sábado, 16 de enero de 2016

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE TÍO BELIS




Querida Mariana: Los comitecos somos respetuosos. Con el tiempo (qué pena) hemos perdido un poco los valores de antaño. Por esto, cuando vemos fotografías de tiempos pasados vemos ríos más limpios. Ver una fotografía de la Ciénega, de los años cincuenta, por ejemplo, es ver un espacio lleno de aves y de árboles. Ahora, cuando vamos al Río Grande, vemos agua sucia, contaminada, que expele un olor a caca insoportable. Bueno, ¿qué otro olor puede expedir, si muchos albañales descargan en su lecho?
En Comitán, muchas personas (con excepción de quienes son protocolarios o que ostentan un cargo político muy importante), cuando se refieren en plano coloquial a la figura del doctor Belisario Domínguez, dicen: “Tío Belis”. ¿Quién no ha escuchado hablar del Cerro de Tío Belis? Este cerro no es otro que el cerro Nehuestic y mucha gente sigue llamándolo así, porque hubo un tiempo en que ahí estuvo la estatua de Belisario Domínguez (que hoy está en la entrada de nuestra ciudad).
Los comitecos somos respetuosos de la imagen y de la historia de Belisario Domínguez. Reconocemos en él a uno de los mexicanos que nos legó una lección de valor cívico. Tuvo el arrojo de señalar las trapacerías y atrocidades que cometía Victoriano Huerta en contra del pueblo de México. Se quería mucho valor para decir lo que dijo, y él lo hizo. Entonces, decirle Tío Belis no es una falta de respeto, es la manera que tenemos los comitecos de acercar su imagen a nuestra identidad. Acá en Comitán le decimos tío a don Rami que vende raspados; le decimos tía a doña Elenita, que atiende la tienda escolar; le decíamos tía a doña Petra, que vendía las tostadas más ricas, allá por la subida de San Sebastián; le decíamos tía a doña Lolita, quien proveía de muchachas bonitas a toda la bola de viejos y muchachos calenturientos en los años setenta. ¿Por qué tío o tía? Porque es el trato afectuoso hacia quienes consideramos nuestros más cercanos. Después de los padres, los tíos son quienes están más cerca de nosotros.
El otro día escuché a un político molestarse porque alguien dijo: “Allá está la casa donde vivió tío Belis”. Ah, cómo se enronchó. Pareciera que le hubiera salido sarpullido porque su cara se puso como un tomate, del coraje. Tranquilo, le dijo otro amigo (que no es tan entregado) y le explicó que es más irrespetuoso escuchar a un político hablar del legado de Belisario Domínguez, cuando con sus actos desdice mucho del ejemplo de nuestro héroe. Y no se quedó ahí, fue más allá, dijo que era una total falta de respeto lo que había hecho el Senado (atendiendo las órdenes del Presidente de la República) al otorgarle la medalla Belisario Domínguez a un oligarca. ¿Cómo premiar a quien está del lado de los opresores, cuando Belisario luchó por los desposeídos? El tipo, muy molesto, se quedó callado, dio la media vuelta y se retiró del patio donde platicábamos.
Por eso, querida mía, comencé diciendo que los comitecos somos respetuosos de la memoria de Belisario Domínguez. Darle el trato de tío no hace más que hacerlo nuestro. Algunos políticos han usado (mal usado, abusado) su memoria y lo ponen de ejemplo, cuando en la realidad estos políticos ensucian a cada rato su legado.
El otro día hallé en el Facebook esta fotografía que te anexo. Es la fotografía de portada de un disco de la Internacional Marimba Orquesta Águilas de Chiapas (que tanto prestigio ha dado a nuestra región). La fotografía la encontré en la Fan Page de “Comitán, personajes, sociedad y cultura”. Es una fotografía que me hizo reflexionar en dos vertientes; la primera: el recuerdo imperecedero de don Límbano Vidal, creador de este grupo musical; y la segunda: el hecho de que la figura en bronce que ahora está en el interior del palacio municipal estaba en el parque, más o menos, por donde está el asta de la bandera.
¿En qué momento se trasladó la escultura de tío Belis al interior del palacio? ¿Por qué? Sin duda que la autoridad que realizó el cambio pensó que el lugar más digno era el interior. Tal vez pensó que si seguía expuesto al paso y mirada de todos, podría terminar grafiteado (hazaña de algún chavo artista urbano) o pintarrajeado por un integrante embozado de alguna organización. Sí, adentro del palacio, la figura de don Belisario está más protegida, pero tiene un pero. ¿Cuál es el pero? El hecho de que no está a la vista de todo el mundo, como sí lo está, por ejemplo, el busto de Rosario Castellanos que está frente al Teatro de la Ciudad. El hecho de que esté resguardado, pero semi oculto, es desventajoso, porque impide la cercanía. Se dice que el palacio municipal es la casa del pueblo y todo mundo puede entrar, pero esto no es así en el plano de la realidad. Como cualquier edificio público del mundo, éste también tiene restricciones y permanece con puertas cerradas durante algunos días y por algunas horas. Tío Belis está sujeto a este encierro.
