lunes, 8 de abril de 2019

CARTA A MARIANA, CON PRESENTES QUE HUELEN A PASADO




Querida Mariana: Abomino los intercambios de regalos. Me disgustan las personas que se sienten obligadas a darte un presente y te ofrecen un chunche que, casi casi, sacan del basurero o del baúl del abuelo. Hay personas que se sienten comprometidas y te regalan chucherías el día de tu cumpleaños, el día de tu graduación, el de tu compromiso matrimonial, el de tu jubilación, el de tu primera vez.
María me llamó por teléfono días antes de la navidad pasada y me dijo que si quería participar en un intercambio de regalos. ¡Qué! María no me conoce bien o no conoce bien las historias que se dan en los intercambios de regalos. Ahora (¡qué absurdo!) hay reglas para tal acto. La regla más empleada es la que indica un monto mínimo para el presente, porque hubo un tiempo en que el abusivo de siempre (¡nunca falta!) compraba una baratija de veinte pesos, sólo para cumplir; mientras, el otro (decente) le obsequiaba un presente digno. He conocido historias de intercambio (los que se dan en el trabajo, por ejemplo) en que a sutanita le toca darle regalo al cabrón de fulanito, el tipo que, durante todo el año, se dedica a molestarla, a hacerle pesado cada día en la oficina. ¿Qué le obsequiará el cabrón a la compañera que somete al acoso y al abuso?
No sé, de veras, no sé cómo las personas se ven sometidas a esta práctica tan elemental, tan llena de confuso mercantilismo. ¿Cómo es posible que las familias rebajen a tal grado su relación afectiva? He conocido, asimismo, casos en los que un hermano se queja de lo miserable del regalo de su hermana. Y todo esto se da en medio de una noche que, se supone, debe ser una noche de paz y de amor.
No lo creerías, pero he conocido mil historias desagradables de regalos y presentes, presentes que tienen la hediondez del pasado. Una vez, la maestra Elena me contó que, en un intercambio, una de las amigas le dio un estuche para lentes. A la hora que, emocionada, abrió el obsequio encontró que el interior estaba todo lleno de manchas, y el contorno, que en algún momento mostró un alambre dorado, ahora estaba todo lleno de óxido. El asco que le provocó estuvo en concordancia con el coraje que se instaló como una brasa a mitad de su estómago.
Y no me digás que nunca has conocido historias donde la fulana te lleva de regalo de cumpleaños, el mismo obsequio que vos le diste en navidad.
Entonces, ¿qué?, me preguntó María cuando escuchó mi silencio al otro lado de la bocina. Por supuesto que a María no le conté todo esto que ahora te cuento. ¡No! Simplemente agradecí la invitación y dije que no aceptaba. Ella insistió, pero luego yo, como el Presidente de la República, bateé su insistencia y me fui por la tangente, por la tercera base, y hablé de otra cosa. Dos minutos después platicábamos bien sabroso de otros temas. A la hora de despedirnos, insistió tantito, dijo que si lo pensaba bien y aceptaba le dijera, a más tardar, el jueves, porque el viernes se efectuaría la rifa para ver a quién le tocaba regalar a quién. Dije que sí, dije que si el martes no le llamaba significaba que seguía en mi posición negativa. Así quedamos y hasta ahora. Bueno, eso de hasta ahora es un mero dicho. Diez días después del intercambio nos topamos en el parque y, después del saludo, me dijo: “Uf, de la que te salvaste”, y me contó lo que ya sabés, ¡una más! ¡Otro caso de desdicha, de práctica abusiva!
Entiendo que los intercambios se den en las oficinas, total, ahí sólo hay compañeros de trabajo. Que los intercambios se den en las convivencias familiares sí me causa cierto escozor. Bueno, como ni me vienen ni me van, hago lo mismo que pido hagan con mí en alguna celebración personal: Los ignoro.
Posdata: Di gracias a Dios cuando una niña, alumna de un taller de redacción, se acercó y me dijo: “Maestro, te hice este dibujito” y me jaló para que me agachara y recibiera un beso. El dibujo mostraba un pajarito sobre una rama. Estaba iluminado con colores amarillos y rojos. Con letras todas chuecas, pero legibles, había un mensaje: “Los maestros nos dan alas”.