lunes, 22 de julio de 2019

MODAS




Quienes nacieron en los años sesenta del siglo pasado preguntan: ¿Quién dictaba cuándo debía comenzar la temporada de canicas o de trompo o de yoyo o de gallito? Una mañana alguien aparecía en la escuela llevando trompo, a la mañana siguiente todo mundo llevaba trompo y comenzaba la temporada. ¿Quién dictaba cuándo debía comenzar la temporada? Juan tiene una teoría: Los comerciantes. Juan dice que era una táctica comercial. Los fabricantes regalaban yoyos para que al día siguiente, en todas las escuelas, los niños llegaran con ese juguete. Eso bastaba para que, en la tarde, los demás niños corrieran a las tiendas a comprar los yoyos.
La teoría de Juan no tiene sustento científico, pero es digna de tomarse en cuenta. Después de todo, nada es gratuito, todo tiene una razón.
En la actualidad también hay temporadas, éstas se dan, con mayor profusión, en las redes sociales. Un día, alguien sube una imagen con un pollito (amarillo, con pico naranja, ojos inexpresivos, golpeando una mesa) con la frase: “Se tenía que decir y ¡se dijo!”, y minutos después miles de imágenes similares aparecen con diversas frases que concluyen con la famosa “Se tenía que decir y se dijo.” ¿Quién inicia tal juego, en apariencia inofensivo?
Así como la aparición de la temporada de canicas, en los años sesenta, la aparición de temporadas en las redes sociales obedece a intereses supremos. Los comerciantes, fabricantes y expertos en publicidad saben que los seres humanos responden positivamente a campañas comerciales lanzadas con premeditación. Los seres humanos tienen una necesidad de sentirse incluidos en los caminos que andan los demás. Los seres únicos son escasos. La mayoría se adecua a comportamientos masivos. El dicho dice: “¿A dónde va Chente? Donde va toda la gente.”, sin que, necesariamente, sepan hacia dónde va Chente. Es clásica la imagen de Forrest Gump, cuando corre por todo el territorio norteamericano. Mucha gente lo sigue, pero no sabe por qué Forrest corre ni el lugar hacia donde se dirige. Forrest le da la vuelta al dicho mexicano, porque en el caso de Gump él es Chente y lo sigue toda la gente. Con las temporadas en redes sociales sucede algo similar. Nadie sabe cuál es el motivo de una determinada campaña, pero medio mundo se agrega sin mayor análisis.
La más reciente temporada en redes sociales es la de “FaceApp”, aplicación que envejece un rostro y da al usuario una imagen de cómo se verá en el futuro. Miles y miles de usuarios de redes sociales le entraron al juego de temporada. La aplicación tiene gran calidad de definición, elemento que contribuyó a su popularidad (es como un trompo con clavo de asiento).
Los expertos han comentado que hacer uso de esta aplicación conlleva riesgos de identidad. Las grandes empresas se quedan con rasgos antropométricos que pueden ser empleados para vaya usted a saber ¡qué uso!
Pero, además, resulta extraño que medio mundo le haya entrado a un juego que, por lo regular, cuando el usuario emplea sus cinco sentidos ¡evade! La vejez no es una imagen que resulte atractiva para la mayoría de personas. Medio mundo se somete a tratamientos rejuvenecedores, gasta miles de pesos en cremas que eviten las arrugas y el envejecimiento de la piel. ¿Por qué medio mundo le entró al juego de FaceApp? Porque medio mundo es Chente, porque medio mundo sigue a Forrest, aunque no sepamos hacia dónde va la gente ni sepamos por qué corre Forrest.
El mundo siempre se ha incorporado a juegos de temporadas. Los juegos han ido desde los más inocentes (las canicas) hasta los juegos más perversos (las guerras, por ejemplo).
El comediante Héctor Suárez creó un personaje que sintetizaba mucho del comportamiento valemadrista del mexicano. El personaje tenía comportamientos agresivos y bobos, cuando alguien le preguntaba por qué lo hacía, él contestaba: “¡Nomás!”; es decir, no tenía alguna motivación especial, lo hacía sólo porque sí.
¿Por qué medio mundo le entró al juego de FaceApp? ¡Nomás!