miércoles, 7 de agosto de 2019

CARTA A MARIANA, CON AROMA DE FIESTA




Querida Mariana: Cuentan los mayores que, el día de Santo Domingo, los comitecos estrenaban muda; es decir, vestían nuevos atuendos: camisas, faldas, blusas, pantalones, bueno, ¡hasta zapatos!
Ahora, en estos tiempos, ya no existe esa tradición. Sin embargo, en estos tiempos, hallamos deslumbres, todavía.
La mañana del cuatro de agosto, vecinos de Guatemala paseaban por el parque que, éste sí, estaba estrenando vestido: juncia fresca, flores, hilados de banderitas (aunque fueran de plástico) y un sol y cielos renovados, recién barridos. Ellos, los vecinos de Guatemala, vestían sus trajes tradicionales, trajes de fiesta, con bordados llenos de grecas, que son como un camino de luz que nos lleva al recuerdo de los antiguos mayas.
Comitán se vistió de fiesta y nuestros visitantes lo sabían, por esto se tomaron la foto del recuerdo, porque el parque estrenaba vestido, para ellos y para nosotros, porque ellos y nosotros, como dijo el poeta, somos ala de un mismo plumaje. Sí, Guatemala y Comitán están emparentados desde siempre. Basta tomar un libro de historia patria para enterarse acerca de los vericuetos por donde caminamos juntos.
Ellos se tomaron la foto del recuerdo, teniendo como fondo ese fondo espectacular, lleno de grecas naturales que hizo la mano del hombre y la de la naturaleza, entidades, también, que desde siempre caminan juntas en este pueblo prodigioso llamado Comitán.
¿Mirás la dignidad que muestran nuestros amigos? ¿Advertís el porte de estela maya que recuerdan? La chica con la blusa de hombros descubiertos, con pantalón ajustado y zapatillas es mexicana, ella pidió tomarse una fotografía con la mujer de Guatemala. ¿Por qué lo hizo? Porque advirtió que la mujer chapina tenía una vestimenta original. No se conocían, ahí se saludaron por primera vez en la vida, pero en la fotografía quedaron unidas para siempre, porque así, unidos desde siempre, han estado nuestros pueblos.
A veces, cuando entro a un templo y veo una talla en madera de algún santo o virgen escucho que el sacristán comenta que esa talla proviene de Guatemala y medio mundo manifiesta su asombro, porque tal escultura tiene un valor agregado. Las tallas de los artistas guatemaltecos tenían gran exquisitez. Sus manos tenían la pericia de siglos. No hay en parte alguna del mundo la belleza de las tallas, en piedra, que se observan en toda la zona maya (la parte que hoy corresponde a Chiapas y a Guatemala).
¿Has visto los intentos que ahora realizan los diseñadores por preservar los bordados indígenas? En Comitán tenemos locales donde el bordado tradicional se alía con la vestimenta moderna, un poco como si se reuniera lo que en el extremo de esta fotografía tenemos: la blusa de la chica mexicana, con el bordado de la blusa de la mujer del país vecino. En ello hay un reconocimiento de la grandeza de la cultura milenaria, de esa cultura que, por ser indígena, ha sido ignorada e incluso relegada. La globalización ha colocado una venda que impide a muchos jóvenes reconocer la grandeza de nuestros ancestros, pero a veces, el prodigio aparece, y esa mañana del cuatro de agosto, cuando la chica mexicana vio el sol lleno de luces que portaba la visitante le pidió tomarse la foto del recuerdo, para que el mundo supiera que de este árbol provenimos, somos rama frágil de esa ceiba enormísima que se llama territorio maya, que tiene un pie en Chiapas y otro en Guatemala. Somos un todo.
Esa mañana, Comitán se vistió de fiesta. Nuestra nueva vestimenta fue la presencia de nuestros amigos chapines, porque, en la noche, una marimba de aquel país le tupió duro y sabroso en el templete donde se celebró el tradicional Encuentro de Marimbas; encuentro que, durante todo el día, desparramó notas chiapanecas de ese tradicional instrumento que, en tiempos modernos, se reconoce como producto cultural de Chiapas y de Guatemala, no podía ser de otra manera, somos alas de un mismo plumaje, somos notas musicales de un mismo árbol: hormiguillo.
Comitán se vistió de fiesta, con alegría y con la dignidad de los bordados mayas, con la reciedumbre de una raza orgullosa de su tradición, de su historia.