Digo que, al paso del tiempo, el respeto ha perdido el brillo anterior. Seguimos siendo respetuosos, pero ya sin la cortesía de antes. Ahora, los alumnos siguen siendo respetuosos ante los maestros, pero de manera más distendida; lo mismo sucede con los hijos y los padres, aquéllos siguen siendo respetuosos, pero ahora, más relajados.
No lo percibimos a cabalidad, pero nuestra relación con tío Belis también ha cambiado y esto no es bueno. Hay intentos de los poderosos por levantar muros y por apropiarse de la figura en intento de eliminarle el polvo de pueblo que le da la pátina gloriosa. Los jóvenes de ahora no lo saben, pero hubo un tiempo en que la estatua de don Belisario (antes de que la llevaran al entronque de la carretera internacional con la carretera a Tzimol y luego al cerro y luego la bajaran al lugar en donde ahora está) estuvo en el parque central, en el corazón de la ciudad, en el mero centro del parque. Ahí, todo mundo veía ese gigante, porque su altura era desproporcionada con la arquitectura circundante. El lugar original fue ese: el centro del parque. Ahí todo mundo lo veía, todo mundo se cobijaba ante esa figura imponente. Cuando algún visitante llegaba al parque central de Comitán lo primero que asomaba (un poco como si fuese la Torre Eiffel, en París) era la figura de tío Belis (todo mundo le decía así). Nos valía madres que algún político frunciera el ceño, porque esa figura era nuestra, era de Comitán y Comitán, también, era nuestro. Un mal día quitaron la estatua del parque y la llevaron volanteando por todos lados (Hubo un tiempo, qué pena, que estuvo tirada, ¡sí, tirada!, en el entronque de la carretera. Eso sí era falta de respeto).
En esta fotografía se ve que, de igual manera, la réplica de la imagen en bronce que está en el Senado de la República, también estuvo a la vista de todos, pero, ¿quién sabe en qué momento?, algún poderoso decidió “guardarla y protegerla” en el interior del palacio donde ahora está. De hecho, ahora, cuando hay un homenaje en su memoria no todo mundo tiene acceso. Se adueñaron de dicha imagen. Y no satisfechos con eso, no falta el político que para la nariz cuando un comiteco dice: Tío Belis.
Nadie debe enojarse cuando el mundo dice que este pueblo es conocido y reconocido, más por Rosario que por Belisario. Siempre se pone el ejemplo de Japón, ¿quién en aquel país conoce a Belisario Domínguez? ¿Dos, tres? ¿Quién conoce a Rosario Castellanos? Muchos. ¿Por qué? Fácil, porque “Balún-Canán” está traducido al japonés. Pongo las manos al fuego cuando digo que conocí a más de dos japoneses que visitaron Comitán porque habían leído la novela de Rosario. Y ahora, más a nuestro favor, porque Rosario sí está en una esquina del parque central y don Belisario Domínguez ya desapareció. Esto, que pareciera una intrascendencia es de suma importancia, porque los niños y jóvenes se quedan sin referentes. Ya no hay héroes cercanos, ya no hay historias de civismo, ya no hay valores ni ejemplos a seguir. Las calles se llenan de pendones que invitan a ir a conciertos donde se presenta “La Trakalosa” o “Julión Álvarez”. Poco a poco nos van quitando la patria, que era nuestra; poco a poco nos van quitando los paisanos ilustres que nos eran tan cercanos. Los poderosos se enojan cuando, al referirnos a Belisario Domínguez, decimos Tío Belis. Hasta esa cercanía nos quieren quitar.
El logotipo de la nueva administración usa la imagen de Belisario. Cuando fue presentado nadie dijo algo en contra, todo mundo pensó que era bueno usar la imagen, nos acercaba de nuevo hacia la figura del héroe comiteco. Los niños, probablemente, preguntarán quién es ese señor y los mayores explicarán. Ahora es deseable que, con sus actos, las autoridades honren y respeten esa imagen. ¡Que así sea!

Posdata: Deberían sacar diez los alumnos que, ante la pregunta de quién escribió “Balún-Canán”, respondieran: ¡Tía Chayo! ¿Quién dirigió la mejor marimba de la región? ¡Tío Límbano!