miércoles, 24 de julio de 2019

CARTA A MARIANA, CON UN HILO TENUE




Querida Mariana: Te presento la 69. No te vayás por la vereda. Ya sé que, de vez en vez, sos mal pensada. Digo que te presento la 69, porque es la generación de secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz que egresó en 1969, del siglo pasado. Reafirmo lo de siglo pasado, para que mirés lo que significó este encuentro que se realizó el pasado sábado 20 de julio de 2019.
¿Podés imaginar que hace cincuenta años, ¡cincuenta!, estos muchachos se pararon en este espacio para tomarse la fotografía que era testimonio del término del ciclo de educación secundaria? ¡Hace cincuenta años! ¡Uf! Muchos de estos muchachos siguieron viéndose, porque se frecuentaron o porque estudiaron en la misma aula del bachillerato, pero muchos otros dejaron de estudiar o se fueron a otras ciudades y no volvieron a verse.
Después de cincuenta años se reunieron porque un lazo muy tenue los une: durante tres años coincidieron en un salón, se molestaron, se ayudaron, unos se hicieron muy amigos, otros no podían mirarse, copiaron en exámenes, se enamoraron de alguna compañera o compañero y nunca lo dijeron, hicieron travesuras y recibieron los castigos de entonces (algunos papás de esos tiempos llegaban a la escuela y ponían a sus hijos en manos del maestro, “si es necesario, decían, metale’sté sus cuerazos”).
Se reunieron cincuenta años después, por un rato (largo) volvieron a ser grupo. No estuvieron todos. Siempre es así. Hay algunos que piensan que no es conveniente regresar a los lugares en que fueron felices (o infelices); dos tuvieron una cierta dolencia física, dolencia que les impidió asistir a la cita. Otros (siete), como siempre sucede en los grupos, ya no acudieron, porque ya no están en la tierra. Por ahí, en la fotografía de hace cincuenta años, aparece Raúl Sánchez Crócker, quien ya falleció. Raúl llegó a ser uno de los más grandes tenistas de Chiapas.
La mañana de julio de 1969 se pararon, en ese mismo espacio, 57 alumnos del colegio que egresaban de secundaria. El 20 de julio de 2019 estuvieron 23 de esos 57. Grupo al fin, ordenado, mandaron a hacerse playeras y chamarras conmemorativas de este hecho histórico, que da cuenta que ellos son integrante de la 69. Como representantes de sus maestros estuvieron el maestro Jorge y Hermilo Vives Werner (quien impartía matemáticas).
Se reunieron para convivir un rato (infinito). El sábado 20, a las ocho de la mañana, acudieron a una misa en el santuario del Niñito Fundador, luego se reunieron para la fotografía del recuerdo (de la cual te paso copia), y, posteriormente, entraron a su escuela (donde ahora está la primaria del Colegio Mariano N. Ruiz), lugar al que acudieron durante tres años. Recordaron que, en la entrada, el padre Carlos esperaba a todos los alumnos y, a la hora de inicio de labores, tocaba un silbato, por si había alguna oveja perdida en el redil del parque. El sábado 20 de julio de 2019, el maestro Jorge Gordillo Mandujano (director emérito del Colegio) tocó el silbato. Ahora no entraron al aula, se reunieron en el patio central, donde el restaurante “Comitán, lindo y qué rico” ofreció un desayuno comiteco (rico, ¡muy rico!) Al término del desayuno se trasladaron al panteón, visitaron las tumbas del padre Carlos y de Mariano N. Ruiz. El encuentro (formal, digamos) concluyó con una visita al plantel del colegio que se encuentra en el barrio Los Sabinos, ahí escucharon un audio con la voz del padre Carlos y disfrutaron un video muy emotivo que realizó un integrante de este grupo de compañeros de aula, de apellidos Guillén Martínez, donde aparecieron fotografías de San Sebastián, del colegio y de rostros de los integrantes de la generación. El video se despidió con un “¡Nos vemos dentro de cincuenta años!” Antes de subir al turibús, los veintitrés chicos comieron unos chinculguajes y salvadillos con temperante.
Se reunieron para convivir un rato. Luego, como si salieran de clases, se fueron de pinta a comer a La Casa Rosada, a echarse una cervecita con rica botana. Fueron, en bola, a celebrar la vida. Tuvieron conciencia, por un instante, de ese hilo tenue, frágil y eterno, que concede haber formado parte de un grupo de secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz, en épocas que ya están lejos en el tiempo, pero muy cercanos en la memoria y en el recuerdo.
Posdata: Es imposible saber qué pasaba por la mente de cada uno. Antes de entrar al santuario del Niñito Fundador, mientras aparecían los abrazos y comenzaban a desgranarse las anécdotas y recuerdos, llegó apresurado uno de ellos y dijo: “Soy Víctor Gordillo, lo digo por aquéllos que no me reconozcan.”, y sonrió y extendió la mano y abrió los brazos para el abrazo.
Se reunieron para reconocerse. Llegaron por una necesidad vital.
Cuando se despidieron, todos lo hicieron con la convicción de la frase del video: “¡Nos vemos dentro de cincuenta años!”