sábado, 13 de abril de 2019

CARTA A MARIANA, CON CUATROCIENTAS VOCES




Querida Mariana: En estos días se celebra el IV FESTIVAL INTERNACIONAL DE ARTES Y LITERATURA BALÚN CANÁN, organizado por integrantes del Puente Cultural del Sur Sureste, dirigidos por su creador, el poeta Arbey Rivera, y por su directora, Alejandra Constantino.
Todo mundo está de acuerdo que el Festival inició con el pie derecho. La ceremonia de inauguración fue el pasado once de abril de 2019, con un acto de reconocimiento a la trayectoria de dos grandes de Chiapas: el escritor Óscar Palacios, y la artista Sonia Conde.
En el programa apareció la siguiente frase: “Homenaje a dos voces”; en realidad, el Festival se convirtió en un homenaje a muchas más voces, todas las que han participado con su canto, con su actuación o con su lectura. ¡Ah!, este Festival en que se rinde homenaje a dos voces, es como un Festival Cenzontle, ¡pájaro de cuatrocientas voces! El año pasado, los homenajeados fueron dos poetas: Roberto Rico y Óscar Bonifaz.
La tarde inaugural (que se efectuó en el Auditorio Roberto Cordero Citalán, del Centro Cultural Rosario Castellanos) fue plena, el auditorio se llenó de amigos de los homenajeados, de autoridades, de intelectuales, de escritores, poetas, gente de teatro y de música. ¡Ah, qué gusto ver los espacios llenos de personas ávidas de beber cultura! Y vaya que hubo mucho para ver y escuchar, para paladear. Como dijo Óscar Palacios, escritor galardonado, hubo de todo para todos los gustos, porque hubo música y danza, de Guatemala; hubo una puesta en escena, por parte de un grupo español; hubo canciones interpretadas por el fabuloso cantautor César Gandy; hubo lectura por parte de escritores provenientes de diversos estados de la república y del extranjero; hubo representación teatral por parte de nuestra actriz Rosa Hortensia Aguilar Trujillo; hubo un grupo coral, dirigido por Juan Merino, que interpretó lo que podemos llamar Canción Poema, ya que Sonia Conde musicalizó un poema de Rosario Castellanos. ¡Todo bien bonito! Un acto pesado, porque tardó más de tres horas. ¡Sí, en serio! Comenzó a las seis y media de la tarde y terminó a las nueve y media de la noche. Cuando mi Paty y yo salimos del auditorio nos topamos con Humberto Pedrero y a la hora que me vio me dijo: “¡Qué estás haciendo a esta hora fuera de tu casa!”, y luego contó que había comprado una planta en un vivero que se llama “Dormiloncita” porque dice que todo el día tiene abiertas sus flores, pero en la noche, se cierran. Dijo que me regalará una de esas plantitas, que son como Molinari. Pero, la tarde de inauguración del Festival estuve atento y, a pesar que ya mis pilas estaban a punto de agotarse, disfruté del acto, bien organizado.
Y pensé que esa tarde, la convocatoria del Puente Cultural del Sur Sureste había logrado una conjunción de voces de muchas partes del mundo. Disfruté la danza, la música, el video, el teatro y, sobre todo (lo sabés), la lectura. ¿Podés imaginar que una poeta de Finlandia, Inger Mari Aiko, leyó su obra escrita en una lengua que ya es hablada sólo por quince mil personas? La audiencia puso atención a la sonoridad de esa lengua que, pienso, en algún momento de la historia, fue hablada por muchos más.
Una sorpresa me estaba reservada, la última participante de la mesa de lectura fue una escritora que llegó desde Argentina (ella nació en Buenos Aires, en 1951). Liliana Lukin dijo estar emocionada de estar en Comitán, de estar en México, “un país lleno de amigos para los argentinos”. Ella sólo corroboró lo que los demás escritores expresaron. Jorge Souza dijo que estaba muy a gusto “en el lugar donde está grabada la memoria de Rosario Castellanos”, y Jesús Ramón Ibarra expresó que agradecía “La hospitalidad de un pueblo grandísimo: Comitán”.
¿Mirás qué dijo Jesús Ramón Ibarra? Definió a Comitán como un pueblo grandísimo, porque eso es lo que es este pueblo, eso, ¡ni más, ni menos!
Arbey Rivera, Alejandra Constantino y demás integrantes del Puente Cultural del Sur Sureste logran que intelectuales del mundo acudan a nuestro pueblo, reconozcan sus virtudes y bondades y, luego, regresen hablando de estos frutos llenos de pulpa exquisita. Ellos, destacados pensadores del mundo, se convierten en embajadores de buena voluntad de nuestro pueblo. Nos hace falta más actos en que lleguen a Comitán más invitados del mundo.
