martes, 13 de agosto de 2019
CARTA A MARIANA, CON LO QUE HUMBERTO RESPONDIÓ
Querida Mariana: A Humberto le preguntaron: ¿Te volverías a casar? ¿Qué pensás que respondió? Dijo que sí, que lo volvería a hacer, pero no se casaría por ninguna de las dos leyes: ni por la ley civil, ni por la ley religiosa. ¡No! Dijo que se casaría de acuerdo al dictado natural que dice que la vida es mucho mejor si es compartida. Cada ser humano tiene sueños, pero éstos no deben cancelarse al estar en una relación. La pareja debe compartir y apuntalar los sueños individuales y sostener los comunes.
Según el diccionario, matrimonio es la unión de dos personas a través de un rito. Los ritos de la ley civil y de la ley religiosa incluyen un documento que consigna que dichas personas se unieron en matrimonio. La sentencia popular advierte que “papelito habla”, el papelito es el que da fe del ritual en que dos personas decidieron caminar la misma senda, viendo hacia el mismo horizonte, sin que, necesariamente, tengan que renunciar a sus sueños personales. La definición no descarta que el rito sea un rito especial, uno que se aparte de los dictados por la sociedad. Humberto se pregunta y pregunta a medio mundo: ¿Puede una pareja unir sus manos debajo de un chorro de agua, en La Pila, y jurarse amor? ¿Puede hacerse esto, sin necesidad de papelitos? Él responde que sí, es un convencido de ello. Humberto se casó hace treinta y dos años, lo hizo por los dos ritos: el católico y el civil. Y él y Paty la llevan bien. Tienen dos hijos, una nuera y un nieto. Su nuera y el hijo ya no se casaron por la iglesia, sólo por lo civil.
Humberto respondió que sí se volvería a casar, pero lo haría sin realizar todos los protocolos que se vio obligado a cumplir hace treinta tantos años. No volvería al templo, para no escuchar el sermón que brinda un sacerdote, cuya experiencia en relaciones de pareja es la inaprehensible relación mística con Dios. Escuchar consejos de un sacerdote para una buena relación de pareja terrenal, dice Humberto, es como escuchar consejos para un maratonista por parte de un parapléjico. Humberto dice que Jesús dijo que su reino no era de este mundo. Los sacerdotes deberían reconocer lo que Jesús dijo. Cristo fue un hombre honesto y sencillo que sigue siendo reconocido en su grandeza, porque reconoció que su reino era de otro mundo. Jesús no tuvo necesidad de andar con sermones larguísimos, le bastó recomendar amarse los unos a los otros, para dejar establecida la base esencial del matrimonio. Los que saben dicen que todo lo sustenta el amor. Sin amor, vale cacahuate el papelito y demás parafernalias.
Me volvería a casar, respondió Humberto, pero, aseguró que no compartiría su felicidad con los cercanos de la sociedad; es decir, amigos, tíos, abuelos, hermanos y papás, porque el matrimonio, así lo dice el diccionario y así lo piensa él, es la unión de dos personas. La definición de matrimonio no habla de que tal ritual sea motivo para compartir con una multitud. La relación de pareja es cosa de dos.
Armando contaba la anécdota de una pareja de novios (ella era muy consentida), que fue acompañada por la mamá de la novia en su luna de miel.
¿Por qué medio mundo hace fiestas matrimoniales donde medio mundo critica la organización? Cuando los invitados están bebiendo y comiendo no faltan los comentarios al estilo de: “¿Ya miraste el vestido de la Guadalupe? Toda la pechuga va mostrando, así será su necesidad.” “Ah, el Arturo, ya está bien bolo, haciendo desfiguros. Siempre se pone hasta atrás en las bodas, como bebe de gorra.” “¿Cuánto de apuesta que los recién casados no llegan ni a dos años juntos?” “Puro tequila corriente nos están sirviendo.” “Se casó de blanco, pero dicen las malas lenguas que ya tiene un embarazo de tres meses.”
Posdata: Estos tiempos ya toleran todos los tipos de relación. La ley concede derechos a quienes, sin haberse casado por lo civil, mantienen una relación de concubinato.
Humberto, sin pensarlo dos veces, dice que sí, que sí se volvería a casar con su Paty, pero lo haría sin ir al altar y sin firma en el registro civil. Lo haría frente a los chorros de La Pila, ambos tomados de las manos, recibiendo el agua, que sería la bendición.
Ya sé qué estás pensando: ¿Y si los chorros no tienen agua? Ah, entonces, bastaría con el aire bendito de este pueblo.