martes, 23 de abril de 2019

¡HAY MÁS!




A René le llamaba la atención la frase: “Una bici”. Decía que el prefijo bi significaba dos. Llamaba su atención el hecho de que “una” estuviera al lado de “dos”. Por esto, a veces, jugaba. Decía: “Tengo una bici y un triciclo”. La sumatoria que hacía era la siguiente: Una, bi, un, tri; es decir, formaba un siete imaginario, en su imaginación.
Cuando René subía a una bici hacía la suma de cuatro, él era uno; cuando su prima Linda se subía en el sillón metálico trasero, la suma era de cinco.
Un día lo hallé recostado sobre el pino que estaba en el sitio de la casa de la abuela. Tenía recargada la barbilla sobre sus manos, veía la bicicleta que estaba recargada sobre la fuente sin agua. “Son más”, me dijo. Me senté a su lado, repitió: “Son más.” Comprendí a qué se refería, hablaba de la bicicleta, la bici no era dos, eran más, muchas más partes.
Siempre es así. Cuando nos recostamos en algún pino del universo sabemos que cada cosa está formada por muchas más cosas.
Mentira que cada individuo es uno, cada uno es más. Somos mucho más. Yo entendí que René (sin ser Descartes) comprendió que una bici era más que dos cuando tuvo conciencia de que el sillín en que se sentaba Linda estaba formada por una serie de varillas metálicas cromadas. ¿Ocho o diez varillas? Además, la estructura tenía una serie de varillas que le servían de soporte, y cada varilla tenía tornillos y cada tornillo rondanas y así hasta casi llegar al infinito, porque cada átomo…
¡Son más!, repitió, y vi una especie de angustia en su rostro, como si fuera un niño que descubre, por primera vez, su imagen en un espejo y no comprende quién es el otro que hace los mismos movimientos que él, en forma inversa.
Nada le dije a René, porque si le decía que viera la bicicleta que estaba estacionada frente a la peluquería y se reflejaba en los espejos entraría en un estado catatónico.
Soportamos la vida, porque siempre andamos apurados trepando en la bicicleta. Los que saben nos han dicho que para no caer es necesario pedalear constantemente, así que nadie (o muy pocos) dejan de pedalear, se bajan, se recargan en un pino y ven el objeto de su estudio. Cuando esto sucede, los que practican la contemplación reconocen que “Son más”, que “¡Hay más!”
Quienes ejercen la contemplación saben que todo el conocimiento que dan en la escuela es falso. Basta abrir el libro de Geografía Universal para reconocer que los datos ahí consignados corresponden a una realidad absurda. “¿Cuántos planetas dijo que hay en el Sistema Solar, maestra Bety?” “¿Nueve?” La maestra Bety reprobaría a los René del mundo que dijeran: “Son más.” La maestra los reprobaría, porque ella nunca ha abierto la otra ventana, ella, desde que subió a la bicicleta, por primera vez, nunca ha dejado de pedalear, nunca se ha bajado para ejercer la contemplación.
Bi, dice el diccionario, es un prefijo que significa dos. Bípedo, sostiene el mismo libro, significa que tiene dos patas. ¿De verdad? Rosendo, en plan de broma, decía que era falso, porque los “Bitles” (así lo pronunciaba), ¡eran cuatro!