Pero decía que Liliana Lukin me tenía reservada una sorpresa, agradable, afectuosa. Sé que ahora que lo comente, vos también sentirás un hilo de conexión con ella.
¿Recordás al enormísimo poeta Gonzalo Rojas? Él es chileno, falleció en 2011. Su obra está considerada dentro de las más altas voces de América Latina. Bueno, pues don Gonzalo comentó algo acerca de la obra de la argentina Liliana Lukin. ¿Querés saber qué dijo? Copio dos líneas: “Publica el nuevo libro y esas cartas distintas, tersas, traslúcidas, por donde pasa y tiembla el arco de las alondras del Principio”.
Y es que no he dicho que Liliana Lukin leyó dos poemas del libro que Rojas le recomendó publicar. El libro se llama: “Cartas” y sí, lo que estás pensando es cierto: son cartas, como éstas que te mando, pero las cartas que ella escribe son cartas “tersas, traslúcidas, por donde pasa y tiembla el arco de las alondras del Principio”; es decir, son cartas llenas de poesía, donde la palabra es exacta. Lukin lleva el género epistolar a la cumbre. Narra, cuenta, pero lo hace con la sensibilidad de la poeta, de la gran poeta que ella es.
¡Ya podés imaginar el impacto que recibí cuando escuché la voz de Liliana! ¡El arco de luz que se abrió a la hora que comenzó a leer y dijo: “Mi querida…”
Ella comienza así cada una de sus cartas: Mi querida, y luego narra, con palabras que son como gotas de agua limpia, como pétalos de orquídeas.
¡Ah, disfruté la lectura de esta poeta argentina! ¡Agradecí la coincidencia! ¡Qué bueno que exista el Festival Internacional de Artes y Literatura Balún Canán! De esta manera es como llegan voces novedosas a nuestro pueblo, voces inteligentes.
Liliana leyó dos cartas. La primera que leyó fue la CARTA II. Me impresionó su lectura, la voz de la poeta (pausada, certera como gota de agua a mitad del aguacero), y me causó un impacto el tema. Su poema comienza así: “Mi querida: Me dije / algún poema tiene que haber / porque hay tanto ruido en el país / y en estos días las metáforas se cumplen. / Ya casi no hablamos más / que de nosotras: metonimias de un paisaje de guerra / o pequeños predios donde cultivar imágenes de sí…”
Y por ahí sigue. ¡Ah, pensé, algún día, tal vez, una carta que le escriba a mi niña se acercará a esa altura, dejará su vocación de pasto y se asumirá para el vuelo del cenzontle, de esa ave que estuvo rondando por el auditorio toda la tarde! Hubo una inmensa pluralidad de voces, todas dignas de escucharse, pero a mí (me conocés) me ganó la literatura, y en medio de las voces literarias, elegí como mi destino las cartas de Liliana.
Y esto fue, lo sabés, porque soy un admirador de este género. Me encanta leer libros en donde aparecen intercambios epistolares. En los últimos días he releído las cartas que Rosario le envió a Ricardo y he hallado muchas líneas que no pudieron ser dichas por ella de otra manera. Rosario nunca hizo lo que Liliana. Rosario contó, a Ricardo, viajes, ideas, sufrimientos, gozos, actos cotidianos, anécdotas casi pedestres, apenas algún deslumbre poético, mínimo, como gajo de bonsái. En cambio, Liliana narra, pero lo hace desde el rincón donde está el fogón de la palabra. Me impactó la poesía de Liliana, con la misma intensidad que me impactaron las palabras de Gonzalo Rojas respecto al trabajo de la poeta argentina. Perdoná mi insistencia, pero cuando tengo sed vuelvo al vaso de agua en forma frecuente. Oí de nuevo: “Son cartas tersas, traslúcidas, por donde pasa y tiembla el arco de las alondras del Principio”. Mirás qué comunes las palabras, y sin embargo, el acomodo que le da el poeta las convierte en algo jamás dicho, jamás visto.
Posdata: ¿Quedarme a un acto después de las ocho de la noche? ¡Ni loco! Pero, el jueves me quedé hasta las nueve y media, algo “temblaba” en mí. No era un temblor por el desvelo, no era un temblor de desasosiego, ¡no!, era un agua de cenzontle que cantaba en mi espíritu.
Quise comprar el libro de Liliana, pero no estaba a la venta, pero la muchacha bonita me dijo que estaría disponible en la biblioteca del Puente Cultural, entonces aproveché la tecnología y, con la cámara del celular, “escaneé” todo el libro. Ahora, en mi celular tengo las cartas de Liliana, así como vos recibís las cartas que te mando. Ella comienza cada carta diciendo: Mi querida. ¿Yo? Yo te nombro: Querida Mariana, dos puntos.