jueves, 18 de julio de 2019

CARTA A MARIANA, CON LÍMITES




Querida Mariana: Llamó mi atención el cartel. Si mirás con atención ves que aparece América Latina, como si el mensaje fuera que el derecho humano de la migración sólo se aplica en esta zona del continente. ¿Y más arribita de México? ¿Qué sucede? Los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá no aparecen. Entonces, el cartel no lo dice, pero admite que el derecho de migración se circunscribe a América Latina. Y, sin embargo, las huellas de la derecha tienen un destino: El norte.
La Biblia dice que en el principio “Fue el Verbo”, pero, podemos agregar que, en el principio también fue la movilidad libre, porque, en el principio, no había fronteras. El mundo era una amplia extensión por donde los seres humanos caminaban con la misma libertad con que los pájaros vuelan por todos los cielos.
Pero un día asomaron las divisiones territoriales, aparecieron los impulsos nacionalistas y todo se volvió complejo. Los seres humanos limitaron su movilidad.
¿Migrar es un derecho humano? Sí, pero la movilidad del ser humano es limitada. El tema de la migración, hoy día, es un tema complejo, complejísimo. Y esto es así porque todos los seres humanos tienen nacionalidades; es decir, tienen pertenencia a un determinado lugar. Cuando hay un encuentro de fútbol entre las selecciones de México y la de Guatemala, el aficionado, asistente al estadio, echa porras y apoya a la selección de su país. ¿Mirás lo que digo?, “su país” El seleccionado contrario pertenece al “otro” país, al ajeno, al que no le corresponde. Y lo que digo tiene que ver con un juego. ¿Qué ha sucedido en las guerras? ¡Lo mismo, pero en el extremo! El soldado de un ejército mata al otro porque es el enemigo y es el enemigo por la simple y absurda razón de que tiene una nacionalidad diferente, a pesar de que la vida es el principal derecho humano existente. Como mirás, en nombre de los nacionalismos se coartan libertades, tanto el derecho de movilidad como el de vivir. ¡Uf! Digo, querida Mariana, esto de la migración es un brete. Antes, cuando había una reunión familiar se advertía que para llevar la fiesta en paz no se hablaría de religión, de fútbol o de política, porque son temas muy espinosos, al que difícilmente se llega a un acuerdo. Bueno, pues ahora se ha agregado el tema de moda: Migración. No se vale hablar de migración en una reunión familiar, porque no habrá consenso y sí puede ocasionar fracturas.
¿Vos estás de acuerdo con que los guatemaltecos lleguen a “tu” casa y se queden a vivir ahí? ¿Estás en desacuerdo con las medidas de Trump, que limitan el flujo de migrantes del mundo a su país? Hay límites. El derecho de tránsito se respeta en la mayoría de países del mundo, por esto, los viajeros llegan a Tailandia y a la India, pero hay países que exigen la visa; es decir, un permiso temporal, con el que comprueban que el viajero no lleva intenciones de quedarse a vivir ahí, porque él no debe vivir en un país que no le corresponde.
¡Uf, tema complejísimo! A mí me pueden explicar mil veces la cultura de Jerusalén y mil veces no lo voy a entender. Ahora mismo leo un libro de Guy Delisle, que se llama “Crónicas de Jerusalén”. El libro es un libro muy atractivo, porque cuenta (a través de tiras de monitos) su experiencia de vivir durante un año en aquella región. ¿Cómo entender que en Tierra Santa haya tanto conflicto de convivencia? En todo el territorio israelí hay puntos de revisión y las personas no pueden pasar de un lado a otro. En Jerusalén hay muros altísimos, construidos por los hombres, que impiden, incluso, que la vista camine con libertad. Los ojos y los pies de los hombres se topan con muros altísimos que limitan.
¿Cómo viven esas personas? Trump insiste en construir un muro y se inconforma con la porosidad de la frontera sur, la que está apenas a pocos pasos de nuestro pueblo. Ahora, más que nunca, hay una certeza: El lugar donde vivimos es parte de una frontera. Un libro muy bello, editado hace algunos años, tiene como título: “Una puerta al sur”. Sí, esto es Chiapas. La puerta siempre ha estado abierta, para el paso de millones de migrantes que ejercen su derecho humano de movilidad, y anhelan llegar a cumplir “su” sueño americano. Pero resulta que ese tránsito es en una zona negra y al llegar al límite hay muros que impiden ese sueño. ¿Qué hacer entonces? Ahora hay muchos paisanos que insisten en que esa puerta al sur ¡debe cerrarse también!
Posdata: No quise hablar de esto. Te mando esta carta, porque llamó mi atención que el cartel sólo muestre América Latina. El diseñador no lo pensó bien, pero hay una idea que contradice el lema que impulsa. Es como si dijera: Migrar es un derecho humano, pero este derecho se cancela en el territorio norte de América.
Lo que sí me gustó fue el arbolito que está al lado. Este arbolito crece de manera libre, extiende sus ramas por toda la burbuja del aire, sin temores de muros o de límites. Un árbol ¿tiene más derecho a crecer en forma libre? Esto sucede hasta que el ser humano llega con un hacha y…
Uf. ¡No! En reuniones familiares está prohibido hablar de fútbol, de religión, de política y de migración.