en vez, me divierto buscando a Óscar Eduardo Ramírez Aguilar (abogado y político) o a Cecilia Cordero Guillén (funcionaria).
Concluyo con lo siguiente: Me gustaría ver una tercera edición donde algunas palabras sin tilde recuperen su vocación castellana y donde los dibujos de los edificios encuentren el espacio de nubes que les corresponda en ese cielo. Tal vez el juego, más que hallar a José Antonio Aguilar Meza (contador y funcionario), sea el de hallar el parque central de este maravilloso pueblo.