martes, 27 de agosto de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DEL DÍA QUE EL POETA LLEGÓ A COMITÁN EN COMPAÑÍA DE SU ABUELA




Querida Mariana: El poeta Fernando Trejo estuvo en Comitán. Él presentó su libro “La abuela está en la casa porque he visto su voz”, poemario con el que obtuvo el XVI premio nacional de poesía Alonso Vidal.
Por lo regular, los escritores llegan al pueblo y realizan una presentación. Fer no siguió la costumbre y realizó tres presentaciones. Sí, ¡tres presentaciones en un mismo día! Se trataba de aprovechar su presencia en el pueblo; se trataba de sembrar en varias parcelas.
Fer se aventó una seguidoña de presentaciones. Estuvo en el Instituto Tecnológico de Comitán, acudió a la comunidad que se llama La Floresta y, a las tres de la tarde, estuvo en el cabildo del ayuntamiento comiteco; es decir, bajita la mano presentó su libro ante una audiencia de más de trescientas personas.
Si las dos presentaciones posteriores fueron como la que tuvo en el Tecnológico puedo asegurar que cautivó a las audiencias, porque estuve en la primera presentación, a las once de la mañana, y constaté que su charla atrapó la atención de los jóvenes, como pocas veces he visto que algún autor lo logre. Vos sabés que las presentaciones son muy riesgosas, porque en la mayoría de éstas, quienes están en la mesa de honor hablan de algo que la audiencia desconoce. Fer, muy hábil, contó algo que está en el imaginario de todos, como si fuese un abuelo (un abuelo jovencísimo) contó algo que tiene mucho que ver con un tema que seduce a las audiencias: experiencias paranormales.
Fer contó el origen del libro. Tal como lo expresa el título, la raíz de la creación está en el árbol que fue, ¡que es!, su abuela. Hace poco tiempo falleció la abuela de Fer, pero su abuela no está ausente, al contrario, ella sigue en casa porque en casa “han visto su voz”.
Los universitarios estaban al filo de la butaca, pendientísimos de lo que el poeta contaba, porque esa mañana, el poeta casi casi se volvió el narrador que también es, el director de cine que es, el actor que es, y comenzó diciendo que él, estudioso del fenómeno paranormal, ha deseado tener una experiencia sobrenatural. Como comprenderás, el tema jaló a los muchachos de manera inmediata. ¿Una experiencia sobrenatural? Sí, dijo Fer, y con gran pericia narrativa contó que, mientras escribía el libro, algo extraño sucedía en su casa. Contó su intimidad, dijo que él y su esposa duermen en recámaras separadas, ella duerme con la hija de ambos (Isabela) y él duerme con el hijo de ambos (Iñaki). Una noche, Fer escuchó que alguien caminaba en el pasillo, dedujo que su esposa iba al baño. A la hora del desayuno lo comentó. Su esposa, sorprendida, dijo que ¡no!, que ella no se había levantado en toda la noche, que (a la misma hora) había escuchado pasos y pensó que Fer era quien había ido al baño. Se quedaron viendo como si volvieran a escuchar los pasos con la certeza de que no hay nadie más en casa.
Como podés imaginar, los muchachos universitarios estaban atentos. Fer, desde el principio, los había cautivado con el tema. ¿Qué había sucedido esa noche? Fer dio más. Dijo que colocó una lata con cemento en la puerta principal para atrancarla. Y lo que sucedió fue que…
Sí, una presencia andaba en casa. ¿La abuela? Sí, sin duda, porque un día, mientras él escribe, llega Iñaki a la puerta y le dice “Papi, papi”, pero él lo ignora, porque está trabajando; Iñaki insiste y Fer deja de trabajar, porque su hijo agrega al insistente ¡papi, papi!, algo que lo conmueve. Su hijo le dice: “Tengo miedo”. Se levanta, van a la recámara e Iñaki le dice: “Papi, acá está la abuela”. Fer desea parecer natural y pregunta por qué dice eso el niño y éste dice: “He visto su voz”. El poeta ve que la fotografía de la abuela está en el piso, en el centro de la recámara.
El poeta ha buscado con denuedo tener una experiencia sobrenatural. ¡Nunca la ha tenido! Son otros los que le han tomado la mano y le han dicho que no está equivocado, que ¡es cierto!, hay algo más.
Fernando Trejo tuvo el tino de no leer poema alguno. Se hubiese quebrado el hilo de conexión que había logrado amarrar con su audiencia. El cierre de oro fue una interpretación musical de su amigo, casi hermano, César Gandy (destacado trovador chiapaneco), quien musicalizó un soneto escrito por Fer.
Posdata: Fer hincó el gusanito de la duda. Varios muchachos hicieron comentarios y preguntas y ellos recibieron un ejemplar del libro, como obsequio. Al final, el universitario Noé Gordillo, estudiante de Ingeniería en Gestión Empresarial, pidió que Fer resumiera en tres palabras su libro. El poeta titubeó tantito, era una pregunta inusual, al final dijo: “Te extraño, abuela”, y con ello sintetizó ese pasillo donde lo paranormal se volvió normal. Fer estuvo en Comitán y trajo a su abuela con él y toda la audiencia la vio, porque vio su voz.