sábado, 6 de julio de 2019

CARTA A MARIANA, EN BAÚLES Y EN PAREDES




Querida Mariana: No lo digás, pero en Comitán hay cientos de tesoros en baúles y en paredes. No, no te emocionés, no hablo de monedas de oro o de plata, ¡no! Aunque, también conocemos historias de paga conservados en baúles y paredes. Muchos cuentan que fulano de tal halló un tesoro cuando remodelaba una pared, a la hora que clavó el pico, una parte de la pared se le vino encima, junto con un alud de monedas de oro que cayó como cascada. Otra historia (debe ser mentira) cuenta que sutano murió porque eran tantas las monedas que quedó aplastado por el oro. ¡De nada le sirvió la paga!
Pero, digo que no hablo de dinero, hablo de tesoros de identidad. En muchos baúles y paredes de las casas comitecas hay miles de fotografías que son una fortuna para la historia común. Se ha extraviado la costumbre, pero aún hay muchas paredes de salas comitecas donde existen fotografías familiares, clavadas en las paredes húmedas, con marcos modestos, con cristales opacos, que perviven como muestra de tiempos idos. Y cuando digo “tiempos idos” digo que ahí está la historia de un pasado que nos revitaliza.
En una casa del barrio de Guadalupe hay una lonchería que ofrece taquitos dorados, chalupas y otras delicias. El dueño abre por las tardes, tiene un mostrador de madera (pintado en verde) y dos pequeñas mesas con sillas (también de madera y pintadas en verde). Tal vez (no lo sé bien) ese cuarto que da a la calle fue la sala en algún momento, porque en las paredes hay fotografías en blanco y negro, con fotografías de los años cincuenta o sesenta del siglo pasado. ¿Mirás qué prodigio? ¡Fotos con una antigüedad de sesenta o setenta años!
El registro de un instante se convierte, con el paso del tiempo, en valioso testimonio. En las fotos de esa lonchería hay amigos, hermanos, padrinos, tíos, papás, mamás, hijos de esa familia, pero ¡hay más, mucho más! Hay patios con macetas llenas de helechos, pilares de madera, patios con piso de ladrillo, sitios con árboles, casas que ya cambiaron sus fachadas, autos inexistentes, pantalones y camisas que dan fe de una moda ya extinta (volverá, ¡volverá!), en fin, en las fotografías antiguas hay tesoros que brillan más que el oro, porque el oro no es más que metal, en cambio, esas imágenes son riqueza del espíritu, del alma común.
Ya he contado, en varias ocasiones, que un paisano, Francisco Domínguez, quien radica en San Luis Potosí, creó una página en redes sociales (“Imágenes históricas, leyendas y personajes de Comitán.”) que ha cumplido una importante labor de rescate de tesoros. Como minero, Francisco abrió una cueva llena de piedras preciosas. Muchos cibernautas han comprendido la esencia de esa página y, generosos, han compartido sus tesoros personales y han subido fotografías del Comitán antiguo. Ha sido un recorrido maravilloso, pero falta mucho, mucho más. En todas las casas hay, todavía, materiales inéditos. Estas fotografías que datan del siglo XX (algunas del siglo XIX, ¡pucha, qué bellezas!) son piezas importantísimas para conformar el rompecabezas de nuestra identidad. Todos los elementos que conforman una fotografía antigua son esenciales para la historia común. A veces la fotografía fue tomada en una calle. ¡Ah!, ahí hay muchos elementos que ayudan a investigadores, historiadores y estudiosos de las ciencias sociales, a conformar el árbol genealógico de Comitán.
