viernes, 30 de agosto de 2019
FUERA DEL PARAÍSO
A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: Mujeres que comen manzanas con miel, y Mujeres que son la miel que empalaga la manzana.
La mujer miel empalagosa es artificial. Dicen que Eva fue la primera mujer que empalagó a su hombre. Los estudiosos de las leyes naturales dicen que ella habría sido acusada de acoso en estos tiempos. Adán andaba tranquilo e inocente, levantando hojitas secas en El Paraíso, mientras Eva se dejaba seducir por la serpiente. Eva debió negarse a aceptar la manzana del pecado, debió arrancar una rama de eucalipto y dar una buena tunda a ese animal rastrero (¿en dónde he escuchado esto último?).
Los estudiosos dicen que el concepto de Pecado Original debería proscribirse, porque ahora ya nada tiene de original, se ha convertido en un lugar común, que se hace en lugares comunes llamados moteles, con mujeres comunes llamadas amantes.
Los defensores de Eva (defensoras, sobre todo, sororas) dicen que Eva no tuvo culpa alguna, la culpable fue la serpiente, que es representación del demonio. Eva, igual que Adán, andaba tranquila e inocente, limpiando las flores llamadas Ave del Paraíso, cuando se presentó el animal maligno y comenzó a tentarla (en forma ideológica y no manual), y, se sabe, la carne es débil, así que el demonio comenzó a actuar de manera sutil, pero brutal y demoledora. A través de la palabra, el demonio, personificado en la serpiente, quitó los andamiajes espirituales de Eva, hasta que ésta cayó en la tentación. La palabra fue demoledora, los argumentos fueron puntuales: “¿Acaso no sientes un calor recorrer tu cuerpo a la hora que ves a Adán? Sí. ¿Acaso no tienes deseos de abrazarlo y sentir que sus manos acarician tu cuerpo? Sí. Este deseo, esta pasión, te las hinco Dios, por lo tanto, son sentimientos divinos. ¿Entiendes? Sí. ¡Va, entonces, entrégale esta manzana y disfruten ambos de su pulpa!”
La mujer miel empalagosa viene de la madre primigenia. Posee los mismos saberes, los mismos misterios. Tiende sus redes para atrapar a las moscas que pululan por todas las carnicerías del mundo.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: Mujeres que hablan con señas, y Mujeres que, sin señas, ¡hablan!