Por esto, porque falta mucho, el Archivo Histórico Municipal de Comitán (cuya directora es la licenciada María Dolores Estrada Gordillo) lanzó la convocatoria para que los comitecos, todos, llevemos fotografías antiguas. El cartel de la convocatoria menciona que la recopilación del material fotográfico será hasta el 17 de julio (¡uf, ya está cercana la fecha de cierre!), a fin de que el sábado 27 de julio de 2019 se presente una Exposición de fotografías del Comitán Antiguo. Cuando la directora del Archivo Municipal me brindó datos acerca de esta iniciativa sentí alegría, aplaudí este ánimo para reunir, en el lugar más adecuado, los tesoros gráficos de nuestra comunidad. La convocatoria es puntual: los comitecos deberán llevar las fotos antiguas para que sean expuestas en la Magna Exposición (los poseedores de los tesoros se quedarán con sus originales y recibirán los créditos correspondientes). En estos tiempos de portentosos chunches electrónicos existe la posibilidad de enviar los materiales por vía electrónica. El Archivo Histórico Municipal de Comitán tiene una página en Facebook con la cual se puede tener comunicación (https://www.facebook.com/Archivo-Hist%C3%B3rico-de-Comit%C3%A1n-951304098279373/); es decir, desde cualquier parte del mundo, los comitecos pueden enviar copia de sus tesoros. Se sabe que hay cientos de comitecos que, en algún momento, abandonaron la ciudad natal y se trasladaron a otras ciudades y han vivido allá por más de treinta, cuarenta, cincuenta o más años. Ahí, en sus baúles o en sus paredes hay fotos que dan testimonio de un Comitán ya ido, pero que es parte esencial para la identidad. ¡Es hora que sean generosos con su pueblo! ¡Hora para que se comuniquen con el Archivo Histórico Municipal de su amado terruño y envíen sus fotografías! Lo mismo debe ocurrir con los comitecos que tenemos el privilegio de vivir en nuestra tierra. Vamos a descolgar (por un ratito) las fotos de las paredes o a desempolvar las que están en los baúles, les vamos a tomar una fotografía (¿mirás qué maravilla? Hay que tomar fotos de las fotos) y llevar o mandar copias al Archivo y luego, el sábado 27 de julio, acudir a la Magna Exposición, que, espero, deseo, esté llena de fotografías que nos ayuden a resanar vacíos y nos provean de luz, ¡de luz comiteca! (Aún no está consignado el horario de la exposición, pero, sin duda, conforme se acerque la fecha será dada a conocer.)
La sencilla fotografía familiar se convierte en un elemento esencial de la historia común. Vos y yo somos unos convencidos de que cada persona es importante para la conformación de la sociedad. No hay un solo comiteco que sobre o que no haya aportado algo valioso para el Comitán que hoy tenemos. Si, como mero ejemplo, hablamos de un oficio, vemos que la participación de los albañiles es decisiva: El testimonio del albañil que participó en la construcción del templo de San José es valioso; el testimonio del albañil que abre las fosas en el panteón municipal es riquísimo en anécdotas; el testimonio del albañil que construyó tu casa es esencial para tu historia personal; el testimonio del albañil que mientras repellaba una pared ésta se le vino encima porque había un tesoro, es portentoso. ¡No hay vida que valga menos que otra! Las fotografías son la esencia más democratizadora de la historia. Tan importante es la fotografía en la que aparece, en medio de una mesa de festejo, el doctor Belisario Domínguez Palencia, como la fotografía en la que está Andrés equis, albañil que remodeló la casa donde vivió don Belisario. Los entornos ayudan a comprender cómo era el Comitán antiguo.
Francisco Domínguez y cientos de ciudadanos que han formado ese maravilloso álbum comiteco en las redes sociales han puesto a disposición de todo el mundo esos tesoros que tenían guardados celosamente en sus casas, lo hacen así porque saben que sólo de esta forma se fortalece nuestra historia común. Estoy seguro que este acervo pasará a formar parte del Archivo Histórico Municipal de Comitán (con los créditos correspondientes) a fin de que los interesados puedan hallar en ese recinto una copia de ese tesoro.
Roxana me contó que cuando falleció su mamá, los hermanos (cuatro) se reunieron para repartirse los muebles y enseres importantes de la casa, para no entrar en discusiones estériles decidieron que todo fuera por sorteo, así hicieron cuatro paquetes y los rifaron. Roxana dice que le tocó una caja fuerte, una máquina registradora, el juego de sala y unos mantones de Manila. De inmediato buscó a su hermana Alicia, a quien le correspondió un paquete que tenía la foto donde estaban sus papás, el día de su boda, y le propuso un intercambio: su paquete completo, completito, por la foto, sólo la foto. Alicia se sorprendió ante la propuesta y dijo que no, que no podía aceptar el trato, que si tanto deseaba la foto se la obsequiaba, pero Roxana insistió y dijo que le obsequiaba lo demás. Alicia entonces aceptó el regalo y le dio a Roxana la foto de bodas de sus papás. Nada comenté cuando Roxana me lo contó, pero entiendo que ahí hay algo simbólico de gran importancia. Parece que Roxana entendió dónde estaba el verdadero tesoro de vida.
Posdata: El maestro Julio Avendaño (en casa del maestro Roberto Bonifaz) dijo que para él no había algo más bonito que ver álbumes fotográficos, lo dijo mientras revisaba un álbum con fotografías del maestro Bonifaz, donde se le veía jugando básquetbol o en algún acto político al lado de Jorge De la Vega Domínguez. Las fotografías son ¡oro